La diáspora de Juan José García

Ppr Edgardo Quintanilla (*)

Son los indeseables los que ahora más ayuda legal necesitan del gobierno salvadoreño

LOS ÁNGELES - El verano en el sur de California se despide con una tremenda ola de calor y sendos incendios forestales en las montañas de San Gabriel al nordeste de Los Ángeles que han lanzado inmensas columnas de humo a nuestro inusual cielo celeste. De seguir así, al rato viene un temblor.

Ya está por empezar el año escolar; las tiendas de ropa y calzado ofrecen grandes descuentos para que los niños y jóvenes luzcan como nuevos. Las piscinas públicas están por cerrar. Los miles y miles de niños inscritos para jugar fútbol en la liga AYSO han empezado a entrenar. Otoño se empieza a colar en las hojas cafés de los sicómoros.

Se dice que como humanos percibimos solamente uno por ciento de todo lo que existe en el universo. Pensé en ese dato al leer la semana pasada en ContraPunto la entrevista de Gerardo Arbaiza al actual viceministro de Relaciones Exteriores para los salvadoreños en el exterior. En la prensa en inglés la visita del viceministro no fue noticia.

La breve y reciente visita del viceministro a California no lo hizo percibir el 99 por ciento de la comunidad salvadoreña: todos aquellos que viven ya jubilados, los descendientes de salvadoreños que nunca han visitado El Salvador, los jóvenes que no hablan español ni salvatrucho, los salvadoreños arraigados a la generación, los detenidos en las prisiones estatales y centros de detención para procesos de deportación, todos los profesionales, artistas, empresarios, y familias que no son parte de ningún partido salvadoreño y de ninguna organización “salvadoreña” y que no son invitados a ningún evento de los consulados salvadoreños locales, y todos los salvadoreños que residen fueran de las urbes angelinas y de la bahía de San Francisco y que todo el mundo piensa que son mexicanos.

No hay nada nuevo en las declaraciones del canciller García hechas a Arbaiza de que lo que “hemos encontrado en la comunidad salvadoreña en el exterior es una esperanza muy grande para cambiar las relaciones con ellos, y especialmente las posibilidades de crear espacios mediante los cuales, esa comunidad pueda insertarse y ser incluida en los procesos de desarrollo nacional y territorial”. Dicha percepción de un representante del gobierno salvadoreño es muy similar a comentarios hechos por el ex-vice-presidente Carlos Quintanilla Schmidt, de Arena, cuando visitó la pupusería “Con Sabor” en Los Ángeles en el año 2000 como invitado de la Cámara de Comercio El Salvador-California. Quintanilla Schmidt se refirió a los salvadoreños en la diáspora como una de las trenzas de la madeja que debería de incorporarse a la vida política, cultural y social en El Salvador. ARENA fracasó en lograr dicha incorporación.

Pero, no es en la esperanza de los salvadoreños, ó de las organizaciones netamente guanacas ni en la hablada de pelear por los derechos humanos de los salvadoreños en el exterior que el actual gobierno debería de hacer la diferencia. Sino es en la transparencia de aclarar qué recursos materiales y dinero el gobierno salvadoreño tiene para poner sobre la mesa y así poner en marcha todos esos loables proyectos que el viceministro García habla. Si no hay plata para hacerlo, también deberíamos saberlo.

La realidad es que la austeridad es el mantra actual de la burocracia salvadoreña. Si no hay dinero para concretizar proyectos de bienestar común de carácter transnacional, los buenos deseos se quedan en nada.

Sobre los derechos humanos el viceministro y su gobierno deberían de enfocarse en El Salvador primero para solventar la epidemia de violencia, la corrupción, la impunidad, y abogar por la activación de enjuiciamiento en contra de los violadores de los derechos humanos salvadoreños. El derroche de brillantes ideas abstractas del viceministro García para los que viven en la diáspora se queda opaco cuando el paisito de los 20.000 kilómetros cuadrados tiene cárceles hacinadas de prisioneros a la espera por meses sino años de un juicio justo y donde la austeridad burocrática impide echar a andar proyectos de reforma penal. Claro que hay salvadoreños que celebran el infierno de los prisioneros salvadoreños. Es muy predecible que el próximo reporte sobre El Salvador del Departamento de Estado estadounidense siga diciendo, por ejemplo, que el poder judicial salvadoreño es débil y corrupto y que no se le puede garantizar a nadie un debido proceso.

Con mis 16 años de experiencia como abogado de inmigración en los Estados Unidos, analizo dicha ley siempre con humildad por ser un cuerpo de ley muy complejo. Para el gobierno estadounidense, dicha ley tiene dos prioridad disímiles y conflictivas. Una es otorgar beneficios migratorios y la otra reforzar leyes migratorias designadas para facilitar la deportación de indeseables. Son los indeseables los que ahora más ayuda legal necesitan del gobierno salvadoreño.

Es bueno abogar por una reforma humana y justa, como lo hace el representante del gobierno salvadoreños a los de la diáspora que ponen atención a estas cosas y como lo hacen todos los políticos locales que están del lado del inmigrante media vez éste no haya cometido un crimen que lo haga deportable. Los centros de detención migratorios en los EE.UU. son los que necesitan la ayuda inmediata del viceministro García. Al analizarlos se dará cuenta que todos los grupos de organizaciones salvadoreñas no le están dando ninguna ayuda legal a todos estos detenidos ni a nivel local o nacional.

He tenido el gusto de haber escrito en estas páginas una guía migratoria para el gobierno de Funes. Espero que el viceministro García la haya leído. Una de las sugerencias que hice fue la indispensable necesidad de tener una carta oficial del gobierno salvadoreño dirigido a todos los jueces de inmigración estadounidenses haciéndoles ver que el gobierno salvadoreño no puede garantizar el debido proceso de cada detenido en El Salvador y que el país carece de recursos para ayudar a todos los salvadoreños que están en procesos de deportación.

El actual plan de austeridad del gobierno salvadoreño es la primera prueba que no hay dinero para la defensa de los derechos humanos en El Salvador y contimás para el exterior. Espero que en la próxima visita del viceministro García a California, que él venga con plata contante y sonante ya autorizada para mostrar apoyo material para proyectos de integración cultural y de bienestar mutuo. De otra manera, el único cambio que el gobierno actual ha traído ha sido la espera en la palabra “esperanza”.

(*) Derechos reservados del autor. Edgardo Quintanilla, miembro de la Barra de Abogados de California, es un abogado experto en leyes de inmigración en los EE.UU. con oficinas en Sherman Oaks, California, (866) 986-1295, eqlaw@pacbell.net Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla , y está escribiendo una novela basada en un tópico desconocido sobre la historia de América Latina.

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