Estado de Calamidad (no, no en Haití)

Por Elmer Palma

Ante eventualidades de índoles catastróficas, insostenibles o emergencias; en cualquier país, y haciendo uso de la razón, generalmente se moviliza a las fuerzas armadas para que tomen medidas contundentes e inmediatas para reestablecer el orden y dar asistencia a la ciudadanía; en el peor de los casos, se declara Estado de Calamidad para devolverle el curso normal al funcionamiento del sistema. En El Salvador, la delincuencia ha desviado totalmente ese curso normal de estado que garantiza estabilidad económica, jurídica, social y a todo el aparato de libertades comunes.

El papel de las fuerzas armadas es claro y por eso se llaman “Defensa Nacional” que supone defender a los nacionales ante cualquier amenaza, sea esta de carácter externa o interna. Y si no es así, ¿entonces para que se les paga el treinta y tanto por ciento del Producto Interno Bruto (PIB)? (Foto Tele5 Funes es abrazado por una damnificada de IDA)

La Policía Nacional Civil (PNC) ha rebasado los límites y la misma delincuencia ha penetrado a esta institución entre otras. No por eso dejan de ser fundamentalmente la fuerza antidelincuencia; y hay que mantenerles en ese rol; siempre y cuando la delincuencia sea realmente “común” (robo de gallinas, locos tirapiedras, violencia doméstica, buchinches de borrachos, carros chocones, víctimas de dormilonas, etc.).

Pero lo que en El Salvador se está viviendo ya no es delincuencia común, es un completo estado fallido y de calamidad, un desborde completo de injusticias y violaciones a los derechos humanos. Lo cual significa que ni la policía, ni el gobierno mismo tienen voluntad ni mucho menos capacidad de controlar. Por lo que ante tal emergencia y desesperación, el uso de las fuerzas armadas es más que válido, es más que aceptable, y es más que necesario.

Se habla de extorsiones por parte de mareros, de delincuencia que nos cuentan o vemos cifras en los medios que nos alarman por un momento; pero luego de un par de vinos o hablando de mujeres y traiciones, el tema pasa a segundo o tercer plano en nuestras vidas. Pero el problema está yendo mucho, pero mucho mas lejos de lo que podemos imaginar. Ya no son solo mareros, hay familiares, empresarios, políticos, empleados de bancos, policías, vecinos y hasta niños envueltos en el cobro de “rentas”.

Mientras los diputados discuten tarifas de luz y teléfono, en el órgano judicial se discute el tipo de seguro médico de los magistrados y si este debe o no incluir ambulancia aérea en caso se les quiebra una uña durante sus vacaciones. Y en el órgano ejecutivo, aun se discuten como digerir los próximos dos años que le quedan de gobierno (ya paso uno, los últimos dos no cuentan por que hay que hacer campaña para las próximas elecciones); también se discuten mas impuestos y préstamos.

Pero en las entrañas del país, allá por la quinta décima avenida, allá por el Zurita, en el barrio Tineti, en San Miguel, en el triángulo de las bermudas (carretera al Puerto), en las pilas públicas, en la parada del “Pops”, ahí por la chulona (monumento a la constitución) o allá por el chulon (monumento a la revolución) la gente habla en susurros. Y de lo único que se habla es de la renta a las pandillas, que ya no son dos si no tres cipotes los que llegan a cobrar, que mataron un taxista anoche, que le pusieron fuego a una "coster" llena de pasajeros por que el cobrador no pagó la renta de la quinta parada después del punto. Se dice que mataron al hijo de la panadera por no pagar el aguinaldo al "Viejo Lin" (y que lo mando a cobrar desde Mariona) que destazaron 3 vacas allá por el río y le mandaron a decir al dueño que no diga nada o podría terminar como las mismas vacas (ya se lo hicieron a dos y la Policía nunca se enteró) y así sucesivamente trascurren los días en las calles, veredas o caminos vecinales de cada rincón del país.

A esto también se le llama Estado de Calamidad Extrema (ECE), y ya no solo se necesita al Ejército Nacional en las calles, se necesita ayuda internacional inmediata (Lo dijo el arzobispo).

Urge en todo el territorio nacional: Pena de Muerte, Ejército en las calles con tanques, tropas helitransportadas de reacción inmediata, retenes, escuelas públicas militarizadas, operativos relámpagos en casas remotas, mas pena de muerte, militarizar la universidad conocida como Mariona, mas cárceles de aislamiento, efectivos militares en cada unidad de transporte, y para los que se opongan a esto; aplicar un decreto que les obligue a darle albergue a tres mareros en sus casas. (Al estilo Giuliani en NY)

La situación es tan grave, que ya es común ver a los delincuentes con estrategias combativas como las que utilizó Joaquín Villalobos durante la guerra y el mismo Monterrosa. La diferencia es que éstos delincuentes de hoy andan en naves cuatro por cuatro, fusiles de alto calibre que solo se ven en las películas de Rambo y que ni el mismo ejército puede costear. Ya no se conforman con matar; mutilan a la gente, tiran granadas a los negocios que se niegan a pagar, violan, queman buses en series, se visten bien y se van a los semáforos para aprovechar las trabazones y piden a punta de pistola todo lo que los conductores llevan de valor. Ya no se conforman con dinero, quieren tarjetas también; y si les gusta el carro o la mujer del conductor, solo bajan al conductor y se llevan el carro con todo y mujer.

Talvez el panorama suena exagerado, pero en realidad es exagerado, ya es inaguantable. Lo dicen las señoras del mercado, los taxistas, los campesinos, los profesionales (Excepto los políticos que prefieren no hablar del asunto).
Ya pagan renta las iglesias, colegios privados, escuelas públicas, tiendas, buseros, microbuseros, algunas alcaldias, gente que recibe remesas, pupuserías y hasta las prostitutas de la avenida. El colmo es tan exagerado que hasta vigilantes privados pagan renta para no ser atacados. También se asegura que las empresas ya tienen en sus planillas contables los montos que les asignan a sus vendedores en las calles para que paguen los peajes exigidos por los mareros a la entrada de cada colonia o barrio (Y lo deducen de los impuestos).

Solo vienen quedando Casa Presidencial y los demás órganos del estado ¿o será que ya le pagan renta a delincuentes de cuello blanco y no nos hemos enterado?, lo dejo a su imaginación.

Pareciera que en El Salvador hay cuatro órganos gobernando y pidiendo impuestos, o llámesele cobrando renta; Asamblea Legislativa, Órgano Judicial, Poder Ejecutivo (aunque con poco poder) y el cuarto y mas poderoso "Las Maras", (con mayúscula por el grado de importancia y respeto alcanzado).

Operan con toda impunidad y libertad en un paraíso establecido por decreto. Ah, por que violarles la libertad a ellos es violarles su derecho a violar a los ciudadanos; y así interpretan ellos la ley. Cada vez son mas frecuentes las demandas a policías de parte de delincuentes por supuestos maltratos; y así, el delincuente sale libre y el policía termina en la cárcel por violación a las libertades del delincuente. (Poveda pone un ejemplo en su documental antes de morir)

Han formado sus propias leyes locales para ciudadanos, para miembros y para gobierno. Al ciudadano le dicen que tiene que pagar renta, al miembro que no puede salirse del grupo (reclutamiento forzoso) y al gobierno que no puede mandar policías a ciertos territorios considerados estratégicos. El ciudadano paga la renta, el miembro sigue siendo marero, y el gobierno simplemente acepta que ahí no se puede enviar a la policía “por razones de seguridad”.

Durante la guerra habían grupos que se oponían al reclutamiento forzoso por parte del ejército, y ahora que el reclutamiento es aun más forzoso en las Maras, nadie dice nada.

Las Maras han alcanzado mucho mas respeto y poder que el mismo gobierno. Ellos le dicen al pobre: “págame la renta y no te mato” el pobre paga y NO lo matan. Y el gobierno le dice al rico:” págame impuesto o te meto a la cárcel” el rico NO paga el impuesto y NO lo meten a la cárcel.

La Diáspora talvez no logre hacer mucho desde la distancia en este asunto por que solo los que viven el día a día saben lo que en carne propia se siente. La mayoría callan y siguen sus vidas sin mucha esperanza, caminar por cualquier calle da la impresión que nada fuera de lo común esta pasando. Y es por que pagar renta a las Maras ya se volvió común y cotidiano, ver un cuerpo tirado en una esquina horas y horas ya es común también (Medicina Legal no da abasto) ya es parte del folklore cuzcatleco.

Comenzaron con pagos mensuales, lo cambiaron a pago semanal, ahora exigen aguinaldo en navidad. Hablar o denunciar es firmar la sentencia de muerte. Ya son muchos los que han muerto a la salida de un centro policial o un juzgado. Lo inédito es que no hay valor a la vida, no hay consideración y las amenazas se cumplen cuando no se hace lo que el delincuente dice. (Cumplen lo que dicen y hacen lo que cumplen)

Muchos hablan de una cadena que va más allá de sus barrios. Pero no, todo se queda ahí, en el barrio, en el cantón, en el pueblo. El joven ya aprendió a vivir de esto y siente que es más rentable que trabajar. Sabe que si mata nunca se sabrá quien lo hizo. Cobra para vivir, para pagar tres celulares, para comprar pupusas con la señora de la esquina, para movilizarse en un buen carro (4x4) y vivir como cualquier asalariado de primer mundo. La diferencia con el asalariado local es que su ingreso es mucho más alto y viene limpio de impuestos. Mientras la señora que trabaja en la maquila ganando el mínimo, paga en la entrada de la colonia renta a la Mara; y para colmo el gobierno le quita del cheque; el impuesto sobre la renta. (Así lo define la ley de Hacienda).

Para conocer un poquito del sabor agrio que tiene la delincuencia en El Salvador, vea este video.

http://www.youtube.com/watch?v=KqyLQW3q10c
Elmer Palma palmaelmer@hotmail.com es miembro de Salvadoreños en el Mundo. Comité Empresarial con responsabilidad Social.

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