Política

[Politica][bleft]

Inmigración

[Inmigración][twocolumns]

El destino nuclear del mundo descansa en Japón

En ocasiones, decir lo obvio es sensato. Hay una gran cantidad de buenas razones por las que el desastre nuclear de Japón no debería evitar que el mundo utilice el poder atómico y hay una mala razón por la que generará temor. Pero el mal razonamiento puede anular la racionalidad. Cuando las plantas nucleares estallan por la televisión —por muy imposibles de repetir que sean las causas y controlables que sean las consecuencias— todas las promesas de la industria sobre seguridad y lógica económica, y todos los argumentos a favor de la necesidad de construir plantas para mitigar el cambio de clima, son anuladas por una nube de polvo de cesio.

Hicieron falta tres décadas para deshacer las consecuencias emocionales de la isla de las Tres Millas y Chernobyl. Se podría requerir de un periodo similar para olvidar la calamidad de Fukushima Daiichi. El 13 de marzo, Chris Huhne, el secretario de Energía Nuclear de Gran Bretaña, en vano nos urgió a no entrar en pánico. Este país no tiene grandes terremotos, dijo. Habrá una investigación. Se aprenderán lecciones. Tal vez (no se atrevió a añadir) esto no resultará en un desastre nuclear. El horrendo terremoto de Japón ha cobrado muchas víctimas en otros lugares.

Cierto, pero mientras Huhne hacía estas declaraciones, los ingenieros estaban bombeando agua de mar por una tubería del Pacífico norte para evitar que un trío de viejos reactores se sobrecalentase. Este trabajo disparatado podría evitar la fusión: pero no es un remedio que un mecánico recomendaría para el radiador de un automóvil sobrecalentado. Cuando los expertos deciden que es necesario inundar reactores en el país tecnológicamente más avanzado del mundo con un flujo improvisado de agua marina, la gente preguntará si los planes de contingencia para el desastre de la industria realmente son tan buenos como siempre se aseguró.

En este punto se dividen la ciencia y la sensación. Los científicos nucleares y la industria intentarán explicar a un público inseguro que este incidente no es tan malo como parece. Cruzamos los dedos para que tengan razón, aunque lo que comenzó como una promesa de no fusión, y el domingo se acercó a una fusión controlada, podría terminar con afirmaciones de que ésta no es tan mala, sólo un brillo en la oscuridad. Como dijo un cabildero proenergía nuclear: “Obviamente, no es bueno que ocurra un incidente en una planta nuclear que involucre daños o explosión. Pero en el esquema de las cosas, ¿es un desastre? No lo creemos”.

A este necio debemos contestarle “claro que lo es”. El desastre viene en muchas formas, y sólo uno de ellos involucra la irradiación del norte de Japón. Los científicos podrían probar tener razón en el estricto sentido de que muchas cosas han sucedido de acuerdo con el plan de contingencia: el resto de las 55 plantas nucleares de Japón se comportaron perfectamente; hasta la anticuada planta de Fukushima Daiichi —de un diseño menos seguro del que se utilizaría ahora— se cerró automáticamente cuando inició el terremoto y, en su lugar, fue arrasada por el tsunami, y en que aun si el combustible dentro del reactor se filtra (poco probable) el contenedor principal del mismo debería poder contener la radiación (tal vez). La explosión fue causada por gas de hidrógeno. A lo mejor la radiación liberada podría probar no ser demasiado riesgosa.

Pero aun en el caso de que todo esto resulte ser cierto, el golpe a la credibilidad de la industria será inmenso —“un momento crítico para el mundo” como dice Angela Merkel. Una catástrofe en un patio trasero de un país ex soviético podría explicarse como el tipo de cosas que pasan en los países poco sofisticados. Pero esto sucedió en Japón: una tierra de habilidades y resistencia imbuida con una cultura preventiva; un país en el que se prepararon todo lo que pudieron. Este accidente podría no probar nada pero podría significar todo: el miedo ilógico a que el genio nuclear no pueda ser controlado. La pérdida será nuestra. Existe una razón de peso para aferrarse al desarrollo de una forma confiable, universalmente disponible, de baja emisión de carbono de generar grandes cantidades de energía. Sin más plantas nucleares no hay posibilidad de que Japón prescinda de los combustibles fósiles, y evite grandes recortes en el consumo de energía, mismos que ningún país democrático podrá imponer. El cambio de clima debería ser más importante que el prospecto remoto de una calamidad nuclear.

Los ingenieros tampoco mienten cuando dicen que los diseños modernos son mejores. La mayoría de los desechos, y todos los grandes accidentes, incluyendo a éste, han sucedido con generaciones anteriores de plantas nucleares.

Pero como ninguna otra innovación, el poder nuclear necesita que el público confíe en él, porque lo acompaña la posibilidad de una inmensa destrucción invisible. Este riesgo —por muy pequeño que sea cuando se lo compara con las consecuencias de quemar combustibles fósiles— no puede olvidarse sin importar lo remoto parezca. Si Fukushima Daiichi prueba ser mucho peor de lo que parece ahora, Occidente dejará de construir plantas nucleares nuevas. Si se contiene el incidente, podríamos estar en posibilidades de avanzar sólo a costa de cargar una industria cuya lógica comercial ya está finamente equilibrada con los altos costos de la seguridad. De cualquiera de ambas maneras, este accidente podría poner fin a la discusión, y el planeta sentirá el dolor.

© The Guardian -Traducción: Franco Cubello
Comentarios
  • Blogger Comentarios en Blogger
  • Facebook Comentarios en Facebook
  • Disqus Comentarios en Disqus

No comments :

Gracias por participar en SPMNEWS de Salvadoreños por el Mundo


Administración Bukele

[Bukele][grids]

Politica

[Politica][threecolumns]

Deportes

[Deportes][list]

Economía

[Economía][threecolumns]

Tecnología

[Tecnología][grids]

English Editions

[English Editions][bsummary]