LAS MALANDANZAS DE RIOS MONTT EN LA HISTORIA: SIGNIFICADOS

Por: Dr. Victor M. Valle

En las semanas recientes, el nombre de Efraín Ríos Montt –militar guatemalteco que fue dictador por un breve pero sangriento período, de 16 meses, entre 1982 y 1983- ha sonado fuerte y frecuente en los medios de comunicación y en las conciencias del mundo.

Su enjuiciamiento, condenas y des -condenas han ocupado las noticias. Lo último que se sabe es que la Corte Suprema de Justicia de Guatemala ha decidido que se continúe el debate, en el juicio por genocidio, a partir de cómo quedó el pasado 18 de abril de 2013.

Independientemente de que se le condene o no finalmente, ya el juicio ha abierto brecha y sentado precedentes.

Ríos Montt –su vida y su conducta – resume todo lo nefasto que tiene la evolución de las sociedades de América latina.

A sus 86 años ha sido enjuiciado por cometer genocidio contra grupos de indígenas de Guatemala y el juicio ha puesto en evidencia mucho de lo malo que hay en nuestras culturas.

A Ríos Montt se le acusa de organizar y dirigir matanzas sistemáticas contra poblaciones indígenas de Guatemala y concretamente se le enjuicia por cometer genocidio contra la etnia Ixitl.

El genocidio –término de relativa reciente aparición en la jerga jurídica y política- implica toda acción organizada, deliberada y consciente perpetrada desde posiciones de poder para destruir a un grupo nacional o étnico. Esta destrucción puede perpetrarse a través de matanzas, lesiones graves, sometimiento de las personas a condiciones destructivas, impedimentos de nacimientos y desarraigo de niños por la fuerza.

La acusación contra Ríos Montt por genocidio ha abierto heridas y debates en Guatemala y ha repercutido en América Latina y el mundo.

Ríos Montt, al igual que los demás dictadores centroamericanos, ejerció el poder con medidas represivas contra los sectores populares. La acusación que más contundencia cobró es la que se le hizo de cometer genocidio contra la etnia Ixil, grupo sobreviviente de los Mayas y que desde hace siglos sufren acoso y humillaciones por los poderosos.

Mi amigo Edelberto Torres-Rivas, en una polémica con un grupo de guatemaltecos que no les gusta que se hable de genocidio, escribió el 18 de abril del año en curso:

“…el genocidio es la expresión mayúscula de la muerte planificada, es la maldad humana a quien la razón lleva de la mano; el acto genocida es una descarga emocional de odio, es una tradición de desprecio y antipatía que justifica la destrucción del otro.”

Los que polemizan con Edelberto dicen que, en el caso de Guatemala, “…la acusación de genocidio es una fabricación jurídica…”

Lo cierto es que Rios Montt actuó, desde posiciones de poder, de manera planificada y consciente, para destruir a grupos de indígenas entre los que destaca la etnia Ixitl.

En uno de los reportajes sobre los juicios contra Ríos Montt, leí que el genocida dijo en una de sus declaraciones, a manera de explicación y justificación de su gestión como dictador: “Quise un país con identidad”

¿A qué identidad se refiere?

¿A la de los descendientes de los “gachupines”?

¿a los integrantes de la “patria del criollo” de la que nos habla la monumental obra de Severo Martínez Peláez?

Es altamente probable que Ríos Montt se considere un criollo y descendiente directo de españoles y que el país que quiso y quiere sea una “patria del criollo” remozada y purificada.

El examinar sus apellidos, uno descubre que Ríos es un apellido que procede de Castilla, concretamente de Burgos, y que Montt es un apellido de origen catalán.

Viene a la mente la famosa discusión, en Valladolid, en el Siglo XVI, entre Juan Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas.

Sepúlveda defendía la conquista como una guerra justa sobre la base de que los españoles eran una raza superior y que los “indios” estaban predeterminados, por designio divino, a someterse a los españoles. Además, este clérigo sostenía que los “indios” no eran humanos y que no tenían alma. Por eso se aceptaban y se justificaban los malos tratos contra los indígenas en las prácticas esclavistas conocidas como Encomiendas. .

De las Casas afirmaba lo contrario: los “indios” eran hijos de Dios y merecían ser tratados como humanos, porque son humanos.

Fray Bartolomé de las Casas sostenía en la famosa controversia teológica y política: “Todos somos iguales como hijos de Dios”.

Juan Ginés de Sepúlveda, por su parte, decía: “Es una conclusión por natura, ‘ellos’ –los indios-son definitivamente inferiores a nosotros.”.

Es probable que Ríos Montt sea un heredero ideológico de Ginés de Sepúlveda y considere que los indígenas de Guatemala no tienen alma y que, por lo tanto, en las campañas contrainsurgentes, podía usar, sin remordimientos morales, las prácticas de “tierra arrasada” que son de origen militar, pero como se ve, en el caso de Guatemala, tienen fundamento ideológico.

Por supuesto que los Ixitil no caben en la “identidad” soñada por Ríos Montt. Ellos, según la manera de pensar de Sepúlveda y Ríos Montt, no tienen alma.

Hay una obra teatral excelente, del francés Jean-Claude Carriere, titulada “La Controversia de Valladolid”, donde se recoge, con alta calidad literaria, teatral y dialéctica, el dilema de si los indígenas tiene alma, según el famoso debate de 1550, entre Sepúlveda y de las Casas, en la España colonial.

Es de reflexionar sobre esos duendes racistas que invaden nuestros pensamientos y acciones, aún en un país mestizo como El Salvador. Y donde seguramente hay muchos simpatizantes de Ríos Montt, los mismos que añoran a Maximiliano Hernández Martínez, el masacrador de indígenas en 1932, y admiran a los que asesinaron a Monseñor Romero en 1980.

Victor M. Valle es catedrático salvadoreño residente en Costa Rica

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