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A Christian Poveda, El Legado de Mano Dura Toni (II)

A Christian Poveda, in memoriam
Por José Iglesias Etxezarreta

La semana pasada recurrimos a un símbolo visual para tratar de expresar la opinión que nos merecía el legado del presidente más “prometedor” que ha tenido El Salvador durante el último siglo: tras el título uno se adentraba en un ominoso vacío. Pero este experimento visual tenía una función evocadora, no estrictamente reflexiva, que es para lo que se supone que nos cede su espacio el editor. Es decir, en términos analíticos no es del todo cierto que el legado de Elías Antonio Saca sea nulo. Eso supondría que la suma de sus aspectos positivos y negativos fuera cero. Ojalá fuera así.

De, por ejemplo, Francisco Flores se recuerdan las (dos) carreteras, es decir, la reconstrucción de la Panamericana y las mejoras en la del Litoral, algunos de los modernísimos tramos de las cuáles permitieron ejercicios de hipérbole periodística dignas del sonrojo más vergonzante: señores de los medios, la estructura vial es como la educación, sinónimo de desarrollo sólo si existe un aparato productivo que permita rentabilizarla.

Lo que por falta de auténtica visión de Estado no se sabe o quiere recordar de Flores es su descapitalización del poder local y las funestas consecuencias del mismo. En concreto, Flores debería ser recordado como el destructor de la financiación local, especialmente del Fodes. Cuando el mundo, incluso el más neoliberal y desregulado, avanza, con unas argumentaciones o las contrarias, hacia la descentralización y la asignación de su justo poder a los entes de gobierno de proximidad, el esotérico amigo de Alberto de Mónaco acometió la maniobra más suciamente partidista de su mandato.

Jaleado por su claque mediática, que, día sí día también, insistía en denunciar supuestos derroches faraónicos de los municipios mientras exudaba satisfacción patriótica por la nueva carretera de Comalapa, hizo todo lo que a su mano permite este régimen presidencialista para negar los fondos a los ayuntamientos. El cálculo, acerado y preciso como un bisturí, era sustraer los fondos imprescindibles para las mejoras del entorno degradado en que viven las masas para castigar despiadadamente la afición de éstas por votar al Frente, enfrentar a la izquierda con las necesidades de sus electores naturales.

Y el plan ha tenido un relativo éxito, véase como muestra la capital. ¿No presume el FMLN de controlar los núcleos urbanos? Pues que lidie con sus bases. ¿Otro ejemplo? Los periódicos desórdenes por los enfrentamientos entre la policía local y los vendedores callejeros, el pueblo repartiendo y recibiendo estopa entre los nacidos del pueblo, en medio del caos, el humo y la basura, ante el regocijo de los poderosos recluidos en sus urbanizaciones perfectamente ambientadas, y con el esperpéntico apoyo antinatura de sus portavoces.

¿Pero cómo va a enfrentarse el presidente entrante a esta fundamental asignatura pendiente? El alegre sucesor de Flores se ha encargado de que no sólo el poder local llegue virtualmente agotado a la transición. Sin entrar en el impacto de la crisis mundial en nuestro pequeño país, y según informes de la propia Administración Saca, el déficit del Estado para 2009 es de 1,058 millones de dólares y en los próximos años, sólo en términos de pago de la deuda, llegará a niveles que no se conocían desde la guerra.

¿Cuál fue la respuesta del mandatario que vivía en su propio mundo de ilusión y aduladores a la indicación por parte de su propio ministro de la necesidad de cumplir con uno de los principios básicos de toda administración que se quiere sana o al menos racional, el equilibrio entre ingresos y gastos, y con una de sus propias promesas, la de poner en marcha el único instrumento eficaz que existe para ello, la reforma fiscal? El despido del circunspecto y comedido Guillermo López Suárez cuando ya había servido a los efectos propagandísticos a los que se dedicó con devoción ese gobierno desde su candidatura. Al campeón del optimismo nunca le han gustado los derrotistas, aunque éstos sean sus amigos y le digan la verdad: que el Emperador va desnudo.

El 8 de septiembre de 2007, desde una modesta tribuna que generosamente me concedió El Diario de Hoy, que se titulaba “Deuda es deuda” y que versaba sobre el descarado truco del recurso recurrente a la figura del fideicomiso para tratar de engañar infantilmente a la oposición y a la opinión pública, ya avisábamos que la deuda estaba llegando a “los 10.028 millones de dólares, un 54% del PIB” y que ““un Estado sólo tiene tres formas de financiarse: la deuda, la donación y la recaudación. Y se recurre a las dos primeras porque no existe el valor y la decisión para afrontar la tercera al coste político que sea. Cualquier gestor de una entidad privada mínimamente saneada podría explicarle al Ejecutivo lo obvio: que no se puede vivir siempre de prestado. No es sólo un cálculo político mezquino para quedar bien ahora y comprometer la acción de próximos gobiernos, sino que es hipotecar la capacidad de decisión y acción de las generaciones futuras. Según las encuestas también es precisamente la economía la que frustra los sueños presidenciales. No afecta a la persona, pero sí compromete gravemente su actuación, y su legado”.

¿Y para qué obra memorable se ha utilizado todo ese dinero? Toni Mano Dura siempre usó su innegable encanto y simpatía personales, lo que en España llamamos “campechanía” (así, siempre se destaca que el Rey Juan Carlos es muy “campechano”) para ocultar bajo un tsunami de propaganda atronante (¿cuántas veces se ha radiado el plagiado eslogan de “un gobierno con sentido humano”?) la incapacidad, seamos justos, de su partido no exclusivamente suya, para acometer los problemas estructurales que aquejan a esta nación: es imposible enfrentarse a un desafío que los propios intereses para los que se gobierna ha creado. Tan pronto como el 12 de julio de 2004 (EDH, “A las puertas del sueño”), y como bisoño enviado especial del diario, describía esta estrategia de galopar hacia el abismo a lomos de una sonrisa al cerrar con el siguiente doble sentido la crónica del ambiente popular en un encuentro con la diáspora en las vísperas de aquella improvisadamente sonrojante reunión con Bush: “Elías Antonio Saca sabe que tiene un pueblo capaz de vivir de esperanza”.

Y de aire deberíamos añadir ahora. Pese a la crisis de los destinos de acogida, el éxodo no se detiene. La gente sigue huyendo del país arruinado que no puede ni garantizarles siquiera esa evanescente esperanza. Montañas de estadísticas institucionales torticeras son incapaces de ocultar que sólo el 17% de los dos tercios de salvadoreños que aún no se han ido tienen un empleo regular. Según el PNUD, en 2008, otro 43% de la población estaría subempleado. ¿Y de qué vive el otro 40%? “Uno de los pueblos más trabajadores del mundo” (y si lo dudan, pregúntenselo a los empresarios agrícolas californianos o a las bananeras radicadas en Honduras) malgasta su creatividad, se ve obligado a optar a un peligroso exilio y aporta su denodado esfuerzo a construir economías ajenas.

Y a todo esto puede sumarse el paquetazo, basado en recomendaciones también heredadas provinentes de Fusades o la Anep que incluyen ¡ojo! hasta un régimen fiscal especial para los comerciantes informales, que se verá obligado al menos a estudiar Funes sólo para poner en orden el desastre. La filosofía es la de siempre. Privatizar la riqueza y socializar la miseria. Eso es como cuando desde alguna ONG bienintencionada se preguntan “¿cómo hacer productivas las remesas?” y uno francamente se plantea porqué siempre lo primero que se hace es ver cómo rentabilizar el escaso capital de los pobres en vez de plantearse que a los ricos hay una parte que les sobra (ese cuarto helicóptero o el segundo fin de semana en Aspen, tal vez) y que en todo los estados civilizados se les grava según su fortuna (en los dos sentidos de la palabra).

Toni Mano Dura. El Jóker. Éste es el hombre al que prefirieron por delante de Schafik Handal porque “lo mejor estaba por venir”. ¿Recuerdan? Éste es su legado. Su legado, también el de ustedes, el de todos nosotros.

Fuente: Diario La Página 3/9/2009
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2 comments :

  1. Si vamos a echar culpas, las cosas no se ven bien para Funes: la violencia ha empeorado.

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  2. Porsupuesto hay elementos de juicio que son razonables en el analisis aca presentado.

    Poveda es una grande interrogante Salvaodrena, PORQUE NO ATENDER LAS MARAS EN LA MEDIDA DE CIUDADANOS Y ESTUDIAR SU FENOMENO CULTURAL?

    A poco nos haremos los majes nuevamente aunque dia a dia nos este golpenado la sangre de tanta victima en la calle?

    Pensemos un ratico y vera que vale la pena construir que pasarse a un "oposicion cagativa".


    Jose Matatias Delgado Y Del Hambre.

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