Un gran salto para la humanidad

BUSCANDO una buena noticia sobre la que escribir este domingo miramos a la Luna, es decir, al cuadragésimo aniversario que celebramos de la llegada del hombre a nuestro satélite. Fue el 20 de julio de 1969 y los astronautas del Apolo 11, Neil Amstrong y «Buzz» Aldrin (por cierto, en homenaje al cual se llama «Buzz» Lightyear el personaje de la película «Toy story»), se paseaban por la Luna, mientras Aldrin se mantenía en órbita en el módulo de mando.

Se cumplían el sueño de los clásicos y la ciencia ficción de Verne. El mundo, convulso entonces, no menos que ahora, por los ecos del Mayo del 68, la represión de la Primavera de Praga, las Guerras de Vietnam y Biafra o los efectos de la Guerra Fría, vivió ilusionado aquel momento. «Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad», fueron las primeras palabras de Amstrong, desde entonces en los libros de frases históricas. Había sinceridad y entusiasmo en ese «salto», no como otro salto, el «Gran Salto Adelante», denominación de la China de Mao a unas reformas económicas que terminaron provocando treinta millones de muertos.
Una de los aspectos más notables de la llegada del hombre a la Luna, con el avance tecnológico que suponía, y que hoy continúa siendo valorado, es que realmente se vivió como un éxito de la humanidad. La NASA nació en tiempos del presidente Eisenhower como respuesta al desafío espacial soviético que llevaba delantera, y el proyecto Apolo surgió y fue impulsado decisivamente por Kennedy, apelando al orgullo de toda una nación. Pero en la hora de culminar ese camino, la llamada del presidente Nixon, desde la Casa Blanca, a Neil y «Buzz» a poco de alunizar, dejaba claro que era un logro compartido:

«Seguramente ésta sea la llamada telefónica más importante jamás hecha, porque gracias a lo que han conseguido, desde ahora el cielo forma parte del mundo de los hombres y como nos hablan desde el Mar de la Tranquilidad, ello nos recuerda que tenemos que duplicar los esfuerzos para traer la paz y la tranquilidad a la Tierra. En este momento único en la historia del mundo, todos los pueblos de la Tierra forman uno solo. Lo que han hecho los enorgullece y rezamos para que vuelvan sanos y salvos a la Tierra».

Y ciertamente trajo la paz o, al menos, el inicio del fin de la Guerra Fría. La URSS, que desde 1957 había ido ganando la carrera espacial con el proyecto Sputnik, no pudo igualar a partir de la segunda mitad de los sesenta el desarrollo tecnológico de los Estados Unidos. La distancia tecnológica espacial entre los dos países iría aumentando y sería decisiva para que, ya en los años ochenta, en la época de Reagan y Gorbachov, concluyese la tensión entre los dos bloques y se abriese paso el triunfo pacífico de la libertad y la democracia.

La llegada del hombre a la Luna fue uno de los primeros hitos de una globalización que se avecinaba. Retransmitida a todo el planeta en directo por la televisión, permitió sentirse unidos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad en un acontecimiento histórico. España también puso su granito de arena, las estaciones de Robledo de Chavela, Fresnedillas y Maspalomas, con expertos entrenados por la NASA, se encargaron de controlar tanto la trayectoria como las constantes vitales de los astronautas durante el viaje del Apolo 11 que depositó a Armstrong y Aldrin en la corteza lunar.

El recuerdo de aquel día histórico, de aquel gran salto para la humanidad, nos lleva a recordar que ésta no siempre está destinada a generar malas noticias.

Fuente ABC 19/7/2009

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