El cónsul y el escultor

David Hernández | 2011-05-31 | La Opinión

El Salvador

Dagoberto Reyes, "Dago", el reconocido escultor salvadoreño que ha dirigido durante más de quince años la Casa de la Cultura de Los Ángeles, Estados Unidos, será removido de su cargo a partir del primero de junio y enviado con destino a Doha, capital del Emirato de Catar, en el golfo pérsico, según reza la comunicación oficial de la Cancillería salvadoreña.

Hay que aclarar que pese a que se trata de la Casa de la Cultura, el Director de dicha entidad está bajo la dirección del Ministerio de Relaciones Exteriores debido a que así lo exige la Corte de Cuentas de El Salvador.

No tendría nada de raro esta noticia sino fuera porque todo es parte de una maniobra del cónsul de El Salvador en Los Ángeles, Walter Durán, para deshacerse de un crítico incómodo a quien no está en capacidad ni intelectual ni política de rebatir. La gota que colmó su paciencia han sido las transmisiones periódicas que desde Radio Pipiles, de la Casa de la Cultura angelina, se efectúan con las respectivas críticas a su gestión consular.

Mal andamos si estos son los planes pues todo evidencia que tras este trinquete legaloide, una típica zancadilla politiquera, se esconde la intención de dar de baja a Dago unas semanas después de que tome posesión de su nuevo cargo en Catar.

La trayectoria cultural de Dagoberto Reyes de más de cinco décadas lo confirman como un prominente artista plástico salvadoreño que ha contribuido desde dentro y desde fuera del país a engrandecer nuestro bagaje cultural y nuestro patrimonio artístico.

Algunas de sus obras son el "Monumento a la Madre Salvadoreña", que está a la entrada de la Procuraduría General de la República en San Salvador, el mural del "Poema de Amor" de Roque Dalton que se ubica en una de las plazas del Parque MacArthur de Los Ángeles, un logrado homenaje no solo al poeta salvadoreño sino también a "los hacelotodo" que en la década de los ochenta al llegar a Los Ángeles huyendo de su país tenían en las bancas y la grama de este parque su primera morada bajo cielo estadounidense.

En la década de los setenta Dago recibió el encargo de esculpir el busto del General Gerardo Barrios que está a la entrada de la Escuela Militar de San Salvador. Dago se las ingenio para grabar con escritura en sistema braille en la oreja izquierda de Gerardo Barrios la letra de "La Internacional", misma que fue saludada por varias generaciones de militares que se cuadraban ante el busto del General y, sin saberlo, ante la letra de "la Internacional" comunista. Una manera de protestar en el país de los ciegos, donde el tuerto es el rey.

Fue perseguido por ello luego de que los militares se dieran cuenta de tal burla; logró escapar de la parca por un pelo, el 11 de julio de 1980, al llegar al café Bella Nápoles, ubicado en el centro de San Salvador, unos minutos después de que el poeta Jaime Suárez y su fotógrafo fueran secuestrados por los escuadrones de la muerte que los asesinaron monstruosamente esa misma noche luego de torturarlos y machetearlos.

Con un adversario de este calibre al Cónsul Durán no le ha quedado otra alternativa que recurrir a la maniobra de enviarlo a través de jerarquías burocráticas lo más lejos posible, con el propósito de "arreglar la casa" a su manera, evidenciando no solo su ignorancia político-social sino también su analfabetismo cultural.

El escultor Dagoberto Reyes merece un trato de más respeto y admiración pues con él se está menospreciando de un plumazo no solo a todos los artistas nacionales sino también mostrando el desprecio hacia la cultura y el arte que campean en buena parte de nuestra clase política.

No es desde lejos mi intención de abogar por Dago, de mendingar a las respectivas autoridades un cambio de actitud, tampoco de poner mis manos en el fuego por un escultor agredido por la arrogancia del poder ya que Dago, como todo verdadero artista, no necesita defensores sino que es su obra, tanto a nivel cultural como social, la que habla por si misma.

Aparte de escultor Dago es también un líder comunitario de gran trascendencia en Los Ángeles donde tiene tres décadas de residir y cuya labor artística y comunitaria ha sido reconocida por todas las instancias culturales y políticas del Condado. Quizás esta sea la causa para que un político de la edad de las cavernas y los gorilas se sienta incómodo en un puesto que no le pertenece.


David Hernández es escritor salvadoreño alemán.

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