El dilema palestino, ser o no ser

Por Elmer Palma*

Funes, en calidad de presidente del estado salvadoreño se hizo presente a la acostumbrada Cumbre de las Naciones Unidas para dar su discurso como dignatario. Al igual que otros mandatarios del mundo, en su discurso habló del tema del momento; que Palestina merece ser un estado reconocido por la comunidad internacional.

Por lo menos no lo dejaron hablando solo como sucedió un día antes con el medio trastornado presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad y sus locas propuestas y críticas fuera de contexto. Provocando que, premeditadamente, los diplomáticos estadounidenses abandonaran el salón; seguidos por diplomáticos de países en su mayoría del primer mundo.

Funes debió ser más cauteloso en un tema tan escabroso, no dejarse llevar solo porque todos dicen lo mismo o porque alguien se lo recomendó desde otro país a cambio de algo. Primero porque después de su participación buscará también hablar a solas con Obama y su gabinete para solicitarles la extensión del TPS para los salvadoreños. Segundo, porque se está metiendo en camisas de once varas. ¿Cómo un presidente de un país asediado por la violencia y las matanzas, puede entrometerse en temas de países que están todo el tiempo empleitados y matándose como perros y gatos?

Aunque Obama ha señalado que sueña con un Estado Palestino, es solo parte de una perspectiva personal. Ya la posición de Estados Unidos está fijada con claridad y su postura es, tal como ha sido siempre, la de apoyar a Israel incondicionalmente por razones obvias que nadie tiene y pocos entienden.

El apoyo incondicional a Israel no es una simple terquedad de Estados Unidos, es algo que va más allá de la moral y los compromisos suscritos entre ambos países. Es toda una cátedra la que hay que recibir para entender las razones profundas. Hay que ser incluso teólogo para conocer la conexión eclesiástica que une a ambos países, en otras palabras, es algo bíblico. En varios pasajes de la Biblia Dios es representado por un águila, casualmente, el águila también es el ave nacional de Estados Unidos por ser un animal ícono de los cielos americanos. La famosa águila americana, que cuando la unión estaba tomando forma, era común verlo volar sobre las verdes montañas. Casualmente, la Biblia habla de un águila que protegerá a su pueblo.

Estados Unidos quisieran un estado Palestino independiente y soberano, también lo desea Israel. Pero el contexto de estado es muy amplio y ahí entra en análisis que lleva a la cautela bilateral que termina imponiéndose a la exigencia multilateral. Y claro, Estados Unidos con su poder de veto en las NU, puede mandar a la gaveta cualquier propuesta sin un fundamento serio o comprometedor a sus intereses. Acá no hay sentimentalismos ni populismos que valgan, mucho menos presiones disfrazadas de justicias e igualdades. Los intereses son primero antes que la justicia y la prudencia es también primera antes que los populismos.

Otro aspecto que hay que considerar es el hecho que los palestinos han reiterado, de manera ingenua, que quisieran llevar a militares israelíes a las cortes internacionales por crímenes en contra de su gente. Con eso, ellos mismos se están negando el pase a convertirse en estado. Ni Estados Unidos ni los europeos van a permitir semejante altanería después de que los palestinos han provocado los ataques a posiciones israelíes con sus actos terrotistas. Cada vez que un suicida se hace estallar y mata gente inocente, es de esperar la reacción militar de parte de los judíos. Así de simple lo reconocen los países civilizados. Y si los palestinos se convierten en estado, tendrían derecho a utilizar cortes internacionales que dependen de las UN en el contexto universal. Obviamente ese punto abre un debate interminable que le da cabida a puntos de vistas diversos e intransigente por la magnitud que representan. Unos dirían que Israel es cruel y que se les pasa la mano con sus respuestas militares cada vez que reciben un ataque suicida. Mientras otros dirían que Israel tiene el derecho a defenderse de los ataques terroristas. Pocos dirían que los palestinos son quienes promueven la violencia y la cultivan. Sobre todo, que la patrocinan al negarse a eliminar al grupo terrorista Hamas de la Franja de Gaza, punto que Estados Unidos reclama con apoyo de los europeos.

El problema se vuelve más grande cuando vemos que son dos palestinas, el West Bank y la Franja de Gaza. Una parte es estable y controlada por su presidente Mahmoud Abbas. La otra parte es la peligrosa, está controlada por el grupo terrorista Hamas que se niega a parar los ataques terroristas. Aunque para que exista un estado no necesariamente tiene que haber unidad geográfica, ahí tenemos al Estado de Alaska y Hawaii, a miles de millas de distancia siguen siendo parte de un país. Y Palestina podría convertirse en un estado si tan solo lograra controlar y exterminar a sus terroristas.

Lo que Israel exige, con respaldo de Estados Unidos, es simplemente que los palestinos reconozcan que tienen a un vecino que los supera en tecnología, dinero y armas. Realidad que los terroristas de Hamas no quieren aceptar.

Entonces, hasta que esos dos compromisos no existan entre los Israelíes y las dos palestinas, ni Estados Unidos puede garantizar un Estado Palestino mucho menos el mundo entero.

Y ahí cae el error del presidente Funes. Él no puede pedir lo inalcanzable en un mundo tergiversado por los populismos antiamericanos que superan la lógica y el sentido común.

Asuntos bilaterales son entre dos, y Palestina tiene que garantizar la renuncia a la violencia y reconocer que Israel es Israel y que están ahí para quedarse, nadie los va a mover de ahí. Y si ellos quieren ser estado, que simplemente reconozcan la realidad que los rodea. Poco o nada pueden hacer otros en las NU, y cualquier intento termina en simbolismos precoces. Cuando hay tantos que arreglar en el mundo, no es justo que esos valiosos espacios se desperdicien en temas abortivos.

Estados Unidos entiende su papel y lo hacen muy bien, los que no entienden sus posiciones son los países que piden lo inalcanzable, y ahí caen en el error de la ignorancia quedando como igualados.

El salvador cayó en ese esquema, y le puede salir caro, hoy en día no estamos en condiciones de pelearse con los capitanes ni con los cocineros del barco, porque se pueden orinar en la sopa.

Es más, un país plagado por la violencia, como es el caso de El Salvador, no debería andarse metiendo en problemas que no le competen, o peor aún, que nada podemos hacer. Esos llamados sin eco son un desperdicio y no llegan a nada, mejor se pudo aprovechar en espacio y el momento para hablar de nuestros problemas, de los que nos compete y que nos ahogan. Talves allá en el mundo surrealista, alguien se interese por echarnos una manita con tanta violencia doméstica. Pero para eso hay que ser dramático, temático y gráfico. Solo así, el mundo comprenderá, que mueren más aquí que allá. La diferencia es que, el problema de El Salvador es arreglable, mientras que el de los palestinos e Israel no tiene solución ni siquiera por cuenta propia.

Este no es asunto multilateral, es de incumbencia bilateral, así de simple. Y mientras ellos no se pongan de acuerdo, es como que las familias de un matrimonio quieran intervenir en sus problemas de pareja; solo ellos podrán arreglarse o divorciarse si quieren, y lo que digan las familias sale sobrando.

Solo hay dos requisitos a cumplir. Que renuncien a la violencia y que reconozcan que Israel controla la tierra, el dinero, las armas y que son un país vecino. Desde ese punto pueden partir su camino a ser un estado independiente y soberano ambos por igual.

Mientras tanto Sr. Funes, dese una vueltecita por la Corruncha en San Miguel, o por Matazanos en Ilopango, ahí hay suficiente en que entretenerse si es que la violencia le preocupa.


Elmer Palma es salvadoreño residente en Washington

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