Política y futbol (segunda parte)
Política y futbol (segunda parte)
Por Manuel Cuadras
La semana pasada hablábamos sobre el extraño fenómeno del futbol. Un hermoso deporte que mueve masas, cohesiona sociedades y unifica sentimientos. Ha sido objeto de estudio de diversas áreas como la ciencia política y la sociología; la primera de ellas, analizando al balompié como un instrumento de distracción y manipulación social por parte del estado, mientras que la segunda, observando la enajenación que produce en la sociedad y todo lo que ello implica.
Hablábamos también de los claroscuros y excesos que genera el futbol, ya que, al igual que produce empatías y afinidades, también produce odios y rivalidades. ¿Hasta dónde puede llegar el odio entre dos equipos? Mire.
*La Guerra de las 100 horas (La Guerra del futbol)
El Salvador y Honduras son dos países centroamericanos que mantienen una histórica rivalidad, no solamente en el ámbito futbolístico, sino en lo cultural, social, político y económico (es decir, en todo). Entre los hondureños hay una frase que refleja a la perfección esta situación: “Hondureño, toma un leño y mata a un salvadoreño…”
Honduras, más grande en extensión y con mejores relaciones comerciales que El Salvador, siempre ha sido considerado por los salvadoreños como un paraíso laboral (algo así como lo que sucede entre México y EU), por lo tanto, el fenómeno de la migración ha sido una constante en la relación entre ambas naciones.
Durante la década de los 60 (del siglo pasado) las hostiles relaciones se tornaron más complicadas, luego de que un grupo de 45 soldados salvadoreños fueron detenidos por elementos de la Fuerza Nacional de Honduras, por cruzar indebidamente la frontera con el propósito de apoyar —según los hondureños— un movimiento subversivo en contra del entonces presidente Oswaldo López Arellano. El Salvador evidentemente negó tal versión y fijó un plazo para la liberación de sus soldados, so pena de iniciar una invasión militar, lo cual agravó aún más la crisis diplomática.
Mientras eso sucedía, el mundo se preparaba para la celebración de una edición más de la Copa del Mundo a celebrarse en México 1970. Las eliminatorias en Centroamérica para conseguir un boleto, como era de esperarse, estaban más que calientes.
Honduras y El Salvador disputaron dos encuentros (ida y vuelta) en que el marcador final registró (más allá de los goles) 12 aficionados hondureños asesinados en territorio salvadoreño, contra un centenar de migrantes salvadoreños perseguidos y atacados en Honduras.
Se rompieron relaciones comerciales y diplomáticas, se cerraron las fronteras, y la tensión llegó a su límite. La FIFA determinó realizar un tercer y último partido para definir al vencedor. El encuentro tuvo lugar en el estadio Azteca y el resultado terminó por favorecer 3-2 a El Salvador.
Fue entonces cuando Honduras, herido en su orgullo y con una enorme sed de venganza, decide agudizar su política de Reforma Agraria, que incluía la nacionalización de todas las tierras ubicadas en los límites fronterizos con El Salvador, que estuviesen en manos extranjeras, es decir, en manos de salvadoreños. Dicha acción fue considerada por el gobierno salvadoreño como una clara violación a los derechos humanos de los inmigrantes e inicia en respuesta una invasión militar a Honduras el 14 de Julio de 1969.
La Guerra duró 100 horas y dejó cerca de 2 mil muertos. El conflicto se resolvió gracias a la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA). ¿Hasta qué punto influyó el futbol para detonar la guerra? El periodista Ryzard Kapucinsky, quien bautizó la guerra como “Guerra del futbol”, escribiría tiempo después: “Yo di este título para llamar la atención sobre la palabra futbol, porque, para mí, no es sólo un juego, tiene otros sentidos y connotaciones de patriotismo y nacionalismo…”
Manuel Cuadras - man_cuadras@hotmail.com
Por Manuel Cuadras
La semana pasada hablábamos sobre el extraño fenómeno del futbol. Un hermoso deporte que mueve masas, cohesiona sociedades y unifica sentimientos. Ha sido objeto de estudio de diversas áreas como la ciencia política y la sociología; la primera de ellas, analizando al balompié como un instrumento de distracción y manipulación social por parte del estado, mientras que la segunda, observando la enajenación que produce en la sociedad y todo lo que ello implica.
Hablábamos también de los claroscuros y excesos que genera el futbol, ya que, al igual que produce empatías y afinidades, también produce odios y rivalidades. ¿Hasta dónde puede llegar el odio entre dos equipos? Mire.
*La Guerra de las 100 horas (La Guerra del futbol)
El Salvador y Honduras son dos países centroamericanos que mantienen una histórica rivalidad, no solamente en el ámbito futbolístico, sino en lo cultural, social, político y económico (es decir, en todo). Entre los hondureños hay una frase que refleja a la perfección esta situación: “Hondureño, toma un leño y mata a un salvadoreño…”
Honduras, más grande en extensión y con mejores relaciones comerciales que El Salvador, siempre ha sido considerado por los salvadoreños como un paraíso laboral (algo así como lo que sucede entre México y EU), por lo tanto, el fenómeno de la migración ha sido una constante en la relación entre ambas naciones.
Durante la década de los 60 (del siglo pasado) las hostiles relaciones se tornaron más complicadas, luego de que un grupo de 45 soldados salvadoreños fueron detenidos por elementos de la Fuerza Nacional de Honduras, por cruzar indebidamente la frontera con el propósito de apoyar —según los hondureños— un movimiento subversivo en contra del entonces presidente Oswaldo López Arellano. El Salvador evidentemente negó tal versión y fijó un plazo para la liberación de sus soldados, so pena de iniciar una invasión militar, lo cual agravó aún más la crisis diplomática.
Mientras eso sucedía, el mundo se preparaba para la celebración de una edición más de la Copa del Mundo a celebrarse en México 1970. Las eliminatorias en Centroamérica para conseguir un boleto, como era de esperarse, estaban más que calientes.
Honduras y El Salvador disputaron dos encuentros (ida y vuelta) en que el marcador final registró (más allá de los goles) 12 aficionados hondureños asesinados en territorio salvadoreño, contra un centenar de migrantes salvadoreños perseguidos y atacados en Honduras.
Se rompieron relaciones comerciales y diplomáticas, se cerraron las fronteras, y la tensión llegó a su límite. La FIFA determinó realizar un tercer y último partido para definir al vencedor. El encuentro tuvo lugar en el estadio Azteca y el resultado terminó por favorecer 3-2 a El Salvador.
Fue entonces cuando Honduras, herido en su orgullo y con una enorme sed de venganza, decide agudizar su política de Reforma Agraria, que incluía la nacionalización de todas las tierras ubicadas en los límites fronterizos con El Salvador, que estuviesen en manos extranjeras, es decir, en manos de salvadoreños. Dicha acción fue considerada por el gobierno salvadoreño como una clara violación a los derechos humanos de los inmigrantes e inicia en respuesta una invasión militar a Honduras el 14 de Julio de 1969.
La Guerra duró 100 horas y dejó cerca de 2 mil muertos. El conflicto se resolvió gracias a la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA). ¿Hasta qué punto influyó el futbol para detonar la guerra? El periodista Ryzard Kapucinsky, quien bautizó la guerra como “Guerra del futbol”, escribiría tiempo después: “Yo di este título para llamar la atención sobre la palabra futbol, porque, para mí, no es sólo un juego, tiene otros sentidos y connotaciones de patriotismo y nacionalismo…”
Manuel Cuadras - man_cuadras@hotmail.com
Labels
Politica
LA CONCLUSION DE CAPUSHINSKY ES MAS AMPLIA Y SI LO HAS LEIDO DEBERIAS HABERLAS ENUNCIADO!!
ReplyDeleteDOS GOBIERNOS FACISTAS CON EJERCITOS QUE VESTIAN EL MISMO COLOR DE PIEL QUE TENIAN EL MISMO COLOR DE BANDERA EN LOS INIFORMES!!QUE MIENTRAS EL MUNDO FIJABA LOS OJOS AL CIELO YA QUE ARMTRONG PONIA EL PRIMER PIE SIBRE EL SATELITE NATURAL DE LA TIERRA ELOS LOS DOS GOBIERNOS MILITARES DE EL SALVADOR Y HONDURAS SE HACIAN LA GUERRA SOLO ASI SE PUEDE HACER NOTICIA POR OTRO LADO VEO UNA CONNOTACION MUY MALICIOSA EN EL ARTICULO YO VIVI EN HONDURAS Y LOS HONDURENOS SON TRANQUILOS!! SON SUS GOBERNANTES LOS CHASTAS PIRUJOS QUE HACEN VER A LOS HONDURENOS COMO MALOS Y DE NO FIARSE!!