El valor de las cosas sencillas

Una expedición de Payasos Sin Fronteras, compuesta por tres profesionales extremeños del humor, viaja a El salvador
Eloy García

Para alguien que vive en una aldea, separado del resto de la civilización por una cordillera montañosa, una actuación circense puede convertirse en un acontecimiento único y posiblemente irrepetible. De ahí que aplaudan la actuación de forma sincera, agradecidos de abstraerse, al menos por unas horas, de una monotonía diaria que se limita a conseguir comida para subsistir e intentar no enfermar. Ese sentimiento entregado de franca gratitud por cosas tan sencillas como una sonrisa es lo que han traído de vuelta en sus maletas los componentes de la expedición de Payasos Sin Fronteras que recientemente visitó El Salvador.

Se trata de tres profesionales del humor extremeños: Inés Pérez, de Badajoz, Verónica Rodríguez, de Conquista del Guadiana y Julio Pedrosa, de Miajadas, que además colaboran con la compañía Asaco Producciones, ubicada en Talayuela. Precisamente en sus instalaciones encontramos a Inés y Julio, quienes apenas cuatro días después de regresar ya estaban inmersos en un nuevo montaje. Lejos de sentirse cansados por el viaje y las maratonianas jornadas a razón de dos y hasta tres actuaciones diarias, manifiestan sentirse gratamente sorprendidos por la experiencia, asegurando que no les importaría repetir. De hecho aseguran que aun queda mucho por hacer en este país centroamericano y que cada persona debería intentar poner su «granito de arena».

Para 7.000 personas

Su periplo les ha llevado por algunas de las zonas más deprimidas de El Salvador, actuando ante cerca de cuarenta grupos que suman un total de 7.000 espectadores de todas las edades, desde niños (la mayoría) hasta ancianos. «El objetivo era dar apoyo psicológico a personas que viven en una situación tan precaria, pues aun hay mucha diferencia entre la parte rica de la capital y las zonas rurales. Ellos no conciben que puedan divertirse y disfrutar, ya que su día a día se limita a levantarse cuando sale el sol y buscarse la vida. Nada más», lamenta Pérez. De ahí el sincero agradecimiento en el que hace hincapié Pedrosa. «Lo mejor es ver como la gente se acercaba para darte un abrazo al acabar la función, pues realmente para ellos es muy importante y valoraban que tuvieras que hacerte varias horas de camino por la montaña para actuar cerca de su casa», señalaba.

Sus actuaciones, consistentes en un espectáculo de payasos clásicos, de algo más de una hora a cargo de la imaginaria familia extremeña 'Honda' (con 'h' aspirada), ha recorrido pequeñas aldeas, escuelas, hogares de niños, comunidades marginales e incluso penales, ubicados en diversos departamentos (lo homólogo a nuestras provincias), como son Chalatenango, San Vicente, La Libertad o Custcatlan, entre otras. «En algunos casos, cuando llegábamos a las poblaciones, nos estaban esperando subidos a los árboles, para vernos llegar. En otros, familias enteras se hacían trayectos de varias horas a pie solo para ver nuestra actuación», recuerda Pedrosa, quién destacaba que el espectáculo tenía música en directo y que de forma especial trabajaba la interactuación con el público. «Ha funcionado de forma fenomenal, pues aun han disfrutado mucho más al verse en esas situaciones tan cómicas y poder formar parte del espectáculo», destacan.

La contraparte

Además del voluntariado y las subvenciones económicas, la iniciativa ha sido posible gracias a la ayuda de la ong salvadoreña Cordes, desde donde les han guiado a través del país. Por otra parte señalan que también han formado a varios jóvenes salvadoreños en técnicas de payasos y cascadas caídas (tropezones, golpes, resbalones,...) con el fin de que puedan montar su propio espectáculo y continuar con esta labor. «Debemos crear las redes sociales para poder llegar a todo el mundo a través de la cultura y el ocio», manifiestan.

Para finalizar insisten que durante el viaje no solo han enseñado sus técnicas, sino que también han aprendido de esa forma de sentir, de expresarse natural y espontáneamente, valorando las cosas más sencillas de la vida. «Para ellos es importante y te valoran tu esfuerzo. Nos volvimos con la sensación de haber contribuido con algo, pero también con el sentimiento de que aun quedan muchas cosas por hacer y que todos podemos aportar de alguna manera», concluyen.

Fuente Hoy.es 15/2/2009

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