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Romero: para que no quede en el olvido

POR ANY CABRERA

El arzobispo Oscar Arnulfo Romero, en proceso de beatificación en el Vaticano, fue asesinado en 1980 por un fracotirador contratado por escuadrones de la muerte. El homicidio fue uno de los detonantes de violencia durante la guerra civil que por 12 años asoló a El Salvador (Foto Lula y Funes frente a tumba de Romero).

El 24 de marzo de 1980 fue asesinado con un disparo al corazón cuando oficiaba misa. La víspera, durante la homilia dominical, hizo una firme petición a los militares: "En nombre de Dios y de este sufrido pueblo les ruego, les suplico, les ordeno, en nombre de Dios, cese la represión".

Un informe de la Comisión de la Verdad, creada poco después de los acuerdos de paz que pusieron fin a la guerra en 1992, determinó que uno de los autores intelectuales del crimen fue el mayor Roberto D'Abuisson, uno de los fundadores del partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que gobernó el país durante 20 años (1989-2009). Pero los responsables intelectuales y materiales del homicidio no serán castigados debido a una amnistía promulgada en 1993.

Romero, de 63 años, era sacerdote diocesano. Su lema era "Sentir con la Iglesia" y su evolución estuvo marcada por la posición de la Iglesia en la época, identificada con la Teología de la Liberación, que protegía, pregonaba por y prefería a los pobres.
Al asumir el arzobispado, Romero "pasó no sólo por una conversión -o cambio importante- como es admitido, sino que pasó también por una evolución en su concepción de la Iglesia y en su sentir con ella", dijo el sacerdote jesuita Jon Sobrino en el prólogo del libro "El sentir con la Iglesia de Monseñor Romero".
Para el jesuita, que acompañó a Romero en el Arzobispado, "fueron años de realidad muy densa" para la iglesia católica salvadoreña.

Durante la guerra, escuadrones de la muerte, integrados por civiles y militares financiados por la élite salvadoreña, mataron seminaristas, monjas y sacerdotes que trabajaban con los pobladores de zonas rurales salvadoreñas, según el informe final de la Comisión llamado "De la Locura a la Esperanza (La Guerra de 12 años en el Salvador)".

Romero, se convirtió en "la voz de los sin voz" y todos los domingos -desde el púlpito- condenó las masacres y asesinatos de civiles inocentes en las operaciones militares. Para sectores conservadores del país, el arzobispo era un "subversivo" más.

Usaba lentes, era bajo y de tez morena. Con su voz fuerte y que inspiraba serenidad fustigó a lo que mataban civiles y exigió a los soldados a poner fin a la represión.
"Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre debe de prevalecer la ley de Dios que dice: 'no matar ... ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios ", dijo en el sermón que pronunció el día antes de muerte y que siempre será recordado.
Informes oficiales de la investigación del crimen indicaron que el prelado había recibido varias amenazas de muerte y decidió que sus colaboradores ya no lo acompañasen cuando salía "para evitar riesgos innecesarios".

En otro de sus sermones en octubre de 1978, el prelado habló del "Dios que siente el lamento de sus campesinos que no pueden dormir en sus casas porque andan huyendo de noche, el lamento de los niños que claman por sus papás que han desaparecido: ¿dónde están? No es eso lo que esperaba Dios".

El día de sus funerales una bomba explotó en las afueras de la catedral capitalina y francotiradores dispararon con metralletas a los más de 50.000 asistentes. Entre 27 y 40 personas murieron y más de 200 resultaron heridos, según la Comisión de la Verdad
Su cuerpo está enterrado en la Catedral de San Salvador. Sus sermones eran escuchados por el país y se convirtieron en cobertura obligatoria para la prensa internacional, lo que redundó en que el mundo prestara más atención al conflicto salvadoreño, que dejó unos 75.000 muertos y 12.000 desaparecidos.

En su primer viaje a Centroamérica, en 1983, el papa Juan Pablo II se arrodilló ante la tumba de Romero. Dijo que fue "un celoso pastor a quien el amor de Dios y el servicio a los hermanos condujeron hasta la entrega misma de la vida".

Sin embargo, durante su pontificado no prosperaron los intentos de la iglesia Católica salvadoreña para que el Vaticano aceptara la causa de beatificación de "San Romero de América", como ahora se le conoce. El proceso fue aceptado en mayo de 2005 y actualmente se analiza la tesis del martirio, que busca probar que su muerte ocurrió por causa de profundas creencias cristianas.

Romero nació en seno de una familia humilde de Ciudad Barrios, departamento de San Miguel, el 15 de agosto de 1917. Desde pequeño, fue conocido por su carácter tímido, reservado y tras asistir a una ordenación sacerdotal le manifestó a sus padres su deseo de hacerse sacerdote.

Estudió con los padres Claretianos en el seminario Menor de San Miguel desde 1931 y posteriormente con los padres jesuitas en el seminario San José de la Montaña de San Salvador hasta 1937. Durante la II Guerra Mundial viajó a Roma para completar su formación sacerdotal.

El 4 de abril de 1942 fue ordenado sacerdote a la edad de 25 años en Roma. Un año después regresó al país en agosto de 1943 y su primer parroquia
Anamorós, departamento de La Unión, pero poco después fue trasladado al vecino departamento de San Miguel donde realizó su labor pastoral por unos 20 años.
El 25 de abril de 1970, la Iglesia lo nombró Obispo Auxiliar de San Salvador.


Fuente: AP
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1 comment :

  1. El Gandhi latinoamericano no puede ser propiedad del vaticano!
    rechazamos la beatificacion de nuestro profeta y martir Oscar Arnulfo Romero pues esto solo seria el sello de la expropiacion de lo ultimo que nos queda como poblacion.
    un insulto a la memoria y a la inteligencia de los salvadorenios,vaticanistas negacionistas sin las leyes de negacion existieran en latinoamerica todos los curas sacerdotes arzobispos representantes de la gran ramera ya estubieran en lo mas profundo de los calabozos por mentirosos por negar la shoah de los pueblos en latinoamerica...

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