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El golazo de San Iniesta obra el milagro

Un golazo de Iniesta cuando el Barcelona se moría metió a los azulgrana en la final de Roma. Quién mejor que el manchego, que encarna como pocos el juego de este Barça, para obrar el milagro ante un Chelsea que volvió a ser un sacamuelas. El Barça había dispuesto de la posesión del balón, pero no había disparado ni una vez a puerta en todo el partido. En esas, en el descuento, en el enésimo balón al área, Iniesta cazó un balón en la frontal que entró por toda la escuadra de Cech. Fue el triunfo del que quiso durante 180 minutos. Nada mejor que un gol en el último minuto para castigar la racanería del Chelsea. En Roma estarán los dos mejores equipos de Europa, y eso lo permitió un milagro de Iniesta.

Se ha alabado a este Barcelona por su juego, al punto de parecer que no tiene espíritu competitivo. Eso parecía propiedad de su máximo rival, pero este Barça también es competitivo como pocos. Lo ha demostrado varias veces esta temporada. Lo hizo en el estadio del Betis y en Mestalla, donde remó para sacar un punto, o en Bilbao, Valladolid y Getafe, donde venció por la mínima jugando y sabiendo competir. El último ejemplo lo dio en Stamford Bridge, donde nunca se dio por vencido y encontró su premio.


El partido fue lo que se preveía. El Chelsea fue el mismo equipo de la ida con algo más de querencia por el contraataque. Tuvo las mejores ocasiones, cierto, pero el espíritu cicatero fue el mismo. La primera jugada del partido ya reflejó lo que iba a ser el mismo. Si alguien esperaba un Chelsea presionante, se quedó con las ganas. Anelka se quedó en el centro del campo, esperando a que el Barcelona tocara. Así fue hasta el final. Por si quedaba alguna escusa para que los ingleses defendieran con todo, se encontraron con un golazo de Essien. El ghanés enganchó una volea de una pelota que caía del cielo que se coló por la escuadra de Valdés. Ni en sus mejores sueños se imaginaba ese gol el centrocampista.

El Barcelona tuvo entonces doble ración de Chelsea. El equipo de Guardiola llegaba hasta tres cuartos, pero pasar de ahí era una heroicidad. Con Lampard, Ballack y Essien formando una red casi impenetrable, Alex y Terry vivían muy cómodos. El Barça se enredeba, incapaz de un pase interior definitivo. Con Henry fuera de combate, Guardiola reestructuró poniendo a Iniesta en la izquierda y a Keita en el centro del campo. La gran sorpresa, sin embargo, estuvo en la defensa. El técnico puso a Touré de central y a Sergio Busquets de mediocentro. El africano pasó un mal trago frente a Drogba y Anelka y el canterano estuvo tímido.

El juego del Chelsea fue el esperado. Balón largo para que la peinara Drogba y buscara la segunda jugada. Más sencillo, imposible. Así obtuvo resultados porque están acostumbrados a ello y porque al Barcelona no le quedaba más remedio que dejar espacios. El delantero costamarfileño debió salir con chichones de Stamford Bridge. Él mismo tuvo la sentencia en un mano a mano con Valdés tras un recorte sobre Piqué. El portero aguantó bien y sacó con el pie. Fueron momentos, tras el descanso, delicados para el Barcelona. Los de Guardiola chocaban y chocaban. El partido era un bucle. El Barça perdía y el Chelsea buscaba su oportunidad a la contra.

Para complicar más las cosas, Abidal fue expulsado por una falta sobre Anelka. Con diez, frente a un equipo contragolpeador y sin encontrar ningún espacio. La empresa era complicada, pero no dejaba de haber vida. Iniesta y Messi no acababan de encontrar el hueco y Alves se hartó de centrar a ningún lado. Pero siguió creyendo. En esas, Henning se tragó un penalti de Piqué por mano. El Chelsea no mataba porque le faltaba ambición y el Barça seguía vivo. La cosa estaba para la heroica. Guardiola lo entendió y mandó a Piqué al ataque.

En el tercer de los cuatro minutos de descuento, Alves centró desde la derecha, el Chelsea despejó mal y el balón acabó en los pies de Messi. El argentino vio a Iniesta, que no es el mejor chutador del mundo, ni mucho menos, pero le pegó con el empeine, con el exterior y con el alma. Fue el único disparo a puerta del Barcelona en todo el partido. Lo hizo Iniesta, quizá el mejor centrocampista del mundo, un jugador superlativo. El Chelsea acabó desquiciado, comiéndose al árbitro. Ballack le gritó en la cara y Drogba dijo a la cámara que aquello era una vergüenza. El Chelsea no supo perder, a pesar de que su juego durante 180 minutos nunca fue para ganar. Sí lo buscó el Barcelona, que necesitó una heroicidad, pero que estará en Roma. Allí se encontrará al Manchester United. Se hace difícil imaginar una final mejor.

Fuente Marca 6/5/2009
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1 comment :

  1. QUESTA PARTITA ERAVAMMO IN ATTESSA ASSAI DE DIVERSO MA IL CALCIO è COSI ALLA FINE SE ESISTE IL DIAVOLO è SPAGNOLO!!!

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