Carta Abierta al Consul Gral. de El Salvador en Los Angeles, California

Octubre 1, 2011

Sr. Cónsul de El Salvador en Los Angeles
Presente

Respetado Señor Cónsul:

Tengo el honor de dirigirme a usted como ciudadano de este pais por adopción y salvadoreño por derecho de sangre, también como ser humano libre pensador y con derecho de hablar a quien representa a las autoridades del país que considero mío.

Antes que nada, deseo manifestarle que no escribo representando a nadie más que a mí mismo, no hablo en nombre de ninguna comunidad, incluso de ningún grupo, hablo como individuo, con el respaldo que me da el derecho de expresión y con la seguridad de ser honesto y respetuoso.

Dicho esto, quiero referirme en esta oportunidad, respetado señor, a los eventos e incidentes que se han dado en los últimos meses y que han tenido como marco el enfrentamiento iniciado por usted y el ahora ex empleado del Ministerio de Relaciones exteriores de El Salvador, adscrito al Consulado que usted tan eficazmente dirige y quien, según afirmación de él, es aun director de la Casa de la Cultura de El Salvador en la ciudad de Los Angeles, el conocido artista escultor, sociólogo y luchador infatigable de esta comunidad, Dagoberto Reyes, eventos que culminaron recientemente con el despido del Señor Reyes.

Los que hemos presenciado en silencio el desarrollo de una “obra teatral” orquestada y montada en perjuicio de dicho señor, no podemos menos que expresar, a quien quiera oír, nuestro total repudio y crítica negativa a tan bochornosos actos de un sainete donde el “malo” ha sido el que tiene menos capacidad de defensa de los ataques instigados por intereses personales de individuos que, usando su capacidad de maniobra lo han hecho en una forma impune, alevosa y con la ventaja que da el poder imaginario que creen tener; repito, no podemos menos que sentirnos indignados ante estos actos que constituyen atropellos a la dignidad del ser humano y por extensión a la comunidad; Dios nos habría puesto agua en la venas en lugar de sangre, si hubiera querido que permaneciéramos indiferentes ante estos desmanes y afrentas.

Los ataques dirigidos al señor Reyes, utilizando como armas la calumnia, la mentira y la presentación distorsionada de hechos y declaraciones del acusado, deshonran a quienes los cometen, especialmente si estos son funcionarios públicos, quienes por su misión están obligados a estimular y a propiciar la unión de esta comunidad tan dividida, la que aun no se repone de la sorpresa causada por un cambio de gobierno que se supone diferente a los del pasado, una comunidad a la que se le debe dar razones para trabajar para un fin común.

Es inaudito presenciar que una persona que ha dado tanto por su gente, que en su momento adopto, promulgo, impulso y difundió la ideología que llevo al actual gobierno al poder, que ha sembrado tanto en esta comunidad y que además ha dado prestigio a su país con su obra artística, se le dé un trato de delincuente, cuando en su lugar debería ofrecérsele un retiro digno, y a quien el gobierno debería tener en un sitio especial y darle el título de valor nacional, se le pague con un despido injusto , injustificado e inmoral, gracias, sobre todo, a la diligencia que usted ha mostrado ante las autoridades superiores y que como consecuencia, el Sr. Reyes se encuentre en estos momentos en una situación muy precaria, y para colmo, para darle el “tiro de gracia” se le niegue el salario del último mes trabajado, esta acción (según mis investigaciones) es una medida personal suya no de RR EE, como quien dice que usted quiso poner su sello personal y su rúbrica al ignominioso despido que mando a Reyes al mundo de los desempleados, como acto final del sainete montado por sus enemigos, acto del cual usted se siente muy lleno de orgullo por el supuesto triunfo alcanzado.

Señor, con el respeto reiterado que su posición merece, le digo con toda honestidad y sin ánimo de ofensa, usted es repudiado por muchas personas de esta comunidad que no se atreven a manifestárselo en forma directa, incluso por personas que están dentro de su radio de acción, usted no eleva el honor del gobierno de nuestro país y muchas personas, mas de las que imagina, veríamos con mucho agrado su renuncia de la honrosa y respetable posición de Cónsul General de El Salvador en esta ciudad.

Señor, he tratado de ser respetuoso, con usted, por la envestidura que usted ostenta, pero recuerde ser respetable es un atributo que se gana con las acciones, ser respetado debería de ser una consecuencia de ese atributo y no un don otorgado por el poder.

Puedo discutir estos temas con usted si así lo considera conveniente, pero deberá ser en un foro público.


Respetuosamente.



Pablo A Tarso

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