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Las victorias de Dilma Rousseff y Cristina Fernández: lo posible en la izquierda latinoamericana

Por Víctor M. Valle*

El 31 de octubre de 2010, Dilma Rousseff ganó la presidencia de Brasil, con 56% de los votos. Ese mismo día, una encuesta divulgada por la agencia EFE, registra que el 67% de los argentinos consideran que Cristina Fernández es capaz de gobernar. Es, también, un día de victoria para la Presidenta Fernández, al retomar su vida con su marido, Néstor Kirchner, enterrado.

Estos hechos llaman a reflexión sobre lo que es posible en la América Latina de hoy para adelantar proyectos izquierdistas. Es ocasión para meditar sobre el papel de algunos medios y sobre el machismo imperante en algunos grupos de poder, principalmente derechistas.

Dilma Rousseff llega a la Presidencia de Brasil, como sucesora de un presidente eficaz y popular que, sin perder sus nortes inspiradores en favor de los de abajo, hizo lo posible para sacar de la pobreza a millones de brasileños. El pasado de militancia radical izquierdista de Dilma, hace creer que sus convicciones siguen siendo revolucionarias; con la madurez de sus años y el ejemplo de Lula, de seguro continuará por una senda de éxitos para sacar a más brasileños de la pobreza y de la violencia.

En ocho años de gobierno, Lula bajó la pobreza del 40% a 20%; significa que 28 millones de personas salieron de la pobreza y 36 millones de brasileños ingresaron a eso que se llama clase media.

Fueron ocho años de crecimiento económico y estabilidad para crear 14 millones de empleos. El programa hambre-cero fue un valioso instrumento para hacer justicia. Ahora, se reporta, el 97% de los brasileños comen tres veces al día. O sea que Lula, como político izquierdista, se encargó de crear condiciones para dar de comer a los pobres.

Un dejo machista se percibe contra Dilma Rousseff cuando se trata de descalificarla, por no tener experiencia política como parlamentaria, y se le acusa de ser manipulada por Lula. La verdad es que quienes alientan esas campañas son aquellos que no le perdonan, a Dilma, su condición de mujer y sus raíces revolucionarias.
La muerte de Néstor Kirchner fue inesperada y causará un gran impacto en la política argentina. En torno al hecho, de nuevo, se advierten el machismo y la ideología reaccionaria. Cuando vi la fotografía de las madres y las abuelas de la Plaza de Mayo, haciendo guardia frente al ataúd de Kirchner, confirmé de dónde vienen los ataques al difunto Néstor y la siembra de cizaña contra la actual Presidenta Cristina.

Kirchner sacó a Argentina de la profunda crisis que estalló en 2001, dirigió un país para que su economía creciera, en su período de 2003 a 2007, un nueve porciento anual; reivindicó el respeto a los derechos humanos, combatió la impunidad de los presidentes de la dictadura y le pagó toda la deuda al Fondo Monetario Internacional. Todos estos logros, viniendo de Kirchner, de seguro se hacían pensando en el bienestar de los postergados de siempre. Ahora, con su muerte, la derecha comienza a agigantar sus errores y a poner en duda las capacidades de su viuda, la Presidenta Cristina Fernández.

La verdad es que a Cristina también le cobran su raíz revolucionaria que, de seguro, siempre está presente en sus análisis y decisiones. Cristina tiene historia de lucha, ha mostrado temple y cuenta con experiencia parlamentaria en su provincia y en el Senado argentino.

Como Presidenta, se ha enfrentado a intereses agrarios, tradicionalmente conservadores y violentos, ha sido clara en su rechazo al neo-golpismo en América Latina y ha forjado alianzas efectivas con líderes afines en la región. Las dudas que se siembran sobre sus capacidades se basan, también, en la ideología reaccionaria y en el machismo inveterado en la cultura latinoamericana que debe combatirse desde la izquierda.

Dos mujeres izquierdistas en la Presidencia de dos países grandes de América Latina hacen parte de ese combate.

Los progresos de Lula y de los Kirchner y los futuros logros de Dilma son parte de una política basada en los ideales de la izquierda y orientada por las posibilidades y necesidades del pueblo, es decir de todos y principalmente de los más necesitados. Se trata de avanzar en parte del ideal que es posible.
Cuando dirigía el partido MNR, miembro de la Internacional Socialista, me entrevisté, en 1992, con el Presidente Francois Miterrand, de Francia. La cita fue lograda por Oscar Bonilla, quien por esa época aún era de izquierda, había tenido su paso por las FPL y, años más tarde, fue nombrado por Guillermo Ungo como representante del MNR en Francia. Monsieur Bonilá, le decía el difunto Guillermo, muerto en 1991, a quien sucedí en la Secretaría General del MNR.

Como Secretario General del MNR y cuando se trabajaba por la consolidación de la paz en El Salvador, me aboqué a la tarea de forjar una unidad de fuerzas democráticas que, para las elecciones de 1994, aglutinara a todas las fuerzas políticas contra ARENA, de manera tal que en todo el país se tuviera una sola bandera con el propósito de ganar mayoría en la Asamblea, los municipios con mayor cobertura poblacional y la Presidencia de la República. Eso sería posible con una amplia alianza tipo Concertación por la Democracia en Chile.

En eso andaba y por eso me entrevisté con Mitterrand, viejo socialista quien deseaba que el socialismo democrático se instalara en El Salvador, después de la guerra civil y de los Acuerdos de Paz. Al explicarle lo de la buscada alianza me espetó: ¿Cómo piensa que avance el socialismo en El Salvador? Le respondí: “Presidente: trabajaría para un país donde todos coman tres veces al día y los cuerpos de seguridad no golpeen a los pobres”. El Estadista comentó: “Muy difícil”.

La unidad de las fuerzas democráticas no se dio y el país se tuvo que echar al hombro tres gobiernos más de ARENA y sembrar más vientos para las tempestades que azotan actualmente.

Ojalá la actual coyuntura de América Latina nos inspire en El Salvador para avanzar con base en las posibilidades y las necesidades del pueblo. Desde enero y marzo del 2005, hay rayos de esperanza en esa dirección. Por de pronto habrá que decirle a Dilma Rousseff y Cristina Fernández: adelante por el pueblo y con el pueblo, sin olvidar el ideal.

* Víctor Valle es Decano y Profesor de la Universidad para la Paz, San José Costa Rica, colaborador de Salvadoreños en el Mundo
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