Washington DC y el Aporte Salvadoreño

José María ROSALES

Estoy bastante familiarizado con esta hermosa ciudad, porque por varios años viví, estudie y trabaje aquí. Durante los últimos 20 años, he sido un visitante frecuente, pero cada vez que vuelvo noto en la ciudad y alrededores una mayor influencia salvadoreña, pues según cálculos recientes residen más de 300 mil ciudadanos nacidos en El Salvador.

Aquí, viven, estudian y trabajan estos salvadoreños que aspiran realizar el “sueño americano,” que muchos lo interpretan como lograr un mejor estándar económico, social educativo y cultural lo que vale decir, trabajar mucho, ser constante, disciplinado, honrado y sobre todo muy respetuoso de las leyes. Muchos hablan el idioma, pero también bastantes no. Algunos argumentan que para pasarla no lo necesitan, argumento que considero totalmente falso pues para lograr mejores oportunidades es de rigor tener un conocimiento aceptable del idioma y eso va para cualquier país del mundo, donde uno se encuentre.

En Washington y sus alrededores, viven salvadoreños de todo tipo, provenientes de todos los departamentos del país. Trabajan en diversas actividades, muchos de ellos son exitosos empresarios, profesionales, artistas, pastores, etc. También hay un buen numero de prestigiosos profesionales de la economía y finanzas que están bien posicionados en organismos económicos y financieros multilaterales, gozando de alto y merecido prestigio.

Hay una actividad en la que los salvadoreños sobresalen y esta es, el arte culinario. Existe un gran número de restaurantes especializados en comida salvadoreña, patrocinados no solo por salvadoreños o centroamericanos residentes, sino que también por norteamericanos que dicen amar la comida guanaca.

Las pupusas, los tamales, los frijoles rojos o negros, los lorocos, los pipianes, el gallo en chicha, la sopa de mondongo, la semita, la torta de yema, y hasta las “peperechas,” productos criollos y nostálgicos, que ya se nacionalizaron sin esperar la Ley Integral de Inmigración y sin pedirle permiso a los senadores y congresistas, y lo que es mejor, sin temor a la “migra.”

La jardinería, limpieza y pintura de casas y apartamentos, la industria de la construcción, son también actividades donde la mano de obra salvadoreña es abundante y goza de gran prestigio. En general, el trabajador cuscatleco es muy apreciado y se reconoce en el, dotes de responsabilidad, esmero y capacidad, lo que contribuye a poner en alto el nombre del país.

Pero también hay compatriotas que están en los medios de comunicación como periodistas, locutores, y narradores deportivos. Además, hay un buen numero de bufetes de abogados, que resuelven los diferentes problemas legales de los “salvatruchos” que van desde pequeñas infracciones a la ley hasta situaciones mas complicadas. En esta materia también se ventilan y resuelven problemas de solicitud de familiares residentes en El Salvador, y otros tantos asuntos no menos delicados.

No puedo dejar de mencionar a los que trabajan en organizaciones civiles, que dicen representar y defender los intereses de los salvadoreños, tanto en Estados Unidos como también en El Salvador, que se presentan como expertos en problemas migratorios y que desempeñan una función muy importante en beneficio de la comunidad.

Es así como nuestro país, a través de los residentes en el área de Washington D. C. y sus alrededores, aporta cultura y mano de obra salvadoreña al desarrollo de la capital del país y de muchas otras ciudades importantes de los Estados Unidos de América.

Aprovecho esta ocasión para enviar un saludo fraterno y de admiración a los que llamamos hermanos lejanos, que de lejanos no tienen nada, pues están muy cerca de nuestras mentes y corazones, que luchan tesoneramente por mejorar en todo sentido su situación, y sueñan en un tiempo no muy lejano, poder regresar muy superados al suelo patrio.

Bethesda, MD.

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