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Presidente Funes y la meritocracia

La cosecha del gabinete comenzó en CEL

Hace dos meses, el entonces candidato Mauricio Funes sugirió que el presidente de la CEL tenía ese cargo porque el padre del funcionario apoyaba al partido Arena. Ahora el presidente descarta esa lógica para aplicársela a su propio gabinete.
Por Daniel Valencia

Tres días antes de la elección presidencial, cuando salió a la luz un depósito millonario en su cuenta bancaria, el candidato a la presidencia por el FMLN, Mauricio Funes, pronunció a su manera un silogismo: “Le salió el tiro por la culata a Arena: querían demostrar que esos cheques venían de Venezuela o de Alba Petróleos. Se dieron contra la pared. Vienen de un empresario importante, que ha apoyado a Arena. La prueba es que su hijo está presidiendo la CEL”.

La declaración de Funes buscó en esos días antes del 15 de marzo dar por zanjada la discusión sobre el financiamiento de su campaña, luego de que se conociera que Nicolás Salume Barake había hecho depósitos en los primeros meses del año a la cuenta de Mauricio Funes por unos 2.2 millones de dólares. Funes argumentó que eso derrotaba la campaña sucia en su contra.

En su defensa, el hoy presidente planteaba que Nicolás Salume Barake es un empresario importante que ha dado su apoyo al partido Arena. En segundo lugar, que este empresario tiene un hijo. Y en tercer lugar, que como consecuencia de ese apoyo al partido Arena, el hijo de ese empresario tenía el puesto de presidente de la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (CEL).

Menos de tres meses después, la situación que describió Funes es idéntica, salvo que el presidente de la República ya no se llama Antonio Saca sino Mauricio Funes: el empresario financió la campaña electoral de Funes, ese empresario tiene un hijo y ese hijo es presidente de la CEL. Eso lo acepta el presidente de la República. Lo que no acepta es la relación que a él le pareció válido hacer en aquel momento cuando el presidente de la República era Antonio Saca.

Cuando se destapó que Nicolás Salume Barake financiaba a Funes, los periodistas le preguntaron si ese préstamo lo comprometía –en caso de que ganara la elección- a mantener en la CEL al hijo de su mecenas. Funes no dijo ni sí ni no: “Es una decisión que yo aún no he tomado”.

El 1 de junio, Funes ya había tomado una decisión: después de la ceremonia de traspaso de mando, juramentó a Nicolás Salume hijo como presidente de la CEL. En su discurso de toma de posesión, el nuevo presidente proclamó que la transparencia iba a ser algo sagrado durante su gestión. En su mensaje también hizo reiteradas alusiones a la corrupción de los gobiernos predecesores. Tres días más tarde, cuando los periodistas les preguntaron si no le parecía que había un conflicto ético al nombrar en el puesto al hijo de uno de sus financiadores de campaña, había cambiado su visión de meses atrás: “Esto no le plantea (a la designación) ningún conflicto de interés”, dijo el jueves 4, en su primera conferencia de prensa como gobernante salvadoreño, minutos después de saludar a la selección nacional de fútbol.

Funes aceptó en aquellos días que aquel dinero era para financiar su campaña. En una entrevista de televisión incluso reveló que el préstamo contaba con la autorización de su partido FMLN, que le ayudaría a pagarlo con los fondos que el Estado otorga a los partidos para que financien sus campañas. Esos eran días en que casi de manera permanente, Funes aparecía en público con algunos efemelenistas prominentes, como Gerson Martínez, encargado de coordinar el plan de gobierno, y Roberto Lorenzana, su gerente de campaña.

Hoy, el presidente admite que el propósito de esos fondos era financiar la campaña, pero el matiz que hace es que no se trató de una donación, sino de un crédito, lo que para él elimina el conflicto ético: “En el caso de don Nicolás Salume, yo no veo también cuál puede ser el conflicto de interés. Quedó claro durante la campaña, que en ningún momento él donó dinero para la campaña. Yo solicité -dada la relación que he tenido en el pasado con él, una relación de amistad-, un préstamo para que él pudiera de alguna manera ayudarme al financiamiento de la campaña. Esto no le plantea ningún conflicto de interés”.

Esa visión, sin embargo, no la comparte su ex gerente de campaña. El diputado Roberto Lorenzana cree que el conflicto de interés es tan claro que hasta se pone en los zapatos del presidente para decir que él hubiese actuado de otra forma. “Por ética no lo hubiera puesto, porque no voy a poner a un pariente de uno de mis principales financistas en un cargo. ¿Cómo voy a poner al hijo de mi principal financista en CEL?”, cuestiona.

En el gabinete de Funes, sin embargo, quienes provienen del FMLN dicen compartir la visión del presidente o, en el peor de los casos, optan por callar. Gerson Martínez, por ejemplo, quien fue nombrado ministro de Obras Públicas, dice no verle ningún problema al nombramiento de Salume en el cargo. Y Humberto Centeno, ministro de Gobernación, se rehúsa a dar su opinión: “No voy a comentar eso. No voy a comentar eso”.

La meritocracia de Funes

Escoger el equipo de gobierno no fue un camino de rosas para el presidente, a pesar de que su partido había dicho públicamente que iba a dejarlo en libertad de escoger a las personas que considerara convenientes. Sin embargo, una vez ganada la elección del 15 de marzo, se evidenció el interés del partido en lograr una cuota y en tratar de ejercer un derecho a vetar a ciertas personas.

Sobre Salume en la CEL no se conoce que haya habido pugna en algún momento. En otros puestos sí. Y es que a pesar de que hay rostros del FMLN en varios ministerios, algunos de ellos en realidad tienen más arraigo en el entorno del mismo Funes que en el del partido. En algunos casos, a pesar de ser efemelenistas, no son personas a las que la cúpula del partido considere pura sangres.

En la definición del equipo, que gota a gota comenzó a filtrarse hacia los medios de comunicación, pronto aparecieron nombres que parecían obedecer a un lógico reparto de cuotas para quienes habían sido parte del proyecto tras la candidatura de Funes, como el caso del partido Cambio Democrático o el movimiento no partidario “Amigos de Mauricio”.

Entonces el FMLN tuvo que disputar espacios con otro partido y con los “Amigos”, pero en la última fase de la campaña se sumaron algunos apoyos que ahora que está construido el gabinete parecen ser la cosecha de aquel esfuerzo. Es el caso de Tomás Chévez, el ex candidato a la presidencia por el PCN que, expulsado de su partido y despojado de su postulación, a última hora se sumó a la campaña de Funes. Chévez ahora está a cargo del Fondo Social para la Vivienda y planea, junto a su asesor político principal, Orlando Arévalo (el diputado expulsado del PCN), fundar un movimiento “cívico político” a finales de este mes, según declaró el mismo Arévalo a El Faro.

Cuando el presidente pronunció su alocución el 1 de junio, estableció el compromiso de hacer una gestión pulcra y caracterizada por premiar el buen trabajo de los funcionarios. “La meritocracia”, dijo Funes. ¿Y qué es meritocracia? El presidente no dio tiempo para que se le preguntara estas cosas durante la conferencia de prensa del jueves, cuando fue a vistar a la selección nacional. Pero algunos de sus colaboradores en el gobierno dan pistas sobre eso. El viceministro de Gobernación, Ernesto Zelayandía, explica que, en efecto, cada nuevo funcionario de confianza labró sus méritos durante la campaña electoral, etapa en la que fue importante el aporte económico. “Todos los que estamos en el gabinete nos involucramos en la campaña, colaboramos financieramente. Yo colaboré financieramente… todo mundo tuvo una participación de una u otra forma”, dice Zelayandía.

Los “Amigos” siempre estuvieron junto a Funes durante toda la campaña, haciendo un trabajo suplementario al del partido. En el gabinete ahora hay dos de ellos que ocupan algunos de los puestos más relevantes: los hermanos Cáceres. Carlos es ministro de Hacienda y Francisco es secretario privado de la presidencia.

De este grupo también salió un secretario de asuntos estratégicos (el mentor de Funes, Francis “Hato” Hasbún), un ministro de Defensa, el coronel David Murguía Payés y un presidente del Instituto Nacional de los Deportes: Jaime “La Chelona” Rodríguez. Y otros, como Miguel Menéndez, solo han sido nombrados como asesores, y en este caso del presidente del INDES.

Así como este grupo tiene cuota en el gabinete, también la tiene Cambio Democrático, que logró colocar un ministro y un viceministro (en Economía), un presidente del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (Óscar Kattan, ex diputado, candidato a la alcaldía de Sonsonate en las elecciones de enero de 2009, que desobedeció a su partido apoyando a Funes sin la autorización de CD) y un presidente del Fondo de Inversión Social para el Desarrollo Local, Héctor Silva (ex alcalde de San Salvador).

Al equipo se sumó Napoleón Duarte, hijo del ex presidente salvadoreño de igual nombre y fundador del Partido Demócrata Cristiano, quien durante la campaña hizo aparición nombrándose como representante de “la verdadera” democracia cristiana, en contraste con el legal PDC, cuyo secretario general, Rodolfo Parker, había ofrecido al partido Arena el respaldo en la elección. Duarte es hoy ministro de Turismo.

Pero todo esto, según el secretario privado de Funes, en realidad no obedece a cuotas, sino a que el presidente escogió a las personas con las mejores credenciales para cada puesto.

En este saco quizás pueda incluirse a algunos personajes con amplios respaldos entre sectores profesionales, empresariales o gremiales. Como la ministra de Salud, María Isabel Rodríguez, ex rectora de la Universidad de El Salvador, quien terminó dejando ese cargo después de que un sector del FMLN conspirara con algunos movimientos universitarios para acusarla ante la opinión pública de pretender la privatización de la UES. En este saco también podría incluirse a la viceministra de tecnología, Erlinda Hándal, hija del desaparecido líder del FMLN Schafik Hándal. A la viceministra quien la propuso fue la ex rectora de la UES.

Y quizás uno de los fichajes más atractivos de Funes fue la incorporación de un funcionario que inició con el gobierno de Antonio Saca en calidad de ministro de Hacienda, y que dejó esa administración cuando su visión sobre cómo hacer las cosas y la del entonces presidente Saca se volvieron incompatibles. Guillermo López Suárez fue nombrado presidente de la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma, y será protagonista en la definición del futuro de los puertos marítimos, especialmente del recientemente construido puerto de Cutuco, que está ocioso en el Golfo de Fonseca.

Y el FMLN, que llevó como candidato a Funes, por supuesto que también obtuvo su cuota. Aunque tal vez no sea tan grande como algunos creen. La lista, evidentemente, la encabeza el vicepresidente Salvador Sánchez Cerén, quien a la vez se desempeñará como ministro de Educación (ad honorem).

Sánchez Cerén es un maestro que se incorporó a la lucha gremial y luego a la guerrilla. Fue comandante del FMLN y ahora es uno de los tres dirigentes máximos del partido de izquierda. Fuentes del equipo de gobierno que creó las políticas de Funes y participó en las discusiones para la integración del gabinete confirmaron a El Faro que Sánchez Cerén en Educación es el producto de una batalla silenciosa en la que Funes y sus allegados preferían a alguien como Roberto Turcios. En algún momento también se evaluó la posibilidad de que fuera la dirigente efemelenista Norma Guevara, pero al final fue Sánchez Cerén quien logró salirse con la suya al quedar a cargo del ministerio que más presupuesto recibe.

Distanciándose de esa versión, el presidente dijo que designó a Sánchez Cerén porque el ex comandante reúne una serie de características que lo hacen idóneo para el cargo: “Salvador Sánchez Cerén es profesor de vocación, es una persona que por muchos años trabajó al servicio de la educación, tiene una excelente relación con el gremio de maestros, tiene ideas sobre lo que se debe de hacer y tiene la capacidad para hacer que la educación sea una de nuestras conquistas más importantes al final del quinquenio”.

Funes no dio tiempo para que se le preguntara sobre esas ideas de Sánchez Cerén que lo convencieron para nombrarlo ministro.

El FMLN logró el máximo puesto en un segundo ministerio que garantiza presencia territorial en todo el país: colocó al ex diputado Humberto Centeno como ministro de Gobernación. Asimismo, incluyó a la ex alcaldesa capitalina Violeta Menjívar como viceministra de Salud. Y aunque también hay presencia del FMLN en otras tres carteras, ninguno de los ministros se ha caracterizado en los últimos años por ser de los de mayor confianza del ala del partido que logró purgar a aquellos que procuraban cambios hacia la moderación. Manuel Melgar es ministro de Seguridad y a la vez un antiguo amigo de Funes. Gerson Martínez, en Obras Públicas, es del grupo de “Los Tulipanes”, un sector que hace cerca de 10 años hizo pública su pretensión de mediar entre las visiones reformista y conservadora del partido. Y en una situación similar se encuentra el ministro del exterior, Hugo Martínez, quien incluso se alineó con el reformista Óscar Ortiz cuando este desafió a la cúpula partidaria e intentó obtener la coordinación general del FMLN.

En el caso de Melgar, por ejemplo, Mauricio Funes tuvo que defenderlo con firmeza ante Estados Unidos, que le impone un veto porque fue dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC), organización responsable del asesinato de nueve marines estadounidenses en un ataque indiscriminado en un restaurante de la Zona Rosa de San Salvador en los años 80s. Melgar no era la apuesta del partido. El FMLN peleó porque ese cargo lo ocupara Benito Lara.

Este es el equipo básico de Funes. Este es el equipo en el que el único funcionario de máximo nivel que sobrevivió al cambio de gobierno es Nicolás Salume hijo, presidente de la CEL. La CEL ejecuta en este momento la construcción de la represa hidroeléctrica El Chaparral, sobre el río Torola, en el nororiente de El Salvador.

Hace tres años, dos diputados del FMLN se adhirieron a una solicitud de la Unidad Ecológica Salvadoreña (y de las comunidades afectadas por la construcción de esa represa) para solicitar a la Asamblea Legislativa que intercediera en favor de frenar ese proyecto hidroeléctrico, por los estragos ambientales y a las comunidades. Esos dos diputados fueron Roberto Lorenzana y Gerson Martínez. Lorenzana fue gerente de campaña de Funes pero no integró el gabinete. Y Martínez, hoy desde el cargo de ministro de Obras Públicas asegura que no ha cambiado su postura contra El Chaparral. Dice entender que esos proyectos serán “analizados” antes de aprobarse, aunque las obras en el nororiente del país ya están avanzadas desde hace meses. Aquí se abre un posible conflicto entre la visión del presidente Funes y su hombre de confianza en CEL, y la visión del partido.

En lo que Martínez no ve posibilidad de conflicto es en el nombramiento de Salume. “Conflicto de intereses existe cuando alguien hace negocios relacionados con la cartera que está dirigiendo”.

Y Funes alega que fue por el conocimiento en el ramo de la generación de energía y porque lidera estos proyectos que ayudarán al país que Salume fue dejado en la CEL.
“¿Por qué he decidido ratificarlo en el cargo? Porque igual, él ha hecho un buen trabajo dentro CEL y puede seguirlo haciendo”, dijo Funes.

El Faro no pudo preguntarle esto ni a Salume Barake ni al presidente de CEL, pues aunque se les pidió entrevista vía telefónica, no dieron una respuesta.

Hace dos meses, cuando se refirió al tema del préstamo concedido por Nicolás Salume (padre), Funes dijo: “Él tiene y maneja el suficiente capital como para hacer un préstamo y tiene la suficiente solvencia moral como para hacer ese préstamo y eso no le va a implicar tampoco ningún compromiso de él conmigo ni de yo con él. El único compromiso que yo he adquirido es de devolverle ese dinero. Nada más. Lo demás es pura suspicacia”.

Fuente: El Faro.net 6/6/2009
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