Salvadoreño en huelga de hambre sobrevive la deportación en Canadá
Eduardo, aferrado a la vida en Canadá
» Su negativa a comer ha frenado su proceso de deportación, por ahora. Pero la de su esposa e hijos continúa
Por YENSY ORTIZ
El frío ha comenzado a calar en el cuerpo de Eduardo V. y no es precisamente por la llegada del invierno. Su apariencia física ya resiente los 22 días de huelga de hambre que mantiene en protesta por su arresto, efectuado el 23 de noviembre en Montreal, Canadá (Foto:Afectados. Las hijas de Eduardo, el salvadoreño en huelga de hambre en Canadá, se verán afectadas con su proceso de deportación, que comienza este 15 de diciembre)
El salvadoreño ha sido trasladado al Centro de Detención de Inmigración Canadiense (CIDC, por sus siglas en inglés) Saint-Vincent de Paul, en Laval, al noroeste de Montreal, Quebec, como parte del proceso de deportación en su contra.
"No hago esto por mí, lo estoy haciendo por mis hijos", expresa mientras hace una pausa para recuperar el aliento. Se quita el abrigo para mostrar lo delgado que se encuentra, sus horas de descanso por día se han reducido a cuatro.
Su arresto ocurrió el día en que asistió a una cita en la Comisión de Inmigración. Un agente que ve su caso le informó que él y su familia debían dejar el país para diciembre, pero Eduardo le pidió unos meses más en tanto dos de sus tres hijos concluían la escuela. La petición le fue negada.
Fue detenido en presencia de su hija de 7 años. Cuenta que la niña resultó lastimada al momento que fueron separados. "Ella me abrazó bien fuerte cuando escuchó lo que pasaba".
El oficial le pidió que entregara los pasaportes de sus dos hijos canadienses, pero él se negó.
Eduardo emigró a Canadá en 2005 junto a su esposa y una hija. Ellos huían de las amenazas d pandilleros en San Salvador. En la capital, él presenció cuando una mujer era atacada a cuchilladas.
Desde entonces, las amenazas en su contra y de su familia no cesaron. La pareja y su hija escaparon hacia Canadá un mes, con la esperanza de que al regresar todo estuviera olvidado. Pero eso no ocurrió.
"Ellos entraron a la casa y me preguntaron dónde está el Chele, buscaban a mi esposo", cuenta Jessica. Tras hurgar su vivienda, asegura que la amenazaron. "Ellos querían dinero, creían que teníamos. Querían extorsionarnos", asegura.
Después de varios meses de sufrir amenazas, la familia decidió viajar a Estados Unidos en busca de ayuda. En ese país estuvieron en Salvation Army y luego en Vive La Casa, una ONG en pro de los migrantes que les acompañó en el proceso para entrar a territorio canadiense, donde pidieron refugio.
La pareja fue llamada a corte a los nueve meses de residir en Montreal, tres meses después les llegó una carta en la que decía que su caso no calificaba para refugio. Ellos apelaron a esa resolución, pero esta vez la respuesta no llegó nunca.
"Nosotros esperamos durante cinco años, pero ellos nunca nos volvieron a llamar", reafirma Jessica. El matrimonio no quiere regresar a El Salvador porque temen por su seguridad.
"Estoy desesperado", dice Eduardo, quien ocupa un espacio distinto para recibir la visita.
Él cuenta que fue separado del resto al informar que estaba en huelga de hambre. Eduardo cree que es para evitar que otros se enteren de su situación e intenten imitarlo.
"Es injusto, no somos criminales. Nuestro único error fue decir la verdad desde el principio. Hemos visto cómo hay gente que dice mentiras y les permiten quedarse", dice Jessica.
La pareja se pregunta qué hará a su regreso a El Salvador. Eduardo era piloto privado, pero su preocupación es que con un antecedente de deportación su carrera estaría terminada.
La pareja dice que no ha sido tratada de forma justa. Ellos acusan a un agente de inmigración que ha seguido su caso.
"Este no es tu país. Y nunca serás un canadiense", dice Eduardo que le expresó el agente.
Su proceso de deportación ha sido detenido de forma indefinida por su condición de salud, pero no el de su esposa. Ella debe dejar el país este 15 de diciembre.
"Debo estar en el aeropuerto a las 2:00 de la madrugada", dice Jessica, a quien ya le fue confirmada la aerolínea por la que regresará al país.
"A mí me da cosa cuando mi hija me pregunta: mamá ¿es por mi culpa, porque yo no soy canadiense?", cuenta Jessica que le pregunta su hija mayor, nacida en El Salvador.
"Yo le preguntó (al agente) ¿dónde pongo cinco años de vida. Nuestros carros, nuestras cosas?", se lamenta ella.
Lo que recibió fue una respuesta despectiva. Eduardo dice estar cansado, pero que prefiere morir en Canadá antes que ser asesinado en El Salvador.
Fuente. EDH
» Su negativa a comer ha frenado su proceso de deportación, por ahora. Pero la de su esposa e hijos continúa
Por YENSY ORTIZ
El frío ha comenzado a calar en el cuerpo de Eduardo V. y no es precisamente por la llegada del invierno. Su apariencia física ya resiente los 22 días de huelga de hambre que mantiene en protesta por su arresto, efectuado el 23 de noviembre en Montreal, Canadá (Foto:Afectados. Las hijas de Eduardo, el salvadoreño en huelga de hambre en Canadá, se verán afectadas con su proceso de deportación, que comienza este 15 de diciembre)
El salvadoreño ha sido trasladado al Centro de Detención de Inmigración Canadiense (CIDC, por sus siglas en inglés) Saint-Vincent de Paul, en Laval, al noroeste de Montreal, Quebec, como parte del proceso de deportación en su contra.
"No hago esto por mí, lo estoy haciendo por mis hijos", expresa mientras hace una pausa para recuperar el aliento. Se quita el abrigo para mostrar lo delgado que se encuentra, sus horas de descanso por día se han reducido a cuatro.
Su arresto ocurrió el día en que asistió a una cita en la Comisión de Inmigración. Un agente que ve su caso le informó que él y su familia debían dejar el país para diciembre, pero Eduardo le pidió unos meses más en tanto dos de sus tres hijos concluían la escuela. La petición le fue negada.
Fue detenido en presencia de su hija de 7 años. Cuenta que la niña resultó lastimada al momento que fueron separados. "Ella me abrazó bien fuerte cuando escuchó lo que pasaba".
El oficial le pidió que entregara los pasaportes de sus dos hijos canadienses, pero él se negó.
Eduardo emigró a Canadá en 2005 junto a su esposa y una hija. Ellos huían de las amenazas d pandilleros en San Salvador. En la capital, él presenció cuando una mujer era atacada a cuchilladas.
Desde entonces, las amenazas en su contra y de su familia no cesaron. La pareja y su hija escaparon hacia Canadá un mes, con la esperanza de que al regresar todo estuviera olvidado. Pero eso no ocurrió.
"Ellos entraron a la casa y me preguntaron dónde está el Chele, buscaban a mi esposo", cuenta Jessica. Tras hurgar su vivienda, asegura que la amenazaron. "Ellos querían dinero, creían que teníamos. Querían extorsionarnos", asegura.
Después de varios meses de sufrir amenazas, la familia decidió viajar a Estados Unidos en busca de ayuda. En ese país estuvieron en Salvation Army y luego en Vive La Casa, una ONG en pro de los migrantes que les acompañó en el proceso para entrar a territorio canadiense, donde pidieron refugio.
La pareja fue llamada a corte a los nueve meses de residir en Montreal, tres meses después les llegó una carta en la que decía que su caso no calificaba para refugio. Ellos apelaron a esa resolución, pero esta vez la respuesta no llegó nunca.
"Nosotros esperamos durante cinco años, pero ellos nunca nos volvieron a llamar", reafirma Jessica. El matrimonio no quiere regresar a El Salvador porque temen por su seguridad.
"Estoy desesperado", dice Eduardo, quien ocupa un espacio distinto para recibir la visita.
Él cuenta que fue separado del resto al informar que estaba en huelga de hambre. Eduardo cree que es para evitar que otros se enteren de su situación e intenten imitarlo.
"Es injusto, no somos criminales. Nuestro único error fue decir la verdad desde el principio. Hemos visto cómo hay gente que dice mentiras y les permiten quedarse", dice Jessica.
La pareja se pregunta qué hará a su regreso a El Salvador. Eduardo era piloto privado, pero su preocupación es que con un antecedente de deportación su carrera estaría terminada.
La pareja dice que no ha sido tratada de forma justa. Ellos acusan a un agente de inmigración que ha seguido su caso.
"Este no es tu país. Y nunca serás un canadiense", dice Eduardo que le expresó el agente.
Su proceso de deportación ha sido detenido de forma indefinida por su condición de salud, pero no el de su esposa. Ella debe dejar el país este 15 de diciembre.
"Debo estar en el aeropuerto a las 2:00 de la madrugada", dice Jessica, a quien ya le fue confirmada la aerolínea por la que regresará al país.
"A mí me da cosa cuando mi hija me pregunta: mamá ¿es por mi culpa, porque yo no soy canadiense?", cuenta Jessica que le pregunta su hija mayor, nacida en El Salvador.
"Yo le preguntó (al agente) ¿dónde pongo cinco años de vida. Nuestros carros, nuestras cosas?", se lamenta ella.
Lo que recibió fue una respuesta despectiva. Eduardo dice estar cansado, pero que prefiere morir en Canadá antes que ser asesinado en El Salvador.
Fuente. EDH
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