Joaquín Samayoa carga contra la izquierda dogmática

La espada de Damocles
*Joaquín Samayoa*

Cicerón cuenta la leyenda de Damocles, adulador de oficio en la corte de Dionisio II, un tirano de Siracusa en el siglo IV a. C. En una ocasión, cuando Damocles exaltaba el poder y las riquezas del gobernante, este le ofreció vivir por un tiempo esa vida aparentemente tan maravillosa que él llevaba. Damocles aceptó el ofrecimiento pero, a pocas horas de haber empezado a disfrutar su nueva vida, se percató de que una espada bien afilada pendía todo el tiempo de un fino hilo sobre su cabeza. Dionisio le explicó que así era realmente la vida de un gobernante, ante lo cual Damocles optó por volver inmediatamente a su vida pobre pero segura.

La leyenda encierra una importante lección sobre la empatía. No es posible juzgar bien a otros si no se tiene la capacidad de ponerse, aunque sea por un momento, en sus zapatos. Esa es una lección que debieran intentar aprender los que en estos días están juzgando con tanta ligereza a Mauricio Funes.

El presidente electo recién empieza a dimensionar la verdadera magnitud del lío en que se metió cuando aceptó la candidatura de un partido que se resiste a reconocer y superar la obsolescencia de su visión marxista-leninista del Estado y que abraza una idea de la democracia muy diferente de la que aceptamos y queremos la mayoría de los salvadoreños, incluidos los cientos de miles que confiaron más en el candidato que en su partido e hicieron posible una victoria electoral que jamás habría podido obtener de otra forma el FMLN.

El discurso y las actuaciones más recientes de algunos dirigentes del FMLN y de las organizaciones sociales más extremistas no son, en esencia, muy diferentes de la actuación del tirano Dionisio en el relato de Cicerón. Le permitieron a Funes llegar a la Casa Presidencial, pero antes de que llegue le están colocando una filosa espada sobre su cabeza.

Funes tiene el mandato constitucional de gobernar para todos y entiende que no se puede gobernar para todos si no se gobierna con todos. Pero aun desde la óptica del mayor beneficio para los más marginados, un presidente no puede aislarse de otros sectores.

Es irracional albergar la expectativa de que todas y cada una de las decisiones y acciones de gobierno puedan o deban tener un impacto claro y directo en los sectores que legítimamente constituyen la prioridad de un gobierno de izquierda. Si el FMLN o el movimiento social van a montar una escenita, como la de la invasión al recinto legislativo, cada vez que algo no les guste, el Gobierno se verá paralizado y terminarán perdiendo los que siempre pierden, esta vez víctimas de la intransigencia de los que se autoproclaman sus defensores.

El país y sus pobres más pobres necesitan y merecen que el nuevo gobierno tenga una verdadera oportunidad de hacer las cosas bien. ¿Sería mucho pedirles, señores y señoras de la izquierda dogmática, que guarden siquiera por un tiempo la espada de Damocles?

Es Director de investigación de FEPADE - Fuente LPG 15/5/2009

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