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GOBIERNO DE FUNES SE DECLARA INCAPAZ






El día 18 de Julio del corriente, cuando todos los ministros acuden a la Asamblea Legislativa para rendir
un informe a los legisladores, aparece el flamante Ministro de Defensa, Munguía Payes, con un
despliegue militar nunca antes visto desde que terminó la guerra civil en El Salvador. Incluidos
helicópteros fuertemente armados sobrevolando la zona, tanques de guerra, vehículos todos terrenos,
franco tiradores desplegados en edificios aledaños, soldados con pasamontañas y las caras pintadas por
todo el perímetro legislativo, paracaidistas, entre otras demostraciones. Parecía un acto de guerra o una rebeldía militar. Hasta se llegó a pensar en un golpe de estado.

Pero era solo una demostración de fuerza y poder. Munguía Payes, que en Mayo recién había sido
destituido como Ministro de Seguridad por orden de la sala de lo constitucional, acababa de tomar por
segunda ocasión el Ministerio de Defensa avalado por el presidente Funes. Munguía quería que el
pueblo salvadoreño se sintiera seguro; que bajo su mando estaba el Ministerio mejor equipado para
defender la soberanía nacional en cualquier momento. Quiso mandar un mensaje de fuerza y seguridad
a la población con una demostración no vista desde la ofensiva del 1989.

Críticas y burlas de parte de la población no se hicieron esperar. Con esto, mas revelaciones de otros
funcionarios de los privilegios a los delincuentes encerrados que incluían hasta prostitución dentro de
los penales mientras Payes era ministro de seguridad, la clase política pedían al presidente Funes la
destitución del flamante ministro. En respuesta, el presidente Funes tajantemente salió en su defensa
argumentando que el Ministro Munguía Payes gozaba de su plena confianza por ser un excelente
Ministro.

En los meses de Agosto y Septiembre, Honduras inicia una serie de provocaciones izando su bandera en
la Isla de Conejos propiedad de El Salvador. En esos mismos días anuncian la construcción de un
helipuerto en dicha isla. Por si fuera poco, los candidatos a las elecciones se reúnen en la isla e izan
juntos la bandera hondureña en clara señal de provocación al vecino.

Sorprendentemente; el día martes 22 de octubre, el mismo ministro de defensa que había dado aquella demostración de poder en Julio pasado ante la mirada atónita de la población, desmoralizaba a ese mismo pueblo y al ejército bajo su mando en una entrevista diciendo que el país no tiene la capacidad de defenderse de un eventual ataque aéreo por parte de Honduras. Alagó a los hondureños diciendo que estaban mejor equipado con aviones de guerra. Ante un pueblo incrédulo, Munguía le estaba bajando la moral al ejército nacional, del cual se esperaba que estuviese listo para defender la soberanía nacional ante cualquier adversidad. Ya el pueblo se había resignado y aceptado que el gobierno no podía defenderlo de la delincuencia, pero que al menos se tenía la hombría y moral en alto para defender al país en caso de agresión a la soberanía.

Las reacciones no se hicieron esperar, a tal grado que la avalancha de críticas y burlas de nuevo se
desbordan, el presidente nuevamente sale a la defensa del Ministro de Defensa dándole toda la razón.
El pueblo está indefenso.
Un país, que recién tuvo una guerra de la que se heredó un alto grado de criminalidad
abonado por la migración, lo que menos se espera es que el gobierno desborone la moral del pueblo y
su ejército.

Un gobierno nunca revela sus debilidades. Al contrario, muestra fortaleza aunque no la tenga.
Las guerras nunca se han ganado con poderío militar ni armamento sofisticado. Las guerras se han
ganado con estrategias y agallas de parte de los generales que dirigen al ejército. El mismo Estados
Unidos, aun teniendo al ejército mejor equipado del mundo, han perdido algunas guerras porque sus
rivales usaron estrategias nunca esperadas. Al grado, que se han visto obligados a retirarse y abandonar
la causa en ocasiones.

Sin embargo, hay algo bien visto en los gobiernos y pueblo de los Estados Unidos. El
apoyo a la moral de su ejército. A pesar que están técnicamente bien equipados, lo que los ha llevado a
derrotar gobiernos nefastos, ha sido más que todo la motivación y apoyo al autoestima de parte de
sus jefes y altos mandos.

En Honduras aún recuerdan la guerra de las cien horas perdida en los años 60 contra El Salvador. Esas
heridas, a pesar de las buenas relaciones, están propensas a ser abiertas en cualquier momento como
acto de venganza. Los hondureños no están pensando en invadir a El Salvador, pero sienten que si se les
provoca tendrían razones suficientes para descargar una ira escondida.
El que su gobierno vecino acepte debilidad y envíe voces de halagos a su fuerza área, abona la moral de
su ejército y lo pone en posición de superioridad inmediatamente; no tanto por sus aviones, si no por su
orgullo nacionalista.

Todos los gobiernos derrocados han mantenido hasta el último momento advertencias fuertes y
amenazas antes de ser finalmente abatidos. Más que todo, para que sus ejércitos aun debilitadamente
peleen y saquen fuerza de la flaqueza para hacerle frente al poderío militar hasta el último minuto. Con
esa moral en alto, es que algunos han logrado repeler tropas poderosas y los han expulsado de sus
territorios. Por supuesto la mayoría han sido aplastados por el poderío militar y solo les queda el honor
de haber defendido su causa hasta morir. Los afganos expulsaron a los rusos con armas obsoletas y poco
convencionales; los vietnamitas vencieron a los gringos con hostilidad subterránea, los mexicanos
expulsaron a los franceses con palos, piedras y una que otra pistolita.

Funes ha fracasado en casi todo su gobierno, algunos aciertos habrían sido el vaso de leche, los
uniformes y ciudad mujer. Estos pequeños logros a cambio de crear 600,000 nuevos pobres en el país. El
pueblo ya había aceptado eso y cosas peores, pero lo que no se esperaba era ese golpe tan bajo a su
moral e integridad de parte de su ministro de defensa y secundado por el presidente.
Los libros de historia aguantarán con todo y pasará al olvido, pero el desánimo y moral bien baja de un
pueblo acostumbrado a la bravura y al buen desempeño del machete, nunca podrán borrarse de
generaciones venideras.

Por lógica, un gobierno nunca debe revelar sus debilidades a otros países. Y aunque no se tenga la
capacidad de ganar una guerra, nunca se le dice al ejército lo débil que está. La autoestima de un
ejército fortalece a un país y lo lanza a defenderse hasta con palos y piedras si fuera necesario, pero con
la moral bien en alto.

Pero encima de toda esta gran metida de patas, lo más lamentable y desastroso es que siempre habrá
personas ingenuas que justificarán las declaraciones del ministro y del presidente.
Ya habíamos perdido lo sagrado. Gracias a Munguía Payes y al presidente, ahora estamos encaminados
a perder la patria. ¿Habrá que cambiar el himno nacional?

Elmer Palma.
Colaborador.
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