Soldados cuscatlecos y la farsa de Irak

Por José Manuel Ortiz Benítez*

Al final, las armas de destrucción masiva resultaron ser una farsa mediática inventada por George W. Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld, entre otros, para invadir Irak. Esa es la dura realidad con la que todos nos hemos estrellado como insectos en el parabrisas . (Foto AFP, Herminia Ramos llora sin consuelo sobre el ataúd de su hijo Natividad Méndez Ramos muerto en Irak)

Oportunidades de negocio, dinero público y petróleo, mucho petróleo, probablemente fueron las causas reales para invadir aquel país. Si Irak hubiera sido como cualquier otro país rural africano, tengan por seguro que nadie se hubiera ocupado de exportar ninguna democracia ni de salvar a su gente de gobernantes tiranos, cosa que de todas formas no ha ocurrido del todo en Irak al día de hoy.

Al contrario, la invasión, ilegal a todas luces, ha convertido a Irak en un lugar caótico, sin ley, el “no man's land” de oriente medio, en el que nos metieron el ex presidente, Francisco Flores, y el actual Presidente Elías Antonio Saca, enviando carne uniformada salvadoreña a la hoguera de ese país, un país con el que no compartimos nada, excepto altos niveles de violencia, homicidios e inseguridad.

Finalmente, después de casi 6 años de guerra en Irak, se ha impuesto la verdad. Ahí está el testimonio del propio ex secretario de estado, Colin Powell, el hombre que escogió Bush, por su popularidad, para dar la cara a la hora de convencer al mundo de hacerle la guerra a Irak. En su testimonio Powell dice a ABC News sentirse “terrible” por haber defendido el caso contra Irak en el seno del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

“Eso [defender la guerra contra Irak en la ONU] me devastó” repara ahora un doloroso y arrepentido Colin Powell.

Sin embargo en nuestro país, todavía nos atrevemos a vender elucubraciones –que nadie refuta a excepción de dos medios pequeños– que fuimos a Irak para construir democracia, paz y libertad por encargo específico de Naciones Unidas.(Foto Stacy Niles: Capitan Roberto Cuellar, pone al día a sus comandantes antes de salir a ejecutar un "convoy")

En su tono habitual de auto-confianza desbordante, en la que nunca muestra ni un pelo de tibieza, el presidente Saca dijo la víspera de navidad “Ya hemos cumplido con Irak, hemos cumplido con la coalición internacional y hemos atendido una petición de Naciones Unidas”.

No sé a qué petición de Naciones Unidas se refería el presidente. Cuando se invadió Irak por parte de Estados Unidos, no hubo ninguna petición de Naciones Unidas. Se invadió aquel país de forma unilateral. Las peticiones de Naciones Unidas llegaron después de haber puesto como presidente a Ghazi Mashal Ajil al-Yawer, un amigo de Washington, y fue éste que, con posterioridad a la invasión, pedió ayuda a Naciones Unidas para la reconstrucción de su país y para la mejora de la seguridad en la zona, después del descalabro y el caos creados con la invasión.

Como habla habitualmente el Presidente Saca “hay que ser claros en esto”: primero se invadió y después se pidió permiso a Naciones Unidas.

Si hace falta, hacemos un poco de memoria, por que, como de costumbre, se quiere hacer pensar a la población que las tropas salvadoreñas estaban en Irak cumpliendo con un mandato de Naciones Unidas, cuando, en realidad, estábamos allá satisfaciendo una apuesta personal de George W. Bush y su fracasada “doctrina” de ataques preventivos, una doctrina peligrosa practicada en Irak a la que el propio Secretario de Naciones Unidas, Kofi Annan, se referiría más tarde – el 16 de septiembre de 2004– como “ilegal” al margen del marco de las Naciones Unidas.

La única resolución, previa a la Invasión de Irak, aprobada por unanimidad el 8 de noviembre de 2002 por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, era la 1441, que daba a Irak “una oportunidad final para cumplir con las obligaciones de desarme” o enfrentarse a las “consecuencias” presumiblemente comerciales y económicas, nunca a una ocupación de Estados Unidos.

A principios del 2003, después de vacilar varias semanas, el régimen de Bagdad finalmente accedió a las inspecciones de la ONU de acuerdo con la resolución 1441, a escasas semanas de que se venciera el plazo, previsto para finales de marzo de 2003. Para entonces el gobierno de Bush ya había decidido invadir Irak.

Bush fue tajante como una hoja de afeitar, “o estas con nosotros o en contra de nosotros” dijo en su célebre frase “You’re either with us or against us” como si el mundo estuviera divido por una clara e inequívoca frontera del bien y el mal, en donde EE.UU. representaba “lo justo” y, el resto del mundo, lo contrario.

Aquel texto en la resolución 1441 no era lo suficientemente fuerte ni específico como para ir directamente a una segunda guerra contra Irak ya que en ella no se mencionaban los términos “guerra”, “cualquier acción” o “acción militar”, ni mucho menos el término “invasión”.

Para cumplir con la legalidad internacional se requería de una nueva resolución del Consejero de Seguridad de la ONU autorizando el uso de “la acción militar”.

Por desgracia, esa resolución nunca llegó por que Bush dio orden directa a sus generales de invadir Irak la noche del 19 de marzo de 2003, al margen de cualquier otra resolución negociada en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Bush decidió invadir Irak a toda costa a pesar de que el Inspector Jefe de la Comisión de las Naciones Unidas de Vigilancia, Verificación e Inspección, Hans Blix, diera un informe la semana del 11 el 18 de marzo de 2003, de que Bagdad, finalmente, estaba colaborando en buena medida con el equipo de Inspección de la ONU para inspeccionar los puntos claves en suelo iraquí donde supuestamente estaban las armas de destrucción masiva. Pero nada iba a cambiar la decisión tomada por Bush, ni los socios pesados como Francia, Alemania, China, y Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU. La suerte estaba echada.

Con la invasión hecha, al margen de la ley internacional, se pone como presidente interino a Ghazi Mashal Ajil al-Yawer, un cercano amigo de la administración Bush.

Ajil al-Yawer gobernó Irak de Junio 2004 hasta abril 2006, y es en este período que el gobierno interino de Irak, instado por Washington, pide expresamente al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas pasar las resoluciones para la ayuda internacional de la reconstrucción de Irak y de reconocimiento de tropas extrajeras en suelo iraquí, resoluciones 1546 y 1790

Es decir, Bush invadió al margen de Naciones Unidas y cuando vio el lodazal en el que se había metido pidió a Ajil al-Yawer que acudiera a Naciones Unidas para legitimar las tareas militares y de reconstrucción e involucrar a otros países en el ajo, una táctica bajera que a veces utilizan algunos gobernantes inconscientes, por no utilizar otro término más contundente.

Hasta el final del día 23 de diciembre de 2008, no se sabía qué iba a pasar con las tropas extranjeras no estadounidenses en territorio iraquí después que la ONU confirmara la finalización el 31 de diciembre de 2008 de la resolución 1790.

Naturalmente el gobierno de Bush, por otros causes distintos a la ONU, ya había negociado un plan aparte para sus tropas con los parlamentarios iraquíes, dejando con el culo al aire a las tropas de sus propios aliados, los pocos que aun quedan en Irak, como Inglaterra, Australia y, por supuesto, nuestro pequeño, pero valiente, distrito centroamericano, El Salvador.

A última hora de la sesión, el parlamento iraquí decidió, en una frenética cita contrarreloj, una rara votación en la que se extendió el plazo de permanencia de tropas no estadounidenses del 31 de diciembre de 2008 hasta el 31 julio de 2009.

La votación no fue gratuita, le costó la cabeza a Mahmud Mashadani, el presidente del parlamento.

Horas antes de la incierta votación en el parlamento Iraquí, segundo intento en la semana, el presidente Elías Antonio Saca, temiéndose lo peor, se apresuró a anunciar que nuestros muchachos volvían a casa después de haberle cumplido al pueblo de Irak y después de haber sido “respetuosos de las resoluciones de Naciones Unidas”

“Hemos decidido que nuestras tropas regresen” a casa, dijo el Presidente Saca sin ninguna duda o reparo a las críticas, ni a ese grueso rechazo ciudadano de por lo menos el 75% de la población salvadoreña.

Nunca se aceptó en público que fuimos a pelear a Irak por motivos distintos a la paz, la libertad, la democracia o la reconstrucción de aquel país.

Algunos sostienen que fuimos a la guerra de Irak por “afinidad ideológica” con la intención última de tener algún “trato preferencial” de parte de EE.UU. y del gobierno de George W. Bush, que, por supuesto, es algo defendible en una política bilateral. Pero ni eso ha resultado ser cierto.

Nada, no ha habido ningún “trato preferencial” en beneficio del pueblo llano. El bienvenido TPS no es exclusivo para salvadoreños, también entran en el plan hondureños y nicaragüenses. Las deportaciones de salvadoreños de EE.UU. siguen rompiendo plusmarcas anteriores, cerca de 70,000 deportados entre enero de 2004 y diciembre de 2008. Es decir cerca de 40 deportados por día, la gran mayoría en los últimos dos años, según el Ministerio de Seguridad Pública.

En las redadas de inmigrantes sin papeles en la costa este y oeste de EE.UU., las autoridades migratorias estadounidenses nunca tuvieron “un detalle” con la buena y noble “raza salvadoreña”, la única “nacioncita” en todo el hemisferio dando la cara, peleando codo con codo, derramando sangre y defendiendo con la vida al lado de las tropas de EE.UU. la bandera americana Old Glory en el duro y difícil desierto iraquí.

Nada, Bush no dio esa orden ejecutiva de “discreción” a las agencias federales a favor de los nuestros, en las redadas hechas en los puestos de trabajo, de donde salieron buena parte de esos 70,000 deportados. Sacaron a nuestros pobres e indefensos trabajadores como tacuaciones, rompiendo familias y destruyendo sueños, sin tener en cuenta la sangre guanaca vertida en el polvo del desierto iraquí en defensa de los intereses de EE.UU. (Foto LPG: Familia de Salvadoreños camina en un operativo en Langley, Virginia)

Nada, ni una sola visa de trabajo temporal en el sector agrícola otorgada por la embajada de EE.UU en El Salvador para salvadoreños braceros en los últimos 5 años (H-2A Nonimmigrant Visa for temporary or seasonal agricultural worker). De las cerca de 140,000 visas H-2A en los últimos 5 años, cerca del 98% fueron para México.

Por su parte la agencia USAID en El Salvador viene arrastrando una bajada estrepitosa en la ayuda a la cooperación y el desarrollo en nuestro país en los últimos 10 años. Por ejemplo, en el 2001, el presupuesto en papel para El Salvador era de $52.8 millones, ya en el 2004 había bajado a $35 millones.

Los programas y beneficios en materia de seguridad, narcotráfico y crimen organizado (FBI, equipos, transferencia de conocimientos, entrenamiento, tecnología, etc.) no cuentan como “tratamiento especial”, por que esa es la única ayuda que EE.UU. ha reforzado en todos los países de la región.

Si hay o ha habido un “trato preferencial” por el sacrificio de nuestros saldados en Irak debe estar a otro nivel, a un nivel político-económico que beneficia, como de costumbre, sólo a un reducido puñado de individuos bien colocados en el aparato del poder. Por ejemplo, el nombramiento de un salvadoreño ex ministro como director ejecutivo del Banco Mundial, organización políticamente controlada por Washington o el nombramiento fallido del ex presidente Francisco Flores como Secretario General de la OEA que en el último momento no pudo ser.

Al final lo único rescatable e igualmente debatible del posible “trato preferencial” hacia El Salvador de parte del Gobierno de Bush por el envío de tropas salvadoreñas a Irak podría ser la donación de la cuenta del milenio. Sin embargo, algunos dicen que ni eso, que la donación de los 462 millones de dólares equivale más o menos a los impuestos federales de los 50,000 millones de dólares, que inyectan a la economía de EE.UU. cada año los 2.8 millones de salvadoreños residentes en ese país. Si éste es el "trato preferencial", aunque cuestionable, bienvenido sea.

En cualquier caso, después de nuestra aventura con Bush en Irak, nuestros saldados finalmente vuelven a casa, a su patria querida, a contar sus hazañas, sus logros y sus miedos, vividos allá en aquel país que nadie en El Salvador conoce.

Los que no vendrán nunca jamás a la añorada patria de la raza cuscatleca a contar lo vivido en Irak son Natividad Méndez Ramos, Carlos Armando Godoy, José Miguel Perdomo, Donald Alberto Rivas y José Argelio Soto Ochoa, ellos descansan finalmente en paz en su patria particular, a metro y medio bajo tierra.

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*Miembro de Salvadoreños en el Mundo

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