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Visita de Nayib Bukele A Washington

Banderas de EE.UU y Washinton DC, hogar de más de 500,000 salvadoreños
Por Jose Manuel Ortiz Benitez

Las figuras políticas de El Salvador acostumbran aterrizar en esta maravillosa ciudad con maletas llenas de ropa fina y mensajes bonitos para los oídos de nuestra Comunidad. Llevamos ya 20 años con esta viaja tradición, pero nunca se nos ha tomado en cuenta de verdad a la hora de tomar las grandes decisiones nacionales.

El 1 marzo de 2001, el ex presidente Francisco Flores aterrizó en la ciudad con una turba de gente de servicio, la misión no era sencilla,  salvar a 150,000 salvadoreños del filo de la deportación. Después de la entrevista en la Casa Blanca con George Bush, Flores dijo fuertemente a las cámaras: “Con esta medida, durante 18 meses, los indocumentados que hayan llegado antes del 13 de febrero de 2001 no podrán ser deportados y se les otorgará un permiso de trabajo.”  El TPS era la gran lucha del momento que peleaba a corazón partido nuestra Comunidad. Flores se bajó del avión y se llevó todo el crédito.

4 años más tarde, Tony Saca vino a Washington y desde el pódium de la Universidad George Washington nos dijo viéndonos fijamente a la cara: “Todo lo que hacemos en El Salvador les afecta a ustedes. Ustedes son parte esencial de El Salvador.”  En Diciembre de 2004,  Saca invitó a líderes de la Diáspora a un convivio en Casa Presidencial para explorar nuevos lazos con la Comunidad.  Habíamos dado un pasito hacia adelante, Saca quería una alianza más allá de la relación remesera con la Comunidad. Para demostrar su convicción en esa alianza, su administración creó por primera vez un Viceministerio para la Atención de los Salvadoreños en el Exterior. Pero el puesto rápidamente se politizó y nos quedamos pagando la factura sin ningún servicio o beneficio.

4 años más tarde, llegó Mauricio Funes.  Para hacer la historia corta, el hombre del "cambio y la esperanza" también nos engañó.  Pero su engaño nos dolió más que los anteriores. Funes parecía que entendía mejor la complejidad de nuestra Comunidad, nuestras luchas, nuestro sufrimiento. Nuestras ansias de participar y nuestra fe en él nos hicieron pensar que a lo mejor esta vez nuestra voz y deseos de colaboración se integrarían de algún modo en su gobierno. Como en el cuento de La Cenicienta, la ilusión duró muy poco.

El hombre se enloqueció con el poder y aquel anuncio celebre de La Ley del Voto en el Exterior, su gran promesa electoral a la Comunidad, lo hizo en Casa Presidencial tarde y totalmente borracho. “Ya pueden votar” dijo Funes el 8 de Febrero de 2013 a los presentes de una boca que olía fuertemente a alcohol. Una ley engorrosa sin financiamiento sólo lograría una participación tullida de no más de 10,000 votos desde el exterior.

Cuando apareció el profe Sánchez Cerén como candidato presidencial en los suburbios de Washington, buena parte de la Comunidad había entrado en estado de desmoralización. En Junio de 2013, mucha gente dio la espalda a la llamada de participación que anunció Sánchez Cerén en Alexandria, Virginia. “Estamos en proceso de consulta Diálogo País que es escuchar a todos los salvadoreños que residan en El Salvador o en el exterior” dijo Sánchez Ceren, con una voz mustia y cansada.  No hubo ninguna ovación entre los presentes, sólo caras perplejas. El mensaje resultó frio, aburrido, monótono. Sánchez Cerén no pudo sacarnos de la desilusión que había producido en nosotros su antecesor.  

El sábado 9 de septiembre de 2017,  le tocó el turno al joven Nayib Bukele, alcalde de San Salvador. A pesar de la ausencia de algunas caras viejas que suelen participar en este tipo de eventos, el Salón Columbia, el espacio reservado para grandes eventos del Washington Hilton, situado en un barrio exclusivo de la ciudad, estaba repleto de oriundos de todas partes de El Salvador.

El alcalde llegó con el pelo engominado como en la publicidad de Dolce and Gabbana, vestido de traje oscuro, zapatos de charol, camisa de cuello blanco, combinado de pañuelo de bolsillo y calcetines rojos.  Aunque parecía cansado, el alcalde hipnotizó a los presentes con  un discurso político directo y franco. “Si ustedes están dispuestos a ir a la guerra conmigo, yo estoy dispuesto a renunciar del cargo” dijo Bukele en alusión directa a la relación que todavía mantiene con el FMLN.

Nadie esperaba un discurso duro y seco contra los dos principales partidos políticos en El Salvador, ARENA y el FMLN. Aquí, al igual que en El Salvador, también estamos acostumbrados a defender la trinchera partidaria con el hígado.  Pero Bukele no entró a defender partidos, entró a demonizarlos.

“No me interesa ser presidente” dijo Bukele, me interesa destruir el sistema actual y darle al pueblo la justicia que se merece y “que ser salvadoreño sea algo que nos dé orgullo, no vergüenza”, zanjó el alcalde de San Salvador entre la ovación y los aplausos de los presentes, algo que los salvadoreños en EE.UU. nunca habíamos oído mencionar de ningún candidato presidencial en el pasado.

El resto de la noche en el Hilton se pasó entre abrazos y fotografías con el que se cree puede ser el próximo presidente de El Salvador.

José Manuel Ortiz Benítez es columnista salvadoreño en la ciudad de Washington, DC. @jjmmortiz


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