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La diáspora salvadoreña en EE.UU. reclama su incidencia efectiva en la realidad política nacional

Salvadoreños en el exterior durante el canto del Himno Nacional
Por Dagoberto A. Torres Peña*

Cuando puse mis pies en suelo estadounidense, en el año 2010, en mi ejercicio de funcionario consular, primero en Long Island, Nueva York y luego en Washington D.C., por razones de mi trabajo me tuve que mover por buena parte del amplio territorio de la Tri-Estatal (Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut), así como por toda el Área Metropolitana que comprende Washington D.C., Maryland, Virginia, incursionando, también, en West Virginia y Carolina del Norte,  me permitió conocer y encontrar una diáspora salvadoreña muy preocupada por la situación política, económica y social de nuestro país, con muchos deseos de ayudar a resolver la crisis estructural que se estaba viviendo, heredada de 20 años de gobiernos de derecha, desconfiada y desencantada con una clase política, cada día mas desacreditada y en un bajo nivel de credibilidad.

El FMLN, generaba mucha esperanza y la apuesta a la materialización del voto en el exterior, era el aspecto más crucial para lograr avanzar en la incidencia, ya no solo en lo económico, a través de las remesas, sino en la participación política para cambiar muchas cosas como la violencia e inseguridad. No obstante, la aprobación del voto en el exterior, demostró que no era suficiente y que el costo oportunidad fue demasiado alto, pues no se obtuvo el resultado esperado en términos de participación efectiva de nuestra diáspora.

Se enfrentaron muchos obstáculos políticos, técnicos y legales que hicieron difícil la concreción de una participación más numerosa de nuestros compatriotas y la apatía y el escepticismo volvió a posesionarse de la comunidad salvadoreña en esta parte del mundo.

Sin embargo, ante ese escepticismo cada vez más creciente, frente a una clase política con viejas prácticas desgastadas, el bloqueo con fines electorales del partido ARENA, más el verticalismo y poca receptividad ante las críticas del FMLN, surge el liderazgo de un elemento joven como Nayib Buquele, quien ha despertado muchas esperanzas sobre una nueva forma de hacer gobierno, a través del empoderamiento ciudadano, con excepcionales niveles de popularidad, ha motivado a buena parte de la Diáspora Salvadoreña a no desistir en su esfuerzo por ayudar en la solución de la problemática estructural que aqueja a nuestra población, expresada en altos índices de violencia, corrupción e inseguridad, falta de oportunidades, transparencia, pobreza, etc., pero esta vez con una variable nueva, a través de la creación de un nuevo Partido nacido de un movimiento ciudadano en el exterior, que les permita tener una incidencia real y efectiva en los aspectos políticos, económicos y sociales de nuestra nación, participando en futuros eventos electorales proponiendo candidaturas para alcaldes, diputados y presidentes y abierto a las alianzas estratégicas para apoyar candidatos con un perfil profesional competitivo, de trayectoria conocida de honradez, probidad y transparencia, dispuesto a servir al ciudadano y no servirse de ellos.


Los reiterados llamados de este movimiento ciudadano a hacer uso del dialogo y de las soluciones político-negociadas, más que a la confrontación incontrolable, entre las disputas del FMLN y el Alcalde de San Salvador; la censura a la decisión de la dirección del partido gobernante de izquierda de expulsar, a este último, de sus filas, así como la censura contundente y el rechazo al juego del Partido ARENA y la derecha aliada, de bloquear por bloquear  toda la gestión del gobierno y ver con visión responsable de nación, mediante políticas de Estado, la búsqueda de soluciones a la problemática estructural que nos aqueja a los salvadoreños y salvadoreñas, nos dan un buen augurio de esa nueva forma de gobernar que tarde o temprano se impondrá a las viejas y desgastadas prácticas de los partidos políticos tradicionales. Solo falta ver si eso es posible y concretarlo será el gran reto de la diáspora misma.     


Dagoberto A. Torres Peña, Ex Cónsul General de El Salvador en Long Island NY y en Washington D.C.; Ex Ministro Consejero de la Misión Permanente de El Salvador ante las Naciones Unidas.
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