Las pequeñas oportunidades

Por José M. Tojeira*

Hablamos de grandes oportunidades. Pero olvidamos la responsabilidad de hacer bien las cosas en el día a día. Las rutinas y los discursos grandilocuentes nos resultan más cómodos que el esfuerzo diario por hacer las cosas bien. Sin embargo, cambiar lo que nos parece secundario se convierte muchas veces en el único camino viable para un desarrollo sostenible. Porque solo avanzamos dando pasos concretos que cambien lo que hasta ahora no ha dado resultados. Ponemos en este contexto algunos ejemplos.

Estamos a punto de iniciar la elaboración de un nuevo presupuesto. ¿Nos atrevemos a plantear un cambio fuerte en lo que se destina a educación o a salud? ¿O continuaremos con la misma proporción de recursos que ha sido hasta ahora incapaz de generar desarrollo? Ya hemos resaltado en otro momento que sin un 70% de la población con nivel de bachillerato, es imposible alcanzar el desarrollo. ¿Estamos dispuestos a invertir en un bachillerato, o su equivalente técnico, universalizado? ¿Cuándo vamos a empezar? ¿O pensamos que nosotros vamos a inventar un nuevo camino hacia el desarrollo? ¿Creemos que invirtiendo poco en salud saldremos adelante?

Siguiendo con el presupuesto. Hemos dado pasos hacia la transparencia con la ley de acceso a la información pública. Pero ¿corregiremos las oscuridades que mantenemos desde hace muchos años al elaborar el presupuesto? Como institución del estado formada por una ley de la República, el Organismo de Inteligencia del Estado debe aparecer en el presupuesto con su desglose de gastos. Ninguno de los gobiernos de ARENA cumplió con ese precepto constitucional. Y el gobierno del FMLN lleva ya dos presupuestos siguiendo la tradición arenera. ¿Dónde está el esfuerzo sostenido por el cambio en algo tan simple como esto? ¿Hay alguna razón especial por la que se prefiera seguir escondiendo este dato en algún rubro inflado de otro órgano del Estado? ¿O será parte de la oficialmente inexistente partida secreta?

Tendremos pronto elecciones municipales. Desde hace tiempo vemos que el sistema de elección de alcaldes y cabildo completo por mayoría simple tiene un serio déficit democrático. Incluso en algunos momentos se ha hablado de una participación proporcional en los cabildos que sería digerible por los partidos políticos. ¿Por qué no se puede comenzar ya esa solución? ¿Es que no urge la mejoría de la democracia salvadoreña? Todos estamos convencidos que las situaciones de crisis en El Salvador deben resolverse a través del diálogo. ¿No sería conveniente instaurarlo mediante cabildos plurales que enfrenten juntos los problemas de la localidad?

Se puede decir que hay asuntos más importantes que los mencionados. Es cierto. Pero cuando nos quejamos de que los problemas complejos y graves no acaban de solucionarse, como el de la violencia, se nos dice que son muy difíciles de resolver y que no se puede solucionar en poco tiempo lo que tiene raíces temporales demasiado largas. ¿Por qué no esmerarse entonces en lo que sí se puede solucionar con mayor rapidez? ¿Y no serán las soluciones fáciles las que nos prepararán para poder encontrar el camino de solución de las difíciles?

Si se prolongara el tiempo de permanencia en la escuela de los jóvenes no solo tendríamos mejores perspectivas de desarrollo, sino que habría una tendencia clara a la disminución de la violencia juvenil. Los mismos jóvenes dicen, en este positivo y audaz diálogo iniciado por el Consejo Nacional de Educación sobre el tema de la violencia, que tienen problemas a la hora de manejar el tiempo libre. ¿No será un camino el apoyar presupuestariamente al MINED en sus proyectos de escuela de tiempo pleno? Todo está interconectado. Pequeñas oportunidades y grandes problemas.

José M. Tojeira es analista, ex rector de la Universidad José Simeón Cañas

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