El Salvador que heredará Funes

Un alto déficit fiscal y exportaciones, remesas, demanda interna e ingresos tributarios cayendo son parte de la herencia que el presidente saliente, Elías Antonio Saca, dejará a su sucesor Mauricio Funes, elegido hace un mes.

El déficit sería superior a los $360 millones, pues la recaudación ha sido de unos $60 millones mensuales menos desde enero.

Sin embargo, tanto el Banco Mundial (BM) como el Fondo Monetario Internacional (FMI) afirmaron que el déficit podría llegar a $470 millones.

Funes también heredará un país golpeado por la crisis internacional, que ya le ha hecho perder más de 25.000 empleos directos desde setiembre del año pasado, especialmente en la maquila y construcción, sumado a la desaceleración de la actividad económica en los servicios, sobre todo restaurantes.

El presidente electo deberá asumir la responsabilidad de pagar más de $360 millones anuales en subsidios al gas propano, energía, agua potable, gratuidad del bachillerato en la red educativa pública y otras ayudas.

Además heredará el puerto La Unión construido, pero sin el equipo necesario para operarlo, pues la licitación está estancada.

Al respecto, Funes ha dicho que el Estado debería administrar al menos el 51% de las acciones del proyecto y entregar el resto en concesión.

Apoyo del FMI

El actual gobierno dejará también un acuerdo precautorio con el FMI de $800 millones para inyectar liquidez a la economía en caso de extrema emergencia.

Sin embargo, entre las exigencias para ser usado está el envío a la Asamblea Legislativa del anteproyecto de ley para que se unifiquen las superintendencias del sistema financiero, de valores y pensiones en un solo ente.

Funes deberá lidiar con una Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (CEL) empobrecida, tras el pago de cerca de $180 millones en subsidio a la electricidad. Además de la deuda de $160 millones con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) por la construcción de una hidroeléctrica.

$360 millones sería el déficit del Estado salvadoreño, aunque organismos hablan de $470 millones.

Asimismo, el vencimiento y pago de una porción de deuda pública en eurobonos estimada en cerca de $600 millones que vencen en el 2011.
Para ello hay dos créditos aprobados el año pasado, uno del Banco Mundial por $500 millones y otro de $450 millones del BID, ambos condicionados al pago de los eurobonos 2011, además de $350 millones que deberían destinarse a inversión social.

Menos recaudación.

De acuerdo con la actual gestión en el Ministerio de Hacienda la recaudación tributaria descendería al final de año en un 10%.

Aunque se trata de una proyección, de los $3.395 millones que está previsto recaudar solo se recaudarían $3.011,7 millones, es decir, $383 millones menos de lo señalado en el presupuesto.

Hasta el mes pasado, la recaudación fiscal tuvo una caída de casi 15%, y el impuesto que más descendió fue el IVA.

“La recaudación se mantendrá y podría llegar a $400 millones, equivalente al 1,7% del PIB respecto a la meta planteada en el programa con el FMI”, señaló el documento elaborado por el Ministerio de Hacienda y presentado al mandatario electo.
Algunos analistas y también miembros del equipo de Gobierno de Funes señalaron que era preocupante “que las arcas quedarán vacías”, sin embargo, dijeron que era más más grave el hueco fiscal.

Gobernabilidad
Funes recibirá un Congreso en donde no cuenta con la mayoría simple necesaria para aprobar las iniciativas de ley propuestas durante su campaña.

Además, la calificadora de riesgo Standard & Poor’s bajó el pasado 12 de mayo el grado de inversión de BB+ a BB, debido al impacto recesivo experimentado por la economía local consecuencia de la crisis financiera mundial así como por el alto deterioro de las finanzas públicas, donde los márgenes de maniobra para bajar el elevado déficit fiscal son muy reducidos y sobre todo complicados ante el escaso acompañamiento que el presidente electo tendrá de parte de la Asamblea Legislativa.
Muricio Funes enfrentará por ultimo un país dividido. El nuevo mandatario deberá navegar en medio de la presión de la empresa privada y de las organizaciones populares y sindicales.

Los primeros pidiendo que no abandone el libreto de la economía de mercado, mientras los segundos exigirán que lleve adelante los cambios sociales que, a su juicio, el país necesita y así cumplir con el discurso de la la campaña electoral.

Fuente El Financiero 17/5/2009

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