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La deuda de Obama con la hispanidad

La deuda de Obama con los hispanos
Si Obama no hace más a favor de los hispanos, no logrará suficientes votantes latinos como para ser reelecto. Su resolución de fin de año debería ser reconectarse con los votantes hispanos y con América Latina.
Por Andrés Oppenheimer

No le quiero arruinar a nadie el espíritu festivo, pero ahora que estamos cerca del segundo aniversario de la presidencia de Obama, es hora de decir que tiene una enorme deuda pendiente con el electorado hispano de Estados Unidos y con América Latina.

Consideremos lo que ha hecho –o, mejor dicho, dejado de hacer– en algunos temas claves:

—Inmigración: Obama no logró superar la oposición republicana en el Senado contra la Dream Act, proyecto de ley que hubiera concedido ciudadanía a decenas de miles de estudiantes universitarios o soldados del ejército que fueron traídos al país de niños por inmigrantes indocumentados.

Era la medida inmigratoria más sencilla de aprobar, porque era la que tenía más sentido desde el punto de vista de la seguridad nacional, económico y humanitario. Sin embargo, tras haber sido aprobada en la Cámara de Representantes, la medida murió en el Senado.

Es cierto que el Dream Act fue bloqueado por senadores republicanos. Pero muchos líderes hispanos se preguntan si el presidente invirtió suficiente tiempo y esfuerzo para lograr su aprobación, porque en la misma semana Obama consiguió reunir suficientes votos republicanos en el Senado para revocar una ley que prohibía que soldados abiertamente homosexuales fueran enlistados en las fuerzas armadas, y días más tarde consiguió el apoyo de suficientes senadores republicanos como para aprobar el tratado de armas nucleares START.

Con respecto al tema más amplio de una reforma inmigratoria integral, que proporcionaría una vía de legalización a alrededor de 11 millones de inmigrantes indocumentados, el presidente no cumplió su promesa de campaña de convertir el tema en una de sus “principales prioridades” de su primer año en el cargo, y tampoco lo hizo en su segundo año en la presidencia.

Y tras las recientes elecciones legislativas que le darán al Partido Republicano el control de la Cámara de Diputados a partir de enero, la posibilidad de una reforma inmigratoria integral son menores que en mucho tiempo. El nuevo Congreso tiene muchos más legisladores de línea dura en materia inmigratoria que el saliente.

—Libre comercio: el gobierno de Obama anunció recientemente que sometería al Congreso el acuerdo de libre comercio pendiente con Corea del Sur, pero no dio señales de que hará lo mismo en el futuro próximo con los tratados pendientes con Colombia o Panamá.

Los partidarios de los acuerdos de libre comercio querían que los tres tratados fueran enviados al Congreso simultáneamente, para superar la oposición de los sindicatos de la central de trabajadores AFL-CIO. Aparentemente, Obama considera más importante mantener contentos a los sindicatos que lo apoyan que cumplir con sus promesas de hacer aprobar los tratados con Colombia y Panamá, dicen muchos defensores de estos acuerdos.

—Los vínculos con Latinoamérica: Obama, que había prometido forjar “una nueva alianza de las Américas” para acabar con “años de negligencia” de Estados Unidos hacia la región, no ha hecho mucho en ese sentido. Entre otras cosas, no ha cumplido su promesa de campaña de designar un enviado especial a las Américas, ni de inyectar nuevas energías a la Cumbre de las Américas convirtiéndola en una conferencia anual en vez de una reunión que se realiza cada tres o cuatro años.

Hay que admitir que el gobierno de Obama ha hecho algunas cosas buenas en el frente latinoamericano, entre ellas la adopción de una política exterior más multilateral, su postura en defensa de la democracia durante el golpe de Estado en Honduras y durante la sublevación policial en Ecuador –pese al hecho de que estas posturas beneficiaron a presidentes populistas antiestadounidenses– y la ampliación de los viajes familiares a Cuba.

Todo eso está muy bien, pero no alcanza a configurar la nueva gran visión para el hemisferio que había prometido Obama.

Y en lo referido a los hispanos estadounidenses, Obama, que ganó el 67 por ciento del voto hispano en 2008, ha ayudado a millones de latinos con sus leyes de reforma del sistema de salud y con la ampliación de los seguros de desempleo.

Sin embargo, está cometiendo un grave error al dar por seguro el voto latino. Talvez esté en lo cierto al pensar que los hispanos no migrarán al Partido Republicano, que en los últimos dos años se ha convertido en el adalid de las leyes antiinmigratorias que en muchos casos fomentan el odio racial.

Pero talvez Obama esté olvidándose de que los votantes latinos pueden hacer algo igualmente perjudicial para sus posibilidades de reelección en 2012: no salir a votar.

Si Obama no hace más a favor de los hispanos, no logrará suficientes votantes latinos como para ser reelecto. Su resolución de fin de año debería ser reconectarse con los votantes hispanos, y con América Latina.
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