Conmoción en El Salvador por la quemazón de 11 salvadoreños en autobús

Las reacciones de los salvadoreños pasaron ayer de la ira, a la indignación y hasta una profundización del miedo. Algunos padres no enviaron a sus hijos a escuelas y colegios. Otros pidieron hasta la pena de muerte. Los asesinatos provocaron efectos no vistos en mucho tiempo (Foto LPG/Félix Amaya).

Cuando se creía que los salvadoreños habíamos observado todo en asuntos de inseguridad, la muerte de 14 personas, 11 de ellas quemadas vivas, provocó ayer una ola de indignación que recorrió todo el territorio nacional.

Pocas muertes han causado, en el país, más repercusiones como las sucedidas, el domingo, en Mejicanos, cuando dos microbuses fueron atacados por pandilleros. En ambos ataques fallecieron dos niñas. Una de ellas, de 18 meses, fue quemada viva posiblemente al lado de su madre. La otra murió de un balazo.

Mientras los medios electrónicos como la radio y la televisión hacían crecer los caudales de información sobre los dos casos, los comentarios entre los salvadoreños crecieron en forma desorbitada.

Desde los más humildes comedores hasta restaurantes caros, el comentario de sobremesa fue, mayoritariamente, los ataques a ambos microbuses. Pero, lo que causó más indignación fue que, sin ninguna piedad por sus víctimas, los mareros quemaran vivas a 11 personas, entre ellas a una niña de 18 meses.

Los primeros testigos relatan que los pandilleros se reían mientras lanzaban gasolina contra los ocupantes del microbús, lo que podría ser un signo de que provocaron la matanza enteramente drogados.

Muchas personas consultadas por el diario El Mundo expresaron su indignación ante lo acontencido y algunos aseguraron que “jamás habíamos visto nada igual”. Refirieron, incluso, el violento período de la guerra.

Otros padres optaron por no enviar a sus hijos a las escuelas o colegios, conducta que, aunque no generalizada, sí provocó algunas bajas en los centros de educación.

Las reacciones ante esos hechos violentos fueron de todo tipo: en círculos políticos se pidieron medidas adicionales que van desde una declaratoria de estado de excepción hasta la promulgación de la pena de muerte.

El presidente de la República, Mauricio Funes, dijo que reforzaría la seguridad del país y pidió más ayuda de la Fiscalía General de la República.

Pero, nada de eso cambió el clima de preocupación entre los salvadoreños. Sobre todo entre aquellos acostumbrados a tomar microbuses para viajar a sus trabajos o desplazarse por la capital. Un temor no menor se propagó entre los motoristas de buses y microbuses, sobre todo porque las estadísticas mencionan que, en el año 2009, ellos pusieron casi un tercio de los muertos que deja la violencia en el país.

Ayer ocurrió de todo en el país: desde una prolongada ira, un tono de preocupación y un creciente temor ante lo que pueda pasar después de sucedido el domingo en Mejicanos.

Fuente. Diario El Mundo

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