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Modernizar la agricultura en El Salvador

Por Manuel García

Los agricultores en Europa y Estados Unidos, y en países emergentes como Brasil, Chile y Argentina, han invertido millones de dólares para modernizar las explotaciones agrarias. En España, por ejemplo, las maquinas, como las cosechadoras o los tractores con cabinas climatizadas, han permitido que el agricultor sea más productivo y obtenga mejores beneficios. La modernización del campo ha desplazado, colateralmente, la mano de obra campesina. En España, por ejemplo, una sola persona puede llevar la explotación de 600 manzanas de arroz, trigo, cebada y maíz sin la necesidad de contratar a una cuadrilla de personas para sembrar y levantar la cosecha. De hecho, los servicios de siembra y levantada de cosecha se contratan a empresas que ponen la maquina.

Últimamente, he estado visitando las fincas de mi familia política en España, y aprendiendo, junto a mi esposa, cómo llevar la explotación de las fincas de la familia. Mi única experiencia con la tierra ha sido en El Salvador. Mi abuelo cultivaba algodón, maíz y hortaliza en San Miguel. Cuando yo tenía 10 años, ayudaba a sembrar algodón. Y muy temprano, mi abuela me despertaba para que ayudase a cortar el pepino y los calabacines que se vendían en el mercado de San Miguel. También, después de regresar de la escuela, tenía tiempo de ir a dar de beber agua a las vacas. Mis primos y yo, niños todos, ayudábamos en las tareas agrícolas. Esa experiencia, desde muy pequeño, hizo que yo tenga un gran respeto y admiración a los agricultores.

No puedo decir que soy agricultor. Llevar una explotación agraria implica mucho dinero y es exponerse a muchos riesgos financieros. Sin embargo, tenemos la gran ilusión de ponernos al frente de una explotación agraria que complemente nuestras carreras profesionales. Pero llevar una explotación agraria en España, con una superficie extensa, es muy diferente que El Salvador. Primero, existe una red de apoyos directos e indirectos que permiten que una persona joven se pueda incorporar a la agricultura. Por ejemplo, en España, una persona menor de 40 años, puede acceder a subvenciones del gobierno para instalarse como nuevo agricultor. Pero lo más importante, especialmente para poder competir, es recibir subvenciones para modernizar las fincas.

El agua es un problema en todas partes, y especialmente en tierras de secano (es decir tierras dónde solamente depende de la lluvia). Huesca, Aragón, dónde mi familia política tienes las fincas, tiene muchos ríos, incluyendo el majestuoso Ebro, pero es necesario llevar el agua hasta las fincas. El Gobierno Español y la Comunidad Europea subvencionan las obras para llevar el agua a las fincas. También subvencionan el amueblado de las fincas hasta el 50%. Es decir, si tenemos que amueblar 300 hectáreas con regadíos e espesores a un precio de 6000 euros por hectárea, esperamos recibir la mitad en subvención para cubrir los gatos. De otra manera, no podremos hacer frente a una inversión que requiere miles de Euros.

Esta experiencia en España me hace reflexionar sobre el futuro de la agricultura en El Salvador. ¿Tiene futuro? El 11% del Producto Interno Bruto (PIB) de El Salvador proviene de la Agricultura. El 19% la fuerza laboral salvadoreña trabaja en la agricultura. Sin embargo, la gran mayoría de agricultores de El Salvador nunca han visto una cosechadora. Tampoco han visto ayuda gubernamental para modernizar la explotación agraria. El Gobierno, desde los coroneles hasta hoy, ha dado, de manera clientelista, semilla y abono, ha repartido tierras, y ha subvencionado préstamos, pero nunca ha tenido una visión coherente e estratégica para modernizar la explotación agrícola en el país. Financiar estratégicamente la agricultora debe ser una prioridad de la actual Administración Funes. Por ejemplo, apoyar con incentivos fiscales la compra de maquinaria moderna, como cosechadoras, abonadoras, o la inversión de regadío por aspersión, va ayudar que nuestros agricultores en El Salvador sean más eficientes, obtengan mejores cosechas y puedan brindar un mejor bienestar a sus familias. Modernizar el campo es tarea de todo.

Ayudar que nuestros agricultores sean tan eficientes cómo los agricultores en el primer mundo va a reducir la pobreza del campo. Diversificar la agroindustria significará más trabajos para aquellos que puedan ser desplazados por las maquinas. Significará más oportunidades de crecer y ser un mejor país. En España, hace 60 años, trabajar el campo significaba labrar con mulas. Vivir en el campo significaba pobreza y retraso. Hoy, el agricultor, pequeño o grande, tiene oportunidades para mejorar las condiciones de vida de sus familiares. Los salvadoreños tenemos que invertir estratégicamente en la agricultura. Invertir en empresas que apoyen la agroindustria, incluyendo la siembra y recogida de la cosecha, mejorará sustancialmente la calidad de vida en el campo. No tengo ninguna duda. Lo estoy viviendo en España. Me relaciono con gente que pasó hambre en el campo, pero hoy, tienen un nivel de vida mejor que cualquier rico de la ciudad.

© 2011 Manuel García
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