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Sarah Palin aguanta el tirón del primero y único debate con su contrincante Joe Biden

La educación de Sarah Palin
La candidata republicana es una formidable aprendiz, que ha sido capaz de asimilar en muy poco tiempo una gran cantidad de ideas imprescindibles para combatir en la arena electoral
Por Lluis Bassets

La máquina electoral norteamericana es formidable. En cinco semanas es posible fabricar a un candidato, como mínimo a la vicepresidencia. El debate entre Joe Biden y Sarah Palin esta madrugada ha permitido observar la escasa diferencia entre un senador que lleva 35 años en Washington y una gobernadora con dos años de experiencia a la hora de aguantar un debate televisivo en directo y responder a preguntas difíciles. La señora Palin es una formidable aprendiz, que ha sido capaz de asimilar en muy poco tiempo una gran cantidad de ideas y sobre todo de fraseología imprescindibles para combatir en la arena electoral. De vez en cuando era posible percibir el artificio de un entrenamiento excesivo. Pero la señora Palin ha salido muy bien librada, con mayor frescura y capacidad de empatía que el senador Biden.

El senador Joe Biden ha combatido además con una mano atada en la espalda. No podía ni debía atacar a Palin, y no por caballerosidad sino por conveniencia. La gobernadora de Alaska está protegida por la coraza de su condición femenina, su maternidad e incluso su inexperiencia y sus defectos. Cualquier intento de buscarle las cosquillas, subrayar sus fallos o provocarlos podía convertirse rápidamente en una peligrosa arma de dos filos. Lo único que le cabía esperar a Biden era que fuera la propia Palin quien cometiera un error flagrante que la situara en una situación difícil sin su participación. Y esto no sucedió, al contrario de lo que venía pasando en las escasas y prudentes salidas que ha realizado la candidata ante los medios desde su proclamación en la Convención Republicana a principios de septiembre.

Sarah Palin tiene una sonrisa luminosa, sabe mirar a la cámara y abre de vez en cuanto los ojos con un gesto que mezcla la sorpresa y la complicidad hasta insinuar incluso un guiño directo al espectador. No hay duda de sus dotes de comunicadora, capaz de sintonizar con el gran público. Esta madrugada se ha demostrado que McCain ha encontrado un buen filón en Alaska, no tan espectacular como creyeron los republicanos en su Convención, pero muy eficaz para levantar la moral decaída de un electorado castigado por los ocho años de errores garrafales de Bush.

La aprendiza republicana ha demostrado, además, que es capaz de marcar puntos propios, complementando los defectos de su jefe de equipo. Si McCain aparece como débil en su discurso económico y alejado de las preocupaciones de los hogares y de sus cuentas domésticas, Palin en cambio no se cansó de ensalzar las clases medias y denigrar la codicia de Wall Street. Puede darse la paradoja así de que sea ella la que cubra en alguna medida la parte de discurso económico que le falta al veterano senador.

Si hubiera que dar un vencedor en el debate, algo más que discutible, parece claro que quien tenía más a perder, que era la señora Palin, es la que más ha ganado consiguiendo que todo pasara sin arañazos ni golpes contundentes o bajos. El nivel de la discusión, fijado a la baja por esta jugadora bien entrenada y mejor protegida, ha sido muy a ras de suelo y elemental, perfecto para conectar con la Calle Mayor de Wassilla, el pueblo donde la señora Palin ha desempeñado la función de alcalde. Lo normal, sin embargo, es que este debate tenga una influencia limitada en la evolución de la opinión electoral, ahora en pleamar demócrata según los sondeos.

Si el primer debate entre McCain y Obama fue decepcionante por el escaso compromiso que demostraron ambos candidatos en la reacción ante el terremoto financiero que atraviesan Estados Unidos y el mundo, éste se ha caracterizado por la mediocridad de las ideas cruzadas, más bien tópicos y frases hechas en casi todos los casos. El divorcio entre el drama político y económico norteamericano y el hilo de las campañas y los debates electorales no puede ser más claro.

Blog de Lluis Bassets 3/10/2008
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3 comments :

  1. Dejo a los comentaristas analizar y discutir el debate entre Biden y Palin. Sólo haré unos pocos comentarios.

    Muy inteligentemente, en las semanas previas a la cita de hoy, Palin y el Partido Republicano se habían ocupado de bajar las expectativas. Palin había insistido en que Biden era un gran orador y polemista y en que ella no tenía gran experiencia en debates. La táctica le funcionó, pues presentó mejor de lo que se esperaba. La base conservadora republicana estaba encantada.

    El populismo en los Estados Unidos ha llevado las elecciones nacionales hasta el punto de que se quiera elegir al candidato menos intelectual, menos complejo, más simple. En las elecciones de 2000, los votantes decían que Bush era un tipo con quien les daba ganas de ir a tomarse una cerveza.

    Y, Palin, con su presencia, su supuesta espontaneidad y su acento del interior del país logró presentarse como pueblo esta noche. Aún su pronunciación, estilo Bush, del adjetivo nuclear, nukular, sonaba a pueblo, a estado sencillo.

    Los candidatos hablaron de la economía nacional, de las hipotecas, sobre la situación energética, los derechos homosexuales -que Palin aprobó en su estado de Alaska-, de Irak, de Irán o de Pakistán, Israel y de Darfur, región ésta que interesa mucho aquí ya que los misioneros protestantes estadounidenses se han establecido allí.

    Con todo, este debate no debe hacernos olvidar lo que ya escribí, que un candidato a la vicepresidencia no ha ayudado nunca a un candidato a presidente. Sólo puede empeorar la situación, pero no mejorarla. Y, Palin, probablemente, sólo logró neutralizar esta noche su reciente caída en las encuestas.

    Y mejoró a medida que la noche avanzaba. Se relajaba con los minutos que pasaban, dejó de contestar y de repetir sus lemas políticos como un autómata. La tensión desapareció.

    Biden no es el personaje más carismático del mundo, pero sí pudo decir muy bien lo que quería y vincular, sin dejar de machacarlo en todo momento, a McCain con Bush y con sus políticas desastrosas.

    A Palin, no la atacó, porque, tácticamente, su único y verdadero objetivo tenía que ser McCain y, además, porque hubiera sido percibido como un acto de mal gusto y de falta de cortesía. Esa libertad le permitió a Palin encontrarse un poco más a sus anchas.

    A lo largo de casi todo el debate, Palin aprovechó esa situación y evitó el contacto directo con Biden. Pero, aún así, cuando explicaba cosas complejas en las que no creía mucho, como cuando habló de su posición sobre el medio ambiente, se alargaba en disparates y muchos sinsentidos.

    De Biden, hubo un instante, cuando mencionó a sus hijos huérfanos y a su mujer e hija fallecidas en un accidente de auto, en que se le formó un nudo en la garganta. Los nudos en la garganta son necesarios en la política estadounidense, en los debates o en las entrevistas televisadas. Los utilizan los políticos para demostrar que se emocionan y que tienen sentimientos.

    Palin repitió a diestra y siniestra que McCain es, y ha sido siempre, un político rebelde. En un momento preciso, Biden desmontó, paso a paso, esa pretención, tema central de la campaña de McCain.

    Igualmente, Biden, para recordar que McCain no quiere, al igual que Bush, dialogar con el mundo exterior, trajo a colación la absurda respuesta del candidato republicano al preguntársele si se sentaría a discutir con España.

    En su conclusión, Palin recordó, entre otras cosas, su posición ultrapetrolífera, su deseo de continuar la guerra contra el terrorismo y, sobre todo, que los Estados Unidos es una nación de excepcionalismo. (sic)

    Como hubiera esperado, el debate fue más interesante por lo que significó como espectáculo, que por las ideas que lanzaron los candidatos.

    Y, por esa razón ya casi inconsciente, ambos llevaban puestas la bandera de su país en la solapa. La de Palin, en piedras, imagino que de fantasía, y de tamaño bastante grande. Imposible, después del 11 de septiembre, que un político estadounidense no la lleve en público y la muestre.

    Sí, Palin estuvo simpática y los dos llevaban sonrisas. Es capital, aquí, para el electorado, que un político sonría todo el tiempo. Alguien malhumorado, aún un poco o de vez en cuando, no saldrá, en los años por venir, electo presidente del país. Es este el país de las caras alegres y de las relaciones públicas.

    Ahora, muchos determinarán que Palin está a la altura de la presidencia. Como si hubiera podido transformarse en unos pocos días.

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  2. Boomeran,

    Buen analisis el suyom extoy 100% con su evaluación.

    Pero creo que es obligado mencionar que esta mujercita de gafas tiene una manera muy peculiar de proyectar sus argumentos, a mi particularmente no me gustó nada.

    Los politicos tiene que ser habiles comunicando y centrarse en los asuntos con datos y detalles concretos, Palin no hizo eso y se desparramo por los suelos en generalidades.

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  3. Interesantisimos comentarios de Boomeran y el anonimo de las 4:54.

    A mi tampoco me convencion Sarita, mas bien lo aprecie como mas cosmetico que otra cosa. Sin embargo creo que a Biden le recordo la metida de pata al hacer comentario contra Barack Obama cuando se supo su candidatura.

    Biden es el mejor preparado y asi lo demuestran las encuestas.

    No arriezgaria mi voto al otorgarselo a MaCain porque creo que su senilidad es un riezgo y Palin asumiria el cargo y ya estuvo suave con politiqueria cosmetica con Bush.

    En El Salvador estamos hartos de esa gangrena mediatica.

    Saludos,

    Jose Matatias Delgado Y Del Hambre.

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