Welcome to El Salvador Mr. Obama
Por José Manuel Ortiz Benítez
El ex presidente de Estados Unidos, el entrañable Mr. George W. Bush, hijo, era un incondicional de la gastronomía salvadoreña. Concretamente el Sr. Bush era –y sigue siendo– un fan asiduo de nuestro plato nacional: la pupusa salvadoreña.
Cuando le llevaron, por primera vez, el típico alimento mesoamericano a su mesa, ”I like its form and it’s delicious” dicen que reaccionó, con asombro, el Sr. Bush, ante su anfitrión, el Sr. José, dueño del restaurante El Paso de la Pershing Street , en Arlington, Virginia.
“Please pass me the bottle of cabbage” sonó una voz ronca, como un león, en la otra esquina del restaurante. El jefe del Servicio Secreto de EE.UU. estaba tan pendiente de la seguridad del Sr. Bush, como del sendo plato de yuca frita que tenía entre sus manos de entrante.
En la velada de El Paso aquella noche, nadie supuso que 6 meses después, el pánico y el miedo se apoderarían de los EE.UU. La gente se tiraba desesperadamente por las ventanas para estrellarse contra el suelo. Una espesa humareda kilométrica se extendió y se llevó por delante la vida de 2,752 personas.
Desde la Estatua de La Libertad, se dejó de apreciar el dorado atardecer reflejado en el cristal de aquellas dos enormes torres de acero, que simbolizaron, hasta su extinción, el poderío económico de los Estados Unidos.
Después del 11-S, nada volvió a ser igual. El ex presidente Bush dejó atrás la nunca estrenada política de amistad, diálogo y cooperación con el resto del mundo.
La inmigración de puertas abiertas que la primera dama Laura Bush –de descendencia mexicana– anunció con aquella célebre frase “mi casa, es su casa” se fue al garate, y Bush empezó a dedicarse por completo a llevar a cabo su famosa doctrina “War Against Terror”, una doctrina religiosa en la que todo el mundo empezó a ser sospecho de atentar contra los EE.UU.
Todo se resumió en una frase para la historia: “You are either with us or against us.”
La mañana del 24 de marzo de 2002, en San Salvador, todos los presidentes centroamericanos, presentes en la ceremonia de bienvenida, se cuadraron como soldados rasos, según pasaba frente a ellos el Sr. W. Bush.
Bush aterrizó en su nave espacial Air Force One a las 10:53 de la mañana. A las 15:30, el señor Bush se había largado del país. El acuerdo de enviar tropas salvadoreñas a pelear a Irak se zanjó en media hora escasa. La firma del lado salvadoreño la puso el ex presidente Francisco Flores (1999-2004), del partido ARENA.
“Amigo, recuerda, queda un tema todavía pendiente, el CAFTA” le dijo Bush al ex presidente Flores, según se sumergía al interior de un helicóptero verde, con el sello del águila imperial, sujetando la rama de olivo con la derecha y las trece flechas de guerra con la izquierda.
“El Salvador es uno de los países más fuertes, más libres y más estables de nuestro hemisferio” había oficiado Bush en rueda de prensa, frente a una nube de 300 periodistas.
Bush había estado 4 horitas de su vida en nuestro triste y diminuto país y se atrevía a decir rotundamente que El Salvador era la democracia más pujante del hemisferio.
El Sr. Flores mandó el primer envío de tropas a Irak el 12 de agosto de 2003 y, como de costumbre, en el madrugón del 17 de diciembre de 2004, en el salón azul, la Asamblea Legislativa, liderada por ARENA, convirtió a El Salvador en el primer país en ratificar el tratado de libre comercio con Estados Unidos. Todos los partidos políticos, excepto el FMLN, apoyaron el acuerdo.
“Esto va crear riqueza”, “van a bajar los niveles de emigración”, “se van a crear 400,000 nuevos puestos de trabajos”. Hubo tal expectación, que alguien incluso se atrevió a afirmar que, con el acuerdo, El Salvador se convertiría en el “Japón latinoamericano”.
Sobre Irak, mejor ni hablar, 5 soldados cuzcatlecos murieron a más 10,000 kilómetros de su país, por una farsa fabricada a medida por un señor llamado Dick Cheney.
Si un salvadoreño se detiene y mira cuidadosamente a su alrededor, ve lo que realmente es El Salvador hoy en día.
El presidente Obama y su esposa Michelle, también son amantes de la gastronomía salvadoreña, gracias a la laboriosidad de nuestros embajadores gastronómicos afincados en EE.UU. A la Sra. Michelle le gustan los postres salvadoreños, las empanadas de plátano y los nuegados de yuca fresca.
El hambre feroz del Sr. Obama sólo puede ser tumbada por un buen par de tamales de gallina de corral, con un toque de ciruela dulce, como los que hacen, allá, en el cantón de Huisisilapa, en el departamento de La Libertad.
“La misma visita de Bush de marzo de hace 10 años” dice mi estimable tocayo don Manuel, con ese cansancio nato de la tercera edad. Sólo que esta vez la agenda va a girar en torno a la pobreza, la emigración, la energía, la cooperación y los 150 millones de dólares que Estados Unidos trae en una maleta negra para repartir entre aquellos países que quieran luchar contra las mafias que amenazan a la seguridad regional.
Welcome to El Salvador, Mr Obama.
Otros artículos de este autor aquí - José Manuel Ortiz Benítez es Editor de Salvadoreños en el Mundo
El ex presidente de Estados Unidos, el entrañable Mr. George W. Bush, hijo, era un incondicional de la gastronomía salvadoreña. Concretamente el Sr. Bush era –y sigue siendo– un fan asiduo de nuestro plato nacional: la pupusa salvadoreña.
Cuando le llevaron, por primera vez, el típico alimento mesoamericano a su mesa, ”I like its form and it’s delicious” dicen que reaccionó, con asombro, el Sr. Bush, ante su anfitrión, el Sr. José, dueño del restaurante El Paso de la Pershing Street , en Arlington, Virginia.
“Please pass me the bottle of cabbage” sonó una voz ronca, como un león, en la otra esquina del restaurante. El jefe del Servicio Secreto de EE.UU. estaba tan pendiente de la seguridad del Sr. Bush, como del sendo plato de yuca frita que tenía entre sus manos de entrante.
En la velada de El Paso aquella noche, nadie supuso que 6 meses después, el pánico y el miedo se apoderarían de los EE.UU. La gente se tiraba desesperadamente por las ventanas para estrellarse contra el suelo. Una espesa humareda kilométrica se extendió y se llevó por delante la vida de 2,752 personas.
Desde la Estatua de La Libertad, se dejó de apreciar el dorado atardecer reflejado en el cristal de aquellas dos enormes torres de acero, que simbolizaron, hasta su extinción, el poderío económico de los Estados Unidos.
Después del 11-S, nada volvió a ser igual. El ex presidente Bush dejó atrás la nunca estrenada política de amistad, diálogo y cooperación con el resto del mundo.
La inmigración de puertas abiertas que la primera dama Laura Bush –de descendencia mexicana– anunció con aquella célebre frase “mi casa, es su casa” se fue al garate, y Bush empezó a dedicarse por completo a llevar a cabo su famosa doctrina “War Against Terror”, una doctrina religiosa en la que todo el mundo empezó a ser sospecho de atentar contra los EE.UU.
Todo se resumió en una frase para la historia: “You are either with us or against us.”
La mañana del 24 de marzo de 2002, en San Salvador, todos los presidentes centroamericanos, presentes en la ceremonia de bienvenida, se cuadraron como soldados rasos, según pasaba frente a ellos el Sr. W. Bush.
Bush aterrizó en su nave espacial Air Force One a las 10:53 de la mañana. A las 15:30, el señor Bush se había largado del país. El acuerdo de enviar tropas salvadoreñas a pelear a Irak se zanjó en media hora escasa. La firma del lado salvadoreño la puso el ex presidente Francisco Flores (1999-2004), del partido ARENA.
“Amigo, recuerda, queda un tema todavía pendiente, el CAFTA” le dijo Bush al ex presidente Flores, según se sumergía al interior de un helicóptero verde, con el sello del águila imperial, sujetando la rama de olivo con la derecha y las trece flechas de guerra con la izquierda.
“El Salvador es uno de los países más fuertes, más libres y más estables de nuestro hemisferio” había oficiado Bush en rueda de prensa, frente a una nube de 300 periodistas.
Bush había estado 4 horitas de su vida en nuestro triste y diminuto país y se atrevía a decir rotundamente que El Salvador era la democracia más pujante del hemisferio.
El Sr. Flores mandó el primer envío de tropas a Irak el 12 de agosto de 2003 y, como de costumbre, en el madrugón del 17 de diciembre de 2004, en el salón azul, la Asamblea Legislativa, liderada por ARENA, convirtió a El Salvador en el primer país en ratificar el tratado de libre comercio con Estados Unidos. Todos los partidos políticos, excepto el FMLN, apoyaron el acuerdo.
“Esto va crear riqueza”, “van a bajar los niveles de emigración”, “se van a crear 400,000 nuevos puestos de trabajos”. Hubo tal expectación, que alguien incluso se atrevió a afirmar que, con el acuerdo, El Salvador se convertiría en el “Japón latinoamericano”.
Sobre Irak, mejor ni hablar, 5 soldados cuzcatlecos murieron a más 10,000 kilómetros de su país, por una farsa fabricada a medida por un señor llamado Dick Cheney.
Si un salvadoreño se detiene y mira cuidadosamente a su alrededor, ve lo que realmente es El Salvador hoy en día.
El presidente Obama y su esposa Michelle, también son amantes de la gastronomía salvadoreña, gracias a la laboriosidad de nuestros embajadores gastronómicos afincados en EE.UU. A la Sra. Michelle le gustan los postres salvadoreños, las empanadas de plátano y los nuegados de yuca fresca.
El hambre feroz del Sr. Obama sólo puede ser tumbada por un buen par de tamales de gallina de corral, con un toque de ciruela dulce, como los que hacen, allá, en el cantón de Huisisilapa, en el departamento de La Libertad.
“La misma visita de Bush de marzo de hace 10 años” dice mi estimable tocayo don Manuel, con ese cansancio nato de la tercera edad. Sólo que esta vez la agenda va a girar en torno a la pobreza, la emigración, la energía, la cooperación y los 150 millones de dólares que Estados Unidos trae en una maleta negra para repartir entre aquellos países que quieran luchar contra las mafias que amenazan a la seguridad regional.
Welcome to El Salvador, Mr Obama.
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Dicen que el Sr. Obama se puede comer hasta media docenas de hamburguesas un viernes por la tarde.
ReplyDeleteSi es asi habria que prepararla en El Salvador un wajolote pesado relleno, y de postre dulce de pana.
Es lo debemos hacer con esta pareja, darles a conocer como es la comida salvadoreña.
Ojala que saquemos algo los salvadoreños que sirva para todos de esta visita del don Hussein.
ReplyDeleteDon Manuel no es la misma visita de Bush.
ReplyDeleteEl Sr. Obama viene con su familia a conocer nuestra tierra, es importante enseñar la mejor cara posible.
Van a estar más de 150 periodistas a nivel mundial.
La ocasión es buena para ventilar una buena imagen del pais.
que es un "wajolote"
ReplyDeleteWajolote=pavo=turkey
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