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Gobierno de Funes: ¿Política exterior del cambio?

¿Política exterior del cambio?
Por Napoleón Campos

Tras el anuncio en el mismo discurso de toma de posesión del reestablecimiento de los lazos diplomáticos con La Habana, era esperable una secuencia de giros sustantivos, golpes de timón, orientados razonablemente por el acervo intelectual y prospectivo, generado particularmente la última década, sobre la reforma y modernización de la política exterior salvadoreña. Cuba ha sido uno de los temas de ese acervo, por cierto un asunto que el presidente Saca pudo haber resuelto con el mismo espíritu de amistad y concordia mostrado cuando junto a su primer canciller, Francisco Laínez, reposicionaron al país en el Medio Oriente gracias a su determinación de retornar la embajada salvadoreña de Jerusalén a Tel Aviv e iniciar relaciones oficiales con la Autoridad Palestina.

Sorprendentemente, al menos para mí lo es, el presidente Funes aseguró que ninguna promesa suya (en general) estaba atada a ciclo alguno: “Nunca ofrecimos qué íbamos a hacer en 100 días. ARENA se tomó 20 años y ha dejado piedras. Yo tengo que corregir lo que hicieron mal. Les pido comprensión y paciencia”. Más puntual, Funes afirmó: “a mis detractores, les pido que no sigan solicitándonos un plan de gobierno, que no sigan solicitándonos complicados estudios económicos que sólo unos entienden y que a veces no son aplicables en la práctica”.

Funes remató en la víspera: “no sé quién se inventó eso de los 100 días”. El “Imperio de los Cien Días” -que marcó el retiro de Luis XVIII y el regreso de Napoleón Bonaparte de su exilio en la isla de Elba hasta la restauración del mismo monarca tras la derrota en Waterloo, hechos acontecidos entre el 20 de marzo y el 28 de junio de 1815- dio lugar a este mojón del pensamiento político occidental.

Funes replica en los sondeos de opinión pública la elevada simpatía y sobre todo la confianza de la que gozó Saca entre la ciudadanía a los tres meses de gestión. Al igual que hace cinco años me pregunto: ¿cuáles son los ejes vertebrales de la política exterior de este gobierno? ¿Han definido en positivo Funes y Hugo Martínez, su canciller, la política exterior? ¿Qué hay de continuismo, qué hay de ruptura, en el ejercicio de su política exterior? Pero, específicamente: ¿existe una “política exterior del cambio”? ¿Habrá los próximos 1,726 días (contados a partir del 8 de septiembre) una “política exterior del cambio”?

Examinemos los siguientes hechos y dinámicas.

1) El Ministro de Relaciones Exteriores. Hugo Martínez es un buen cuadro político con quien el nuevo gobierno inició su diálogo internacional. Un joven personaje del FMLN, rostro fresco, gozó de una imagen de congresista equilibrado y ecuánime. Empero, carece de experiencia tanto diplomática como de administración pública. La regla común en El Salvador es que un quinquenio desfila dos o más cancilleres, salvo la Sra. Brizuela de Ávila que se mantuvo durante toda la presidencia Flores. Tengo razonables dudas sobre si Martínez será el canciller que el gobierno de Funes requerirá cuando cambien en dos a tres años los escenarios centroamericano y latinoamericano, y, sobre todo, cuando cambie la correlación de fuerzas internas dentro del FMLN y el tema de Venezuela y Hugo Chávez no pueda ser más diferido como un asunto clave de la política exterior salvadoreña el cual, circunstancialmente, ha sido eclipsado por la crisis en Honduras.

El canciller se estrena en el ramo con tres viceministerios. En relación a ellos, una robusta y antigua recomendación está flotando: la evolución del Viceministerio para los Salvadoreños en el Exterior en una institución que reconozca que nuestros emigrantes constituyen no sólo un asunto exterior, sino que es transversal a toda nuestra realidad. Me viene a la mente un ente vecino del cual aprender: el Instituto de los Mexicanos en el Exterior. Finalmente, una vez sean apartados de la primera línea diplomática y consular los funcionarios enquistados por ARENA (entre ellos, un pariente de Rodrigo Ávila nombrado como embajador en Londres en plena efervescencia electoral), será interesante observar si Martínez logra un equilibrio entre el pequeño pero respetable personal de carrera y los miembros del FMLN que reclaman cargos en el servicio exterior.

2) La definición positiva de la política exterior. A 100 días, lo que tenemos es un bosquejo negativo de la política exterior del nuevo gobierno. En dos entrevistas a medios extranjeros, Funes ha punteado lo que “no es” la política exterior de su gestión. Especial énfasis ha puesto en lo “ideológico”: "no nos mueven cuestiones ideológicas en las relaciones internacionales, sino los intereses de mi país" (El Mercurio, Santiago de Chile). Pues bien, el presidente y su canciller deben definirnos en qué consisten esos intereses, qué principios éticos y qué objetivos programáticos se desprenden de dichos intereses y cómo los va a materializar en función del bienestar del pueblo. En el presupuesto general de la nación del 2010 apreciaremos lo que nos va a costar a cada contribuyente la consecución de esos intereses. No olvidemos que la política exterior es la aguja capotera que hilvana todas las políticas públicas en su proyección más allá de las fronteras patrias. El conjunto de esas políticas exteriores es lo que precisamente llamamos: “política internacional”. En algunos casos y momentos nuestra política exterior puede colisionar y chocar con otras políticas exteriores, y en otros entrar en armonía. Ejemplos de estos conflictos y alianzas hay de sobra en la historia reciente, más por error que por acierto. El último y más sonoro: las tropas salvadoreñas en Iraq. En suma: no contar con una definición positiva equivale a no tener en verdad una política exterior.

3) La omisión de un embajador en Washington. Por las notas esenciales que a renglón seguido expongo, esta omisión la califico como el más grave error de la política exterior del nuevo gobierno. Es inconcebible al 8 de septiembre no tener un titular en Washington por las siguientes razones. La primera: el uso electorero de la imagen del presidente Barack Obama. Hubo un reclamo oficial muy mesurado de la embajada estadounidense al respecto. Que yo recuerde ningún candidato, hasta Funes, había utilizado para campaña electoral la imagen de un presidente o siquiera la de un líder o icono estadounidenses. En la entrevista para El Mercurio, Funes insiste en hablar de Obama. La segunda nota esencial: por eso extraña que Funes como presidente electo no viajó a la Casa Blanca. Tercera: a 100 días como Jefe de Estado, tampoco visitó la Casa Blanca. La segunda y tercera variables no tienen antecedentes en los registros políticos desde Napoleón Duarte a la fecha pues ningún electo e investido ha dejado de visitar la Casa Blanca independientemente el anfitrión sea republicano o demócrata. La cuarta nota esencial puesta al día: los casi tres millones de salvadoreños y descendientes de salvadoreños que habitan en E.U.A. La quinta, el comercio exterior: E.U.A., en términos bilaterales, constituye el primer socio para El Salvador. La sexta: la cooperación no reembolsable, especialmente la Cuenta del Milenio (sin cuya ejecución el gobierno estaría en grandes aprietos para los programas sociales en la Zona Norte). La séptima: la necesaria y siempre urgente coordinación presidencial y al más alto nivel sobre la lucha contra el crimen transnacional organizado y el terrorismo internacional, con dedicación expresa a las FARC y los cárteles suramericanos y mexicanos que operan y conspiran por todo el istmo centroamericano.

4) A propósito del istmo. Previo a la crisis en Honduras, las divisorias en el proceso de integración habían aflorado. Los rencores personales entre Daniel Ortega y Oscar Arias, de 15 años atrás, plenamente reavivados; la opción por el esquema ALBA; las apetencias de reelección presidencial que atropellan Constituciones y leyes secundarias; entre otros factores, han perturbado una agenda y una dinámica que se habían venido renovando, sin conflictos aparentes, presidente tras presidente desde mediados de los años noventa. Cuando Zelaya desembarcó en Comalapa aquel domingo de julio un huracán amenazó con levantarse para la Administración Funes. La muy calculada decisión de Zelaya y sus aliados ALBA por acuartelarse en Nicaragua disipó el vendaval para alivio del gobierno de Funes con apenas un mes de ejercicio. Ahora bien, el esquema ALBA en Centroamérica podría alcanzar su mínima expresión pues, independientemente del desenlace a la crisis presente, lo cierto es que la Honduras post-Zelaya cortará nexos completamente con la ALBA e igual sucederá con Nicaragua si el Frente Sandinista pierde las elecciones de noviembre de 2011 que serán vigiladas estrechamente por la comunidad internacional. En el ínterin los dirigentes y sectores FMLN-ALBA seguirán fortaleciendo su protagonismo en dicho esquema y en esa eventual orfandad esos sectores aparecerán como un polo geopolítico para Chávez pues no olvidemos que habrá Chávez, hasta el 2013, a menos que se convoque a un referéndum revocatorio y la oposición salga victoriosa.

5) A propósito de América Latina. La otra figura referencial repetida por Funes es la del presidente Lula. A Lula lo visitó como candidato, mandatario electo y ahora como presidente. Saca tuvo el mérito, en el contexto hemisférico, de devolvernos a América Latina, esfuerzo que fue coronado con la visita oficial de Lula a San Salvador en mayo de 2008. Mientras haya Lula hasta el 31 de diciembre de 2010, es de aplaudir todo avance en esta relación. Sin embargo, será ingenuo, fuera de todo realismo político, imaginar tan siquiera que Centroamérica, mucho menos El Salvador, se convertirá, de la noche a la mañana, en un socio estratégico para Brasil, el gigante suramericano quien de verdad juega en las “grandes ligas” mundiales. Además, es muy probable que la figura que releve a Lula en el Ejecutivo no sea alguien de su Partido de los Trabajadores. Lo observable hasta aquí va de la mano con Chile y su mandataria Michelle Bachelet, a quien Funes también ya visitó como presidente. El próximo marzo se despide Bachelet de la presidencia y casi seguramente su concertación de partidos, actor central de la transición post-dictatorial. Un gran cambio de líderes, de partidos en el gobierno y de correlación de ideas está incubándose en el vecindario latinoamericano, el cual impactará y reconfigurará la política exterior del gobierno salvadoreño.

6) Asia-Pacífico. Junto con Cuba y Medio Oriente, el conflicto China-Taiwán forma parte de la tríada del mayor rezago de la política exterior salvadoreña, heredada de la Guerra Fría. Tres “nudos gordianos” y verdaderas retrancas de el desarrollo nacional y de la proyección internacional del país. El 2005, me convencí que la Administración Saca tenía frente a sí ya no el desafío sino las condiciones propicias, internas y externas, para resolver y desatar estos tres nudos. Saca sólo acometió el Medio Oriente, como ya reseñé antes, y Funes resolvió lo de Cuba de un plumazo el 1° de junio. La delegación taiwanesa a la toma de posesión fue la más numerosa, arriba de 100 delegados. Esa delegación del presidente taiwanés Ma y Saca inauguraron el último día de mayo los edificios centrales del Ministerio de Relaciones Exteriores. Si las relaciones entre Pekín y Taipei han avanzado en serio y en positivo durante la presidencia de Ma, y todo el protagonismo internacional de la ruptura con Taiwán se lo llevó Arias y Costa Rica hace dos años, no comprendo como al 8 de septiembre no se ha procedido a honrar la noción de “Una China”, esa única China con la que iniciamos relaciones diplomáticas en algún momento, aún no documentado y precisado, del Siglo XX.

Varias cartas oficiales he identificado –en diferentes archivos históricos- enviadas desde Pekín tras el derrocamiento de la dinastía Qing y la proclamación de la república en 1912, algunos de esos valiosos documentos en el propio archivo de la cancillería salvadoreña. Confío que la resolución por China Popular sea de días o meses, y se ejecute con la inteligencia correspondiente pues Pekín, al igual que con Costa Rica, nos demandará un profundo entendimiento político y un TLC que puede ser polémico particularmente para ciertos grupos del FMLN y de su entorno que en el pasado se opusieron al Plan Puebla-Panamá, al CAFTA, y ahora se oponen al Acuerdo de Asociación con los europeos. Por tanto, Funes y su canciller deben preparar un equipo de alto nivel, desde el embajador y el negociador comercial, para responder con seriedad al desafío. China, y mejor aún Asia-Pacífico, no es un paseo de domingo o una palmadita en el hombro. Asia-Pacífico es el siguiente gran horizonte donde El Salvador debe insertarse en este quinquenio 2009-2014.

Los factores en liza no son pocos y ninguno es simple: la visión de ruptura y de cambio, las expectativas generadas, las decisiones objetivas, el equipo político y técnico, el inicio en el ejercicio de gobierno, y la evolución de las condiciones centroamericanas e internacionales. Sin embargo, a los 100 días, lamento decirlo, no hay a la vista una “política exterior del cambio”.

Ante la robusta hipótesis de una victoria arrolladora de Ricardo Martinelli, el periódico Panamá América, vigía bicentenario fundado en 1925, editorializó en unas coordenadas que vistas para nuestro 8 de septiembre resultan muy familiares y cercanas:

“Entendamos las próximas elecciones como una oportunidad para cambiar lo que se está desmoronando en el país. ¿Qué es eso tan urgente? Nuestra actitud. Los problemas de inacción, de improvisación política y administrativa, de antivalores, de falta de educación, de juega vivo, de mentiras fáciles, de palabras incumplidas, de inequidad social y económica, de falta de oportunidades; sí, esos problemas de los que tanto nos quejamos, no son exclusividad de los partidos políticos y los gobernantes. Es la sociedad panameña la que está enferma; somos todos y cada uno de nosotros quienes debemos dar el paso y mejorar para reestructurar el futuro.

Pero el cambio no está en manos de un partido político ni de un líder. Eso ya debe estar bastante claro. Es la sociedad, manifestada en diversos círculos sistémicos, la que debe avanzar y transformarse. El cambio no nos caerá del cielo”.

Fuente: El Faro.net
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3 comments :

  1. Funes no es radical no esperemos grandes cambios en politica exterior.

    Pedro Jimenez

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  2. Es un articulo interesante, pero a mi juicio sigue sin abordar una cuestion esencial, El Salvador no ha logrado comprender la importancia de la politica exterior para impulsar su propio desarrollo.

    Incluso, los ejes sobre los que se basaron durante las Administraciones de ARENA eran completamente generales y desvinculados de la realidad politica nacional, regional, hemisferica y mundial.

    No hay una conciencia sobre lo que es la politica multilateral. No lo entienden. Y me temo que no es un problema solo de ARENA sino tambien del FMLN. Si no, basta ver el tipo de candidatos (as) para sustituir a los actuales Representantes ante la ONU, la OEA, Bruselas.

    No se pueden pedir peras al olmo. Y esta critica incluye a ARENA.

    Esperemos que en el 2010, fecha en la que el Presidente Funes prometio se conoceria la "estrategia nacional de desarrollo", se incluya un componente de politica exterior.

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  3. De acuerdo con el amigo Campos. El dejar en manos de un bisoño la politica exterior, puede ser la resultantes de: No querer a alguien que opaque la persona del experiodista o de una manifiesta falta de experiencia en la administracion de la cosa publica con una estrategia definida para favorecer el interes nacional. Sea cual fuera la razon del vacío será un interesante tema de analisis y reflexión cuando el experiodista cumpla un año de gozo de las mieles del poder en un período de crisis mundial, regional y nacional.

    Tome nota Don Carlos Mauricio!

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