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EL AMPLIO CONCEPTO DE LA SEGURIDAD: definiciones y urgencias

Dr. Victor M. Valle*

La seguridad es un tema de perene interés y preocupación para todas las personas. Eso está en el Manual de Perogrullo. Por eso se corre el riesgo de escuchar a cualquier persona que diga cualquier cosa sobre los asuntos de la seguridad. Y que lo haga con aires doctorales y poses de Causa Finita o dedo acusador.

Es bueno separar la paja del trigo en torno al amplio concepto de la seguridad. Aunque no todo mundo lo explicite, se siente que la seguridad es ausencia de riesgos y amenaza, es presencia de confianza y apoyos para vivir y convivir, es certidumbre de un futuro estable y feliz. La seguridad, dicen los psicólogos, es una necesidad humana fundamental; es un derecho de las personas y una obligación de los Estados, dicen los políticos y los estudiosos de las Ciencias Sociales.

Lo que ha pasado en los últimos siglos es que la seguridad se asoció únicamente con la seguridad del estado, esto es con la defensa del territorio (y de la soberanía implícita en ese territorio) de enemigos externos. Esta defensa era un asunto profesional de los militares que debían estar subordinados al poder político legítimamente constituido. Pero eso no siempre fue así.

En muchos países de América Latina los militares tenían el monopolio del poder político y la seguridad fue un asunto estrictamente militar. Era la seguridad nacional o seguridad del Estado. Una de las fuentes de conflictos violentos y atrocidades en América Latina, principalmente en Centroamérica, fue la confusión de mezclar y darle mando único a las fuerzas militares y las fuerzas policiales. Y lo que es peor, hacer de la seguridad nacional un sinónimo de persecución cruel a opositores políticos que buscaban los cambios sociales y la libertad.

La seguridad pública es un servicio y una obligación del Estado que provee a los habitantes protección para su integridad física y sus bienes. Para eso se necesita una policía o policías y jueces. También, cárceles y reformatorios.

Han aparecido otras seguridades cuya naturaleza deben entenderse para no caer en una maraña conceptual que en lugar de ayudar, enredan y obstaculizan para tomar decisiones pertinentes.

Así, se habla de seguridad ciudadana la cual se refiere a que la gente viva tranquila y pueda cumplir sus funciones vitales y buscar sus objetivos y proyectos de vida sin que sus actuaciones perjudiquen a los demás. Para este tipo de seguridad se necesita el aporte de las policías, de las organizaciones comunitarias, de los organismos de la sociedad civil, de las instancias educativas y de todos los organismos del gobierno; pero sobre todo se necesita de la participación deliberada y consciente de cada uno de los ciudadanos para ser parte de la seguridad de todos.

Desde el comienzo de los 1990s, y como un resultado del fin de la “guerra fría”, período cuando dos superpotencias forcejeaban por el control del mundo, los intelectuales y los políticos comenzaron a hablar de un nuevo tipo de seguridad que girara en torno a la persona humana más que alrededor de los intereses territoriales del estado. El Informe Anual sobre Desarrollo, publicado en 1994 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, lo dedicó a un tema hasta entonces poco conocido: la Seguridad Humana.

La Seguridad Humana es un enfoque que pretende ser más integral y va más allá de la seguridad pública y difiere de la seguridad nacional aunque la complementa. Debe ser primordialmente un curso de acción gubernamental y una política de estado que se sostenga en el tiempo.

Conceptualmente, la Seguridad Humana es la posibilidad de que los seres humanos vivan sin miedo y sin necesidades. Recuérdese que en enero 1941, en su discurso anual al Congreso de los Estados Unidos y cuando ese país aún no había entrado a la Segunda Guerra Mundial pero se preparaba para repartir el mundo después del conflicto, Franklin Delano Roosevelt habló de sus 4 libertades: libertad de expresión, libertad de culto, libertad del miedo y libertad de la necesidad.

Los acuñadores de la Seguridad Humana tomaron ese concepto de libertad del miedo y de la necesidad y le dieron siete dimensiones que le dan integralidad y, por supuesto, complejidad a la puesta en funcionamiento a un programa de Seguridad Humana.

La Seguridad Humana tiene siete dimensiones: alimentaria, sanitaria, económica, política, personal, ambiental y comunitaria.

Obviamente, la Seguridad Humana es un concepto muy abarcador que incluye todos los tipos de seguridad que los seres humanos necesitan para vivir una vida feliz y digna y para enfrentar debidamente las adversidades. El hecho de que el concepto sea tan abarcador puede ser fuente de frustración, por no tener todos los recursos para llevarla a cabo, o de inspiración para saber todo lo que implica la seguridad centrada en los seres humanos. Definitivamente, la Seguridad Humana debe ser una responsabilidad y obligación del Estado y una piedra angular de sus cursos de acción.

Centroamérica hizo aportes conceptuales sobre la Seguridad Democrática. En diciembre de 1995 los presidentes de Centroamérica suscribieron el Tratado Marco sobre Seguridad Democrática en Centroamérica. La seguridad debería ser integral para basarse en la democracia y fortalecerla.

Las ideas rectoras de una seguridad democrática descansan en la supremacía del poder político (civil) legítimo sobre las fuerzas de seguridad del Estado, un balance razonable de fuerzas entre los Estados de la región, la protección de personas y bienes, la superación de la pobreza, el desarrollo sostenible y la erradicación de las violencias, la impunidad y la delincuencia. La Seguridad Democrática es un paradigma en constante perfeccionamiento y un enfoque integral que debería ser la piedra de toque de los cursos de la acción de los gobiernos en Estados democráticos.

Siempre en el terreno de los paradigmas orientadores, para que los pueblos tengan, lo más posible, felicidad y libertad con dignidad, el Estado debe basar sus programas sociales en una plataforma de tres vértices: la Seguridad Humana, el Desarrollo Humano y, sobre todo, el respeto a los Derechos Humanos.

El Desarrollo Humano, tal como se le ha concebido en el marco de la cooperación internacional, implica que una población sea longeva y saludable, que la educación liberadora llegue a todos los habitantes y que el ingreso de las familias se base un trabajo decente y sea suficiente para una vida decorosa; pero lo más importante es que a la gente se le amplíen, cada vez más, las opciones para alcanzar y mantener esos niveles de salud, educación e ingreso.

La Seguridad Humana es lo que hace posible que la gente, sin ningún miedo, ejerza y goce, de manera sostenida en el tiempo esas opciones que da el Desarrollo Humano y que lo haga con libertad y garantías de parte del Estado.

Los Derechos Humanos son atributos inherentes a todas las personas humanas y son los derechos, ya universalmente aceptados, en lo individual o personal, lo político, lo económico, lo social y lo cultural.

La obligación primordial de un Estado moderno y democrático es garantizar a los habitantes el Desarrollo Humano, la Seguridad Humana y, en síntesis, Los Derechos Humanos en su totalidad y plenitud.

Ahora bien, en muchos países hay un deterioro objetivo y concreto de la seguridad desde cualquier perspectiva que se defina o analice. Lo que más se siente es la inseguridad que padece la población por el embate de una delincuencia creciente y cada vez más cruel.

La gente está urgida de acciones en esa dirección y no tiene tiempo o disposición para relacionar la delincuencia con otras carencias en cuanto a la seguridad integral y los derechos humanos. Pero es obligación de los dirigentes políticos y sociales de un país explicar esa relación y trabajar sobre ella.

Veamos. La delincuencia debe reprimirse en el marco de la ley y prevenirse con base en programas sociales. Para esas dos cosas se necesita un amplio marco de referencia como el que se asigna a la seguridad humana, el desarrollo humano y los derechos humanos.

Para la represión del delito se necesitan jueces, policías y cárceles donde todos los delincuentes –no solo los de abajo- purguen sus condenas justas y tengan la oportunidad, si es del caso, de rehabilitarse.

Para la prevención se necesita una sostenida agenda social que garantice la seguridad humana en todas sus dimensiones, facilite el desarrollo humano en su integralidad y siempre respete los derechos humanos de todos los habitantes.

La seguridad pública necesita policías bien educados y capacitados que dominen la profesión policial para usar la fuerza de manera racional y proporcionada.

Los policías son los únicos agentes del Estado autorizados por la ley para usar la fuerza entre los habitantes de un país. Ese atributo privilegiado hace que los policías deban tener conocimiento de técnicas de defensa personal y del uso de armas de diverso tipo, los elementos legales básicos para saber sus límites y posibilidades y para cumplir adecuadamente su papel de auxiliar en la administración de la justicia y, sobre todo, los policías deben tener una educación humanística y cívica que les inculque valores humanitarios, democráticos y de vocación de servicio público, para que sean ciudadanos ejemplares, empleados públicos responsables y servidores respetuosos de los derechos humanos..

Los jefes policiales, para ser verdaderos dirigentes de la seguridad pública, deben ser una mezcla de gerentes y maestros para organizar bien su trabajo, usar eficientemente sus recursos y dirigir con motivación permanente a sus subordinados.

Una buena policía necesita una buena escuela de policía. Una buena escuela de policía necesita buenos recursos financieros, materiales y humanos.

La seguridad pública necesita buenos jueces, capaces, equitativos y honrados. La seguridad pública y la represión de la delincuencia necesitan cárceles bien administradas que hagan purgar la condena de la sociedad y el estado por un delito cometido; pero que den la oportunidad de una rehabilitación estable que permita una reinserción sana en la sociedad cuando se haya purgado la pena.

Ahora bien, para prevenir el aumento de la violencia, sobre todo para la próxima generación, cuando nuestros niños sean adultos, la mejor seguridad es aquella que disminuye y elimina los nutrientes de la violencia y la delincuencia.

Esa seguridad integral y preventiva la dan el desarrollo humano y el respeto a los derechos humanos. La mejor manera de prevenir la violencia es que los Estados mantengan actualizada una agenda de desarrollo social que conjugue conceptos y prácticas de la Seguridad Humana, el Desarrollo Humano y los Derechos Humanos.

Si se quiere una seguridad eficaz y que asegure un mejor futuro se necesitan policía, jueces y cárceles para que se prevengan y castiguen los delitos; pero sobre todo se necesitan programas sociales bien apoyados y financiados para que disminuyan y, si es posible, cesen los nutrientes de la inseguridad: falta de equidad, pobreza, injusticias, mala educación, falta de empleo, comunidades hacinadas y mal comunicadas. Y todo eso requiere fondos públicos los cuales no son fáciles de adquirir en países donde hay costumbre de evadir impuestos, el sistema de impuestos está mal e injustamente concebido y los ciudadanos no están anuentes a pagar los impuestos necesarios para que haya una buena policía.

El longevo político francés George Clemenceau quien, siendo médico y periodista, llegó a ser Ministro de Guerra durante la primera guerra mundial, decía que la guerra es un asunto demasiado importante como para dejarlo en manos de los militares. Parecido y parafraseado podría decirse que la seguridad es un asunto tan complicado e importante como para dejarlo en manos de los policías y de los que sin serlo quieren parecerlo.

*Colaborador de Salvadoreños en el Mundo
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