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La diáspora y su potencial en el desarrollo nacional de El Salvador


Dr. Víctor M. Valle *
Académico salvadoreño radicado en Costa Rica

La diáspora es, por definición, la dispersión de un pueblo para protegerse y buscar oportunidades. El Salvador tiene su diáspora largamente alimentada. Desde hace varios decenios los salvadoreños han partido a otras tierras en verdaderos “ríos de dolor”, como diría el poeta Escobar Velado, que han regado todo el planeta.
La guerra civil de los 1980s, sus antecedentes inmediatos y sus profundas raíces sociales y económicas han provocado una inmensa emigración de salvadoreños, hacia todos los rumbos del planeta, a lo largo de los últimos cien años.
Se dice que, en términos globales, la población actual de El Salvador es de seis millones y que en el exterior hay tres millones de compatriotas. Total nueve millones. Cifras sujetas a comprobación, pero que algo dicen. La tercera parte de la población salvadoreña está en el exterior.
Muchos de los que se han ido tenían calificaciones laborales y profesionales para desempeñarse en el primer mundo. Otros, con la usual audacia del emigrante de todos los tiempos, las adquirieren en el camino. Algunos salieron como activistas de las fuerzas insurgentes para hace trabajo político diplomático. Eso fue escuela de liderazgo que ahora se ve por el mundo. Se han quedado para ganarse la vida y la de los suyos.
El salvadoreño está en todas partes. Son legendarias y hasta surrealistas las variadas historias reales e imaginadas que se cuentan sobre salvadoreños en el mundo. Hay salvadoreños encantadores de serpientes en la India, meseros Samurai en Washington D.C., maestros en Angola, ingenieros en Suecia, y trabajadores calificados en el mundo árabe. Hay pupuseras en Perth, una ciudad australiana que está en el océano Índico. (He comido pupusas allá). La diáspora salvadoreña puede dar material para una tragicomedia humana del siglo XXI. Hace falta un detalle: el Honoré de Balzac.

La diáspora salvadoreña, a pesar de los altibajos de la economía mundial, envía desde hace varios años casi la quinta parte del producto interno de El Salvador. Fortalece crecientemente bancos, casas de cambio y compañías de aviación. Los parlamentos se enriquecen con salvadoreños o hijos de salvadoreños como legisladores: En Suecia y los Estados Unidos, para mencionar algunos lugares, ya tienen sangre y voz de los pipiles en sus parlamentos y gobiernos municipales.

Hay empresarios exitosos por todas partes. Comenzaron pintando paredes o rompiendo aceras en vías de demolición y ahora son propietarios de boyantes empresas de construcción. Empezaron como meseros o barrenderos en restaurantes y ahora son dueños de cadenas de restaurantes con nombres salvadoreños y pupusas de buen comer. Llegaron al exterior como estudiantes adolescentes y ahora son médicos, ingenieros, abogados y administradores en organismos públicos y privados.

Un gran contingente de profesionales en la ciencia y la tecnología son salvadoreños o hijos de salvadoreños. Están empleados en grandes corporaciones, bancos, centros de investigación, organismos internacionales y universidades prestigiosas del primer mundo.

Lo más importante es que esos compatriotas regados por el mundo, que algún creativo llamó hermanos lejanos, aún añoran “su cultura”, su carnaval de San Miguel y su “bajada”, su cerveza (única porque no hay otra con ese sabor a alcohol de 90), sus Hermanos Flores, su selecta, sus playas, sus comidas de la dieta del maíz, tanto el shuco atole, como el chilate, los nuégados y la conserva de tonto;(postre preferido de mucho dirigente de la cosa pública ya sea en la burocracia como en la empresa privada, plumíferos incluidos), las botellitas de azúcar, los dulcitos de camote, la semita mieluda y alta y las espumillas. No olvidan sus raíces. Y eso es bueno pues sienta las bases para que, a partir de una identidad afianzada, la diáspora pueda contribuir a grandes transformaciones para un país mejor.

Hace falta una acción que canalice el potencial de la diáspora hacia el desarrollo nacional. Como decía un slogan, la diáspora es más que un montón de remesas. La diáspora ha demostrado que tiene un balance a su favor en materia de contribuciones para el país; pero estas contribuciones deben canalizarse hacia la seguridad alimentaria y sanitaria, la investigación científica y el desarrollo tecnológico, la innovación para nuevo tipo de empleo y la inversión acompañada de lo que ha aprendido nuestra gente en el exterior.

¿De dónde saldrá la fuerza impulsora y organizadora de ese caudal desaprovechado? Pues que salga del liderazgo actual del país, -político, empresarial, gremial, espiritual- y del liderazgo de los compatriotas regados en el mundo.

Hay algunas medidas sencillas que pueden ponerse en práctica.
1. Un inventario de organizaciones de salvadoreños en el exterior.
2. Un censo de científicos, tecnólogos y otros profesionales con formación universitaria y técnicos de mano de obra calificada en los principales centros de concentración de salvadoreños en el exterior. (Países o ciudades).
3. Un fondo para que salvadoreños en el exterior, calificados, puedan ir por períodos cortos a El Salvador a prestar asesorías bien organizadas y de resultados tangibles. Seguramente muchos voluntarios no cobrarían honorarios sino que solamente pedirían gastos de viaje. Imagínese un arancel del uno por ciento de las remesas, podría generar un fondo de cuarenta millones de dólares anuales para comenzar a pagar viajes y viáticos de esas consultorías y el mecanismo institucional para coordinarlas. Lo demás puede venir después de una cooperación internacional bien administrada.
4. Un inventario de salvadoreños en el exterior que deseen invertir en empresas de nuevo tipo, para productos novedosos y que generen empleos en cualquier cuantía pero debidamente remunerados y con las necesarias prestaciones sociales.
5. Una lista, por ministerio y entidad autónoma, actualizada de las necesidades de consultorías profesionales en los correspondientes proyectos de desarrollo o para elaborar nuevos proyectos.

El gobierno tiene un Vice ministerio de salvadoreños en el exterior, embajadores y cónsules que, constituidos en una instancia de coordinación, pueden poner en marcha esas medidas.

Así, la diáspora podría hacer aportes concretos al desarrollo nacional. El desarrollo disminuiría la necesidad de la gente de irse del país. Porque de lo que se trata es que el país se desarrolle para que la gente viva bien en El Salvador y no necesite tomar “el tren de la muerte o la bestia”, que tanto se ha documentado en la filmografía reciente. Vale la pena intentarlo.

La diáspora es algo más que remesas. Pongamos sus energías y saberes al servicio de la construcción de la felicidad y el desarrollo social para todos, para que se viva dignamente en El Salvador.

No les escamoteemos a la diáspora su derecho a votar. Para profundizar la democracia, el voto en el exterior es necesario; pero además deben haber el voto domiciliar, las candidaturas independientes, la real representación de los habitantes en el parlamento y la representación proporcional en los gobiernos municipales, para mencionar algunas innovaciones que ya funcionan en otras latitudes.

Hace unos días, Salvadoreños En El Mundo, ese ciberespacio con corresponsales en varios países, inició una campaña que coincide con el censo de personas que propongo en el numeral dos las medidas sencillas que propongo. Creo que es un buen comienzo. Este autor ya respondió al llamado y ha dado la información solicitada. Ojalá todos aquellos compatriotas que lean sobre la campaña respondan con la poca información personal que se solicita.

Hay mucho que hacer para lograr que la diáspora salvadoreña aporte significativamente al desarrollo nacional. Si el camino es largo, hay que comenzar cuanto antes y podemos decir, parafraseando al poeta guatemalteco masacrado, Otto René Castillo: Vámonos El Salvador a caminar.

* Colaborador de Salvadoreños en el Mundo
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1 comment :

  1. Es bueno ver que existe esta forma de pensar en muchos salvadoreños. Por mi parte leí el artículo del Dr. Valle en el CoLatino, y me ha causado una muy buena impresión, por lo que procedí a registrarme en la opción de capital humano de éste sitio, y estoy dispuesto a contribuir al desarrollo de ES si en algo puedo hacerlo.

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