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Buscando la Felicidad

Por José Manuel Ortiz Benítez

Con 53 años de edad, María Cristiana sabe que el arroz ya se le pasó, por eso instruye a Blanca Miriam, de 19, a encontrar temprano la felicidad.

“No hay que enamorarse. Hay que buscar a un hombre con dinero, con mucho dinero” le insiste María Cristina a Blanca Miriam, con una carcajadita maliciosa.

Blanquita, sin embargo, cree en el amor, sueña todas las noches con la llegada de un hombre que la quiera y que la saque de la miseria en la que vive desde que nació, en las faldas del Chinchontepec, San Vicente, El Salvador.

En el Chinchontepec no hay agua potable, ni electricidad. Las oportunidades se reducen a 30 dólares por mes para cada ciudadano.

Blanca Miriam es madre soltera. Su hija se llama Margarita, como la abuela.
La niña de Blanquita no sabe que su madre está desesperada por encontrar un hombre con dinero que las haga feliz. “Aquí está la pacha” le dice. La niña se atornilla al bote de leche y en seguida se duerme, hasta las ocho de la mañana.
Años atrás, María Cristina se tiró a la aventura del norte, pero no lo consiguió. Se quedó atascada en Chiapas, México. Ahí le robaron los 300 dólares que llevaba del viaje.

“Blanquita ya estoy de vuelta,” le dijo a su pupila el día que llegó deportada a bordo de un camión lleno de sandillas desde Guatemala. Blanquita se alegró.
“Y esta muchachita” preguntó la deportada.

“Margarita” le respondió la muchacha, con la cabeza gacha.

Con fragilidad, María Cristina agarró a la muchachita y le dijo, “no vamos a dejar que sufras las consecuencias ”.

El día siguiente, María Cristina recibió una llamada de su hija en Hayattsville. “El señor ya está ahí” le dijo.

“Pónganse guapas” les avisó.

La de 53 iba con un repello de medio centímetro, la de 19, con una faja elástica para marcar cintura.

En la esquina de la terminal de oriente, pasó el primer Landcruiser con los cristales polarizados.

“Ese no es” le anunció María Cristina a la muchacha.

Al ratito, se estacionó en la otra esquina de la terminal un Landcruiser de color azul, con llantas brillantes y material de aleación.

En el interior del carro, un hombre de gafas oscuras, de tez clara, picoteó en el teclado de su Iphone.

Cuando María Cristina y Blanca Miriam entraron al Landcruiser, el estómago se les enfrió.

“Vamos hacia La Libertad, en busca de la felicidad” anunció el otro hombre al interior del Landcruiser.

En La Libertad, Blanca Miriam se sintió respetada, deseada, realizada.
El día siguiente, María Cristina y Blanca Miriam volvieron andando a la realidad de Chinchontepec.

Al llegar a casa, Blanquita se tambaleó.

Se recompuso, levantó a su hija, se la restregó en el pecho y le dijo “Margarita, algún día vas a ser feliz”.

Otros artículos de este autor aquí - José Manuel Ortiz Benítez es columnista salvadoreño.
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1 comment :

  1. Muy buen blog!! Felicitaciones por los artículos.

    saludos y buena semana.

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Gracias por participar en SPMNEWS de Salvadoreños por el Mundo


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