Funes y el arte de usar las pinzas

SIN FRONTERAS: El arte de usar las pinzas
Por Luis Alvarez

Como si fuera un cirujano cardiovascular, Mauricio Funes deberá aprender a usar muy bien las pinzas, en este caso políticas, para que el corazón salvadoreño siga latiendo sin grandes sobresaltos después del histórico cambio en el timón de ese país.

Hasta ahora el gobernante salvadoreño, en sus primeros pinitos, ha hecho muy bien el papel de malabarista, lidiando con tirios y troyanos: con aquellos que apuestan por una izquierda de hueso colorado y los nostálgicos conservadores que no se resignan a ver a Arena fuera de la Casa Presidencial.

Uno puede identificar las primeras señales, una especie de mapa de ruta que claramente indica un balance apropiado entre unos y otros. Por un lado Funes se ha quitado de encima el miedo a hacer enojar a sus antecesores y ya sacó los primeros trapitos sucios al sol de la última administración de Arena al hablar de anomalías "que espantan" y anunciar una investigación sobre malos manejos de fondos en la administración pública.

También se montó sobre el filo de la navaja al mostrar su disposición a abrir los archivos del Ejército para indagar posibles violaciones a los derechos humanos durante el conflicto armado que acabó a inicios de los 90.

Funes toca allí una fibra verdaderamente sensible. Para nadie es un secreto la afinidad del Ejército con los gobiernos de Arena. Pero hasta el momento, los ahora opositores parecen estar digiriendo el trago amargo y no han respondido a los primeros embates del nuevo mandatario.

Pero quienes pensaban que Funes sólo le iba a ensañar con la derecha se estrellaron contra un muro. El mismísimo Fidel Castro se sintió desilusionado con el novel gobernante salvadoreño de quien cuestionó haber estado muy pendiente de la secretaria de estado estadounidense Hillarry Clinton, durante el cambio de mando en El Salvador.

Ya sabemos que Castro sólo hubiera estado feliz si Hugo Chávez, Daniel Ortega y Evo Morales hubieran podido montar su carnaval "antiimperialista". De seguro Castro había soñado con que el muy anunciado restablecimiento de relaciones diplomáticas con la isla sería un cheque en blanco para que La Habana hiciera sentir su peso político e ideológico en el país centroamericano.

Pero la isla tendrá su premio y su reconocimiento en la naciente administración de Funes. Ya el vicepresidente Salvador Sánchez Cerén dejó entrever su interés en instrumentar en esa nación un modelo educativo que podría emular el cubano donde el analfabetismo es casi inexistente.

Uno diría que el silencio de Arena ante la ruta que ha tomado Funes revela que en ese bando se encuentran confundidos. La cúpula derechista ya estaba en guardia, presta a denunciar lo que avisoraban como un vuelco ideológico radical del gobierno efemelenista.

El fantasma comunista se quedó en eso, solo en una fantasmal figura que no cobró forma y por ello en Arena, ahora con nueva dirigencia, se han limitado tímidamente a afirmar que están listos para ser una oposición vigilante.

Y como la vida siempre tiene sus ironías, será al ex presidente Alfredo Cristiani, el mismo que firmó los acuerdos de paz con la entonces guerrilla en 1992, el encargado de llevar la voz cantante en esa tarea.

Donde a Funes las cosas se le pueden poner color de hormiga sera en materia de seguridad. El Salvador paso de tener un promedio de 12 a 13 homicidios diarios y la violencia no admite ideologias. Alli estara el quid del asunto.

Luis Alvares e columnista de La Opinión - Comentarios a luis.alvarez@laopinion.com

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