Un poco más sobre las lamentaciones de Rufina Amaya

Por Nora Mendez

De izquierda a Derecha: Martita, hija menor de Rufina y nacida años después de la Masacre de 1981 (ahora estudia Medicina, como soñaba Rufina); Rufina Amaya; Fidelia Sánchez Amaya, hija mayor y sobreviviente de la masacre del Mozote y Cerro Pando, continúa viviendo en la casa materna en la Comunidad morazánica de Segundo Montes.

Los niños que hoy residen en el Mozote repoblado, cuentan que todavía si escarban la tierra, encuentran huesitos; huesitos de niños, ancianos y mujeres que murieron en virtud de su inocencia, pobreza y extracción campesina. Es por ello y cientos de casos más, que miles pedimos la derogación de la Ley de Amnistía.

Requiem y Sanctus, son dos de los cantos de la pieza Las Lamentaciones de Rufina, compuesta y dirigida por Carlos Colón. El maestro Colón es un artista formado en la diáspora; su salida del país tuvo que ver con razones de la violencia social en que vivíamos y seguimos viviendo millones de salvadoreños.; me gustaría entrar en detalles pero no tengo la autorización de Carlos. Requiem cuenta la historia del asesinato de los niños en el Mozote y está basada en un poema que compuse a partir del sentimiento que me provocaran la historia de Rufina, sus hijos, y la mùsica de Carlos Colón; la segunda es el Sanctus de la misa y representa a la niña que murió cantando alabanzas la noche del 12 de diciembre de 1981 en el Mozote; según cuenta Fidelia Sánchez Amaya -hija mayor de Rufina- la niña tenía apenas 4 años de edad. Para Carlos Colón, en esa niña moró Dios la trágica noche de diciembre 1981.

Los músicos que interpretan estas dos piezas en el video del post anterior, son músicos de la sinfónica juvenil salvadoreña, entre ellos está la violinista Ivana, cuya familia cuenta con una fuerte tradición musical. La madre de Ivana es Lorena Santillana, ex vocalista principal del grupo Nuevamérica, y su padre es Bonifacio, director del coro de una Iglesia de Mejicanos, coro que cantó en la pasada misa conmemorativa de los 20 años de la Masacre de los Jesuitas.

Los coros infantiles son de varios puntos del país, algunos dirigidos por otro músico de larga trayectoria en el canto y música popular, Neftalí Valiente, quien grabara con el Yolocamba I Ta en México.

Las voces adultas son del coro de la Opera de El Salvador.

Rufina Amaya es una de mártir de la guerra y también salvadoreña, campesina que sobrevivió a sus 30 años a la masacre de cuatro hijos, todo su pueblo o cantón y posteriormente al asedio del Represivo Estado Salvadoreño. Rufina nunca se refugió en el extranjero, todo lo contrario, según cuenta su hija mayor y también sobreviviente, Rufina nunca quiso abandonar el lugar donde murieron sus cuatro hijos y se quedó luchando contra la misma pobreza y violencia, que sólo cambió en algunas formas a pesar de los Acuerdos de Paz firmados en 1992. Rufina murió en 2007 pero su recuerdo, su legado de madre mártir y campesina resuenan hoy más alto que nunca en las voces angelicales de nuestros artistas, que con Las Lamentaciones de Rufina, han demostrado que en el país hay tradición coral, muchos compositores académicos interesados en contar nuestra historia, así como hay poetas, e instituciones o departamentos de cultura interesados en mostrar todo lo que produce el país -dentro o fuera- sin importar de dónde venga la propuesta, siempre que sea artística y de calidad.

En diciembre próximo se cumplirán 28 años de la Masacre del Mozote, de la cual Rufina fue sobreviviente junto a otra mujer que en ese entonces era una niña. El caso continúa en la impunidad y las familias siguen esperando justicia, dignidad y reparo.

Más información sobre la masacre del Mozote:
http://es.wikipedia.org/wiki/Masacre_del_Mozote

Fidelia Sánchez Amaya, sueña en convertir la casa materna en un museo que perpetúe la memoria de su madre y todos los asesinados del Mozote. Esta sería una buena oportunidad para el nuevo gobierno de resarcir los daños que el Estado causó a esta familia y muchas más, apoyando el Museo Rufina Amaya. Se de buena fuente que algunos están ya preparando la develación de Tatús de la pasada guerra, con fines comerciales, culturales y turísticos; así que pido una oportunidad para la paz y que se invierta en este museo que no recuerda ni a ejércitos ni a guerrilleros, sino a las víctimas de un conflicto que no resolvió nada para los pobres. Prohibido olvidar.

UN DETALLE FUNDAMENTAL:

Carlos Colón llevaba esa noche dos sobres blancos con dinero de regalías para Fidelia y mi persona. Es tan raro que otro artista reconozca el papel de las musas y poetas en su obra y lo compense con ese detalle de compartir sus ganancias... Gracias, Carlos, muchas gracias.

Fuente: Blog de Nora Mendez

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