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Wikileaks y El Salvador

Por Manuel García

No es ningún secreto lo que revelan los cables diplomáticos estadounidenses, divulgado por Wikileaks, sobre El Salvador. A pocos días de haber sido juramentado como presidente, Mauricio Funes empezó a distanciarse del FMLN, y un eminente divorcio era predecible. La Embajada de Estados Unidos estaba poniendo atención. Quizá el detalle más gráfico de los cables diplomáticos revelados por Wikileaks es que el Presidente Mauricio Funes viva en un estado de “paranoia”, es decir, teme hasta por su integridad física.

Robert Blau, encargado de negocios (hasta hace poco era Embajador interino de Estados Unidos) menciona en un cable a sus superiores en Washington que la paranoia de Mauricio Funes se podría definir como esquizofrenia. Robert Blau pudo haber usado otro calificativo para definir el comportamiento del mandatario salvadoreño.
Funes tiene motivos para desconfiar de los que mandan en el FMLN.

Primero, él sabe que la cúpula radical del FMLN lo ven como un traidor, aunque no lo admitan públicamente. Se puede imaginar, también, que posiblemente lo consideran más traidor que Joaquín Villalobos o Facundo Guardado. Villalobos y Guardado son fantasmas del pasado. Sin embargo, para el FMLN, convivir con Mauricio Funes es como haberse casado con ilusión, para luego aceptar vivir en camas separadas. Y aún más trágico, es aceptar que la otra persona tenga una relación extra marital, y no poder divorciarse rápidamente. El FMLN ya está pensado en el 2014 para llevar alguien que le sea fiel, incondicionalmente, y que acepte implementar a ciega las doctrinas del partido.

En una ocasión, escribí que matrimonios por conveniencia generalmente no tienen buen final. Mauricio Funes y el FMLN se necesitaban para llegar al poder. Pero, desgraciadamente, ni Funes ni el FMLN fueron sinceros con ellos mismos en aceptar que esto era un matrimonio por conveniencia. Además, engañaron a mucha gente al decir que se casaban enamorados. Personalmente, no creo que ellos mismos lo creyesen.

Wikileaks ha divulgado lo que los salvadoreños sabemos sin tener acceso a información clasificada: El Salvador es una pequeña Roma. El Presidente teme por su integridad física. Teme que lo envenenen, quizá no con cianuro como lo hacían en la antigua Roma, pero con otras artimañas que suelen ser muy devastadoras.

Según el informe de Robert Blau, Mauricio Funes no confía en el Organismo de Inteligencia del Estado (OIE), organismo que debe estar bajo el control directo del Presidente. El OIE está bajo control de la cúpula radical del FMLN. El OIE tiene la capacidad técnica de espiar al Presidente Funes. Intervienen las llamadas confidenciales del Presidente. En lugar de trabajar bajo las órdenes directas de Casa Presidencial, el OIE trabaja para el Partido. Es como que la CIA de Estados Unidos trabajase para el Partido Demócrata o el Partido Republicano. En tales circunstancias, Mauricio Funes tiene motivos para estar paranoico.

No tengo ninguna duda de que la información de los cables diplomáticos sea una observación objetiva de la realidad política salvadoreña. Un oficial del Departamento de Estado de Estados Unidos, ha sido formado para informar de la realidad, lo más objetivamente posible, sobre el país que ha sido enviado como “emisario”.

En la misma Embajada de Estados Unidos, existen varias agencias encargadas de obtener información creíble y verificable sobre la realidad del país. Así como cualquier oficial de las 16 agencias de inteligencia que tiene Estados Unidos (incluyendo el Departamento de Estado), un oficial del Departamento de Estado envía un cable diplomático después de haber pasado por un proceso de depuración de la información, “clearing process”. Es decir, el cable tiene que ser redactado con la información más creíble y verificable. Por ejemplo, si un “amigo de Mauricio Funes” llega a la Embajada a pedir ayuda en nombre del Presidente, existe un mecanismo de inteligencia para comprobar que ciertamente esa persona es “amigo” de Mauricio Funes y que en verdad habla en nombre del Presidente. Robert Blau no se puede dar el lujo de enviar un cable diplomático a Hillary Clinton, la Secretaria de Estado, con información poco creíble. Es decir, un diplomático estadounidense no se puede dar el lujo de escribir a sus superiores basándose en rumores. Este es un negocio serio.

La política exterior de Estados Unidos se sostiene en los informes que envían sus agencias de inteligencia, sea la CIA o el Departamento de Estado. Es cierto que los encargados de implementar la política exterior en Washington, D.C., son los que últimamente deciden cómo interpretar la información. Pero, esperan que sus hombres y mujeres en el terreno les envíen información creíble, irrefutable y verificable.

Los cables diplomáticos sobre El Salvador divulgados por Wikileaks reflejan una realidad que los salvadoreños podemos observar sin necesidad de tener acceso a documentos secretos: No existe unidad ni confianza entre la cúpula radical del FMLN y el Presidente Mauricio Funes. A pesar de esto, ningún político corre el riesgo de morir envenenado con cianuro.

© 2010 Manuel García es colaborador de Salvadoreños en el Mundo
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