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El Certificado Médico del Diputado Enrique Valdés

Por Jose Manuel Ortiz Benitez*

El Diputado Enrique Valdés tiene la distinguida condición de “honorable representante del pueblo salvadoreño en la Asamblea Legislativa”. Pero de honorable no tiene nada. Veamos por qué.

Sostiene el Dr. Valdés que la salud de los salvadoreños es lo primero y que él ha luchado incansablemente toda su vida para crear un sistema de salud público solidario y equitativo para el pueblo salvadoreño. Sin embargo, el registro de su actuación, como diputado en la Asamblea Legislativa, dice todo lo contrario.

En el 2002, Margarita Posada, de Acción Popular para la Salud en El Salvador (APSAL), fue a la Asamblea Legislativa con una propuesta para intentar aliviar el dolor que sufrimos los salvadoreños a la hora de comprar medicinas.

La propuesta de APSAL buscaba la creación de una comisión evaluadora para frenar el aumento vertiginoso del precio de los medicamentos en el mercado salvadoreño. En ese momento el Dr. Valdés, quien entonces era Jefe de Fracción Legislativa del partido ARENA, dijo que no, que no había ningún problema estructural con el precio de los medicamentos, que era un problema entre la oferta y la demanda.

En aquel momento, después de tildarla de partidaria de la izquierda radical, Margarita Posada se fue a su humilde casa a contarles a sus hijos que no había llegado muy lejos con su propuesta de aliviar el precio de las medicinas.

El Diputado Valdés a su vez se fue a un hotel de lujo a reunirse con sus amigos de INQUIFAR (Asociación de Industriales Químico-Farmacéuticos de El Salvador) para decirles que el mercado estaba asegurado.

Margarita Posada volvió una y otra vez a la Asamblea Legislativa con su propuesta de intentar romper el speudo monopolio impuesto por INQUIFAR. Nada. INQUIFAR era impenetrable.

Margarita se tiró más de 10 años haciendo alianzas, entre ONGs, universidades, medios de comunicación y asociaciones de consumidores, para impulsar su propuesta en la Asamblea Legislativa de bajar el precio de los medicamentos en El Salvador y siempre se topó con el “no“ rotundo del honorable diputado Valdés.

Lejos de velar por el precio excesivo que pagamos los salvadoreños por nuestras medicinas o flexibilizar el mercado con más competitividad en el mercado, al diputado Valdés se le encontró en una nómina fantasma de 900 dólares mensuales en el Registro Nacional de las Personas Naturales (RNPN). Nadie se explica qué hacía un ginecólogo de prestigio, y a su vez diputado de la república, en una institución de registro de personas naturales.

El Sr. Valdez dice que sus servicios de medicina en la RNPN eran servicios genuinos de ginecología, puesto que habían sido “correctamente adjudicados” bajo una licitación de compra del estado, tal como lo manda la ley. Es decir, el Dr. Valdés insiste que la RNPN puede comprar, con total legalidad y transparencia, servicios de ginecología avanzada, siempre y cuando estén bien adjudicados por ley. Qué disparate!!

En la campaña electoral de 2012 para relegirse diputado por cuarta vez, el Dr. Valdés se ha sacado de la manga de la camisa el Certificado de Garantía de Salud con el que pretende resolver los diversos y complejos problemas de gestión de salud acumulados durante décadas en el Seguro Social.

“Uno se puede esperar cualquier terminología de un noble representante del pueblo salvadoreño en la Asamblea Legislativa” dice mi estimado tocayo don Manuel. “Mas no así de un prestigioso médico ginecólogo” resume mi tocayo con la ironía habitual en él.

El Seguro Social “estafa al 25% de la población salvadoreña” dice el diputado Valdés sin medir en absoluto la barbaridad de lo que dice, ni por ser médico, ni por ser compañero de profesión de sus colegas que trabajan en el Seguro Social.

“¿Cómo se llama cuando el Seguro Social no te brinda los servicios que ya pre-pagaste?” se pregunta el Diputado Valdés.

“Se llama ESTAFA?” dice el diputado Valdés tan tranquilo, injuriando duramente al Seguro Social, a su Consejo Directivo –formado por el cuerpo médico, sindicatos, dependencias de gobierno y por sus socios en la ANEP– denigrando también a los 1,800 salvadoreños que el ISSS salva cada semana de hemodiálisis terminal, a los 580 pacientes a la semana que el Seguro Social salva en sus salas de traumatología, a los 21,000 trabajadores al año que el ISSS mantiene con prestaciones económicas por accidentes laborales, a los 53,000 jubilados que el ISSS paga a través de Hacienda, a 500,000 salvadoreños que reciben 19,000,000 millones de recetas anuales, a los 6,500 pacientes que reciben sus medicamentos a domicilio cada mes, a los cerca de 20,000 recién nacidos que el ISSS da vida cada año.

El ISSS tiene sus problemas a la hora de brindar atención médica de forma efectiva, pero no es una ESTAFA, como canta al mundo el honorable diputado Valdés.

Se ve que el Dr. Valdés es un diputado poderoso, dice cualquier barbaridad sin que nadie le diga nada, da igual que difame, que denigre o que hunda sicológicamente a pacientes que usan los servicios del Seguro Social. Ha invertido muchos miles de dólares en una campaña deshonrosa, denigrante y permanente contra el Seguro Social.

En un ambiente hostil, como el nuestro, denigrar puede dar muchos réditos. El Dr. Valdés lo sabe y por eso se proyecta cínicamente ante el pueblo llano como el hombre que resolverá los grandes desafíos que todavía tiene el Seguro Social. Sin embargo, con la difamación, el Dr. Valdés lejos de volverse parte de la solución de la seguridad social en El Salvador, se vuelve parte esencial del problema.

Otros artículos de este autor Aquí -Jose Manuel Ortiz Benitez es columnista salvadoreño
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3 comments :

  1. Si a uno le pagan por decir la verdad no le veo mayor problema. Si a uno le pagan por decir mentiras. Ahí si.
    Quien dice mentiras el columnista o el Diputado Valdés. Ud mismo vea y elija al mentiroso.

    ReplyDelete
  2. Como se llama cuando alguien llama a alguen estafador sin serlo?

    Se llama delito contro el honor. PEro como este senor valdes es diputado y tiene inmunidad por eso puede decir cuaquier babosada

    ReplyDelete
  3. Gran problema del periodismo en El Salvador. Todo se basa en anónimos, nunca se puede comprobar nada de nadie.

    ¿Dónde esta -aunque sea- el blog de la susodicha donde muestras alguna prueba contundente de todo esto?

    Claro, la gente tiene morbosa predilección por creer en conspiraciones de cualquier tipo por parte de gente de la derecha, pero nadie puede creer la verdad tras la farsa del ALBA por más pública que esta se haya realizado

    ReplyDelete

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