El Salvador: Plantar Cara a las Maras
Es hora de ir por ellos
Por Manuel García
Es hora de ir por ellos. No podemos encerrarnos en nuestras casas. No podemos ceder al miedo y al chantaje. No podemos resignarnos a vivir como prisioneros en nuestro país.
Si los pandilleros ordenan un toque de queda, y la gente se ve obligada a obedecerlo, entonces, la misma existencia del Estado corre peligro. Estamos, y habrá que reconocerlo, camino a ser un Somalia en Centroamérica. Se corre el riesgo de tener un Estado fracasado ¿Para qué se necesita un Gobierno? Si los pandilleros cobran, a plena luz del día, renta a familias y empresas, ¿Dónde está el Estado? La realidad, desgraciadamente, es que hemos dejado que las pandillas acumulen un poder que no les pertenece, un poder casi como que fuese un Estado paralelo.
Por Manuel García
Es hora de ir por ellos. No podemos encerrarnos en nuestras casas. No podemos ceder al miedo y al chantaje. No podemos resignarnos a vivir como prisioneros en nuestro país.
Si los pandilleros ordenan un toque de queda, y la gente se ve obligada a obedecerlo, entonces, la misma existencia del Estado corre peligro. Estamos, y habrá que reconocerlo, camino a ser un Somalia en Centroamérica. Se corre el riesgo de tener un Estado fracasado ¿Para qué se necesita un Gobierno? Si los pandilleros cobran, a plena luz del día, renta a familias y empresas, ¿Dónde está el Estado? La realidad, desgraciadamente, es que hemos dejado que las pandillas acumulen un poder que no les pertenece, un poder casi como que fuese un Estado paralelo.
La policía, el ejército y el Organismo de Inteligencia del Estado (OIE) necesitan urgentemente coordinar sus esfuerzos para desmantelar las estructuras de las pandillas. ¿Cómo? Creo que es hora de ir por ellos selectivamente, como está haciendo Estados Unidos con los terroristas en Afganistán e Irak. No se puede negociar con las pandillas. Si las pandillas no dejan las armas, si no desisten de sus chantajes, entonces, son enemigos de guerra. Y si están en guerra contra El Salvador, es necesario usar toda la fuerza para terminar con este enemigo común que está poniendo en riesgo nuestro futuro.
No debe existir ninguna duda de que las pandillas son bandas terroristas. Asesinan a mujeres, niños y ancianos. Han asesinado cruelmente a personas que viajaban en autobuses. Han matado a motoristas y cobradores de autobuses. Han destruido la propiedad privada al quemar autobuses. Han secuestrados. Han violado. Tienen a comunidades enteras secuestradas. Nadie es libre en El Salvador.
Si las autoridades tienen información de quién integra una pandilla, dónde vive, y su historial delictivo, ¿Qué esperan para arrestarlo? Si el Organismo de Inteligencia del Estado sabe quién ordenó el toque de queda, ¿Qué espera para coordinar con la policía para arrestarlo y procesarlo como terrorista? No estoy usando la palabra “terrorista” a la ligera. Cualquier persona que, deliberadamente y criminalmente atente contra la integridad física de la población civil, y contra el Estado de derecho, debe ser considerado como tal. De lo contrario, nuestro país será como la jungla, dónde manda el más violento y el más cruel. Será un Estado fracasado.
Uno de los aspectos que más preocupa a la población civil es que, queriendo eliminar el problema de las pandillas, vayamos atropellar los derechos humanos. Es la misma preocupación que se tiene cuando Estados Unidos o Israel utilizan la fuerza militar, incluyendo tácticas cuestionables, para perseguir y eliminar a terroristas. Esta situación puede ser resuelta si nos ponemos de acuerdo sobre un mecanismo legal para combatir al terrorismo que causan las pandillas. Por ejemplo, si un pandillero está quemando un autobús con gente dentro, las autoridades se ven obligada a disparar a matar. Si las pandillas poseen armas letales, y ponen en peligro la vida de la población, incluyendo la vida de los agentes de seguridad, se debe utilizar toda la fuerza disponible, incluyendo a disparar a matar, para garantizar la vida de las personas honradas.
En Estados Unidos, por ejemplo, los agentes de seguridad pueden disparar a matar cuando existe un peligro eminente. Si las pandillas en Los Ángeles, o Washington, DC., quemasen un autobús con gente dentro, los cuerpos de seguridad persiguiesen a los culpables hasta llevarlos al corredor de la muerte. No se puede confundir los derechos humanos con actos terroristas.
El Salvador afronta el mayor desafío a su futuro inmediato. Los que mandan son las bandas criminales. Las pandillas, que colaboran con narcotraficantes, son capaces de poner en jaque a toda una población. Esto nos afecta a todos los salvadoreños. Cuando la gente se ve obligada a obedecer un toque de queda impuesto por las pandillas, las empresas pierden dinero porque la gente teme hasta ir a la tienda a comprar huevos. Y si el comercio se ve afectado, los empresarios no pueden crear los trabajos que necesita el país. Aunque la situación de violencia nos afecta a todos, los que salen peor parado son los pobres. Son ellos los que no pueden ir a sus trabajos porque los autobuses dejan de circular. Son ellos los que pierden sus trabajos cuando las empresas, al no vender, se ven obligadas a eliminar empleos para poder sobrevivir.
Es hora de tomar decisiones. Sacar el ejército a las calles ha sido una idea acertada. El Ministro de Defensa hace bien en decir que los pandilleros son terroristas. Ahora, el señor ministro necesita convencer al Presidente Mauricio Funes que esto es una guerra, y como tal, debe reevaluar su estrategia de lucha contra las pandillas.
© 2010 Manuel García
No debe existir ninguna duda de que las pandillas son bandas terroristas. Asesinan a mujeres, niños y ancianos. Han asesinado cruelmente a personas que viajaban en autobuses. Han matado a motoristas y cobradores de autobuses. Han destruido la propiedad privada al quemar autobuses. Han secuestrados. Han violado. Tienen a comunidades enteras secuestradas. Nadie es libre en El Salvador.
Si las autoridades tienen información de quién integra una pandilla, dónde vive, y su historial delictivo, ¿Qué esperan para arrestarlo? Si el Organismo de Inteligencia del Estado sabe quién ordenó el toque de queda, ¿Qué espera para coordinar con la policía para arrestarlo y procesarlo como terrorista? No estoy usando la palabra “terrorista” a la ligera. Cualquier persona que, deliberadamente y criminalmente atente contra la integridad física de la población civil, y contra el Estado de derecho, debe ser considerado como tal. De lo contrario, nuestro país será como la jungla, dónde manda el más violento y el más cruel. Será un Estado fracasado.
Uno de los aspectos que más preocupa a la población civil es que, queriendo eliminar el problema de las pandillas, vayamos atropellar los derechos humanos. Es la misma preocupación que se tiene cuando Estados Unidos o Israel utilizan la fuerza militar, incluyendo tácticas cuestionables, para perseguir y eliminar a terroristas. Esta situación puede ser resuelta si nos ponemos de acuerdo sobre un mecanismo legal para combatir al terrorismo que causan las pandillas. Por ejemplo, si un pandillero está quemando un autobús con gente dentro, las autoridades se ven obligada a disparar a matar. Si las pandillas poseen armas letales, y ponen en peligro la vida de la población, incluyendo la vida de los agentes de seguridad, se debe utilizar toda la fuerza disponible, incluyendo a disparar a matar, para garantizar la vida de las personas honradas.
En Estados Unidos, por ejemplo, los agentes de seguridad pueden disparar a matar cuando existe un peligro eminente. Si las pandillas en Los Ángeles, o Washington, DC., quemasen un autobús con gente dentro, los cuerpos de seguridad persiguiesen a los culpables hasta llevarlos al corredor de la muerte. No se puede confundir los derechos humanos con actos terroristas.
El Salvador afronta el mayor desafío a su futuro inmediato. Los que mandan son las bandas criminales. Las pandillas, que colaboran con narcotraficantes, son capaces de poner en jaque a toda una población. Esto nos afecta a todos los salvadoreños. Cuando la gente se ve obligada a obedecer un toque de queda impuesto por las pandillas, las empresas pierden dinero porque la gente teme hasta ir a la tienda a comprar huevos. Y si el comercio se ve afectado, los empresarios no pueden crear los trabajos que necesita el país. Aunque la situación de violencia nos afecta a todos, los que salen peor parado son los pobres. Son ellos los que no pueden ir a sus trabajos porque los autobuses dejan de circular. Son ellos los que pierden sus trabajos cuando las empresas, al no vender, se ven obligadas a eliminar empleos para poder sobrevivir.
Es hora de tomar decisiones. Sacar el ejército a las calles ha sido una idea acertada. El Ministro de Defensa hace bien en decir que los pandilleros son terroristas. Ahora, el señor ministro necesita convencer al Presidente Mauricio Funes que esto es una guerra, y como tal, debe reevaluar su estrategia de lucha contra las pandillas.
© 2010 Manuel García
Este dia el comentario de la YSUCA hace reflexionar sobre el miedo usado por las dos posiciones opuestas:
ReplyDelete-El que ejerce el miedo por imposicion militar para permanecer en el poder de gobierno y
-el que ejerce el miedo heredado por esas mismas estructuras de poder encaminando hacia el terrorismo de las maras.
Comparto la inquietud de Garcia en este articulo PERO TANTO EL COMO YO SABEMOS Y NO SOMOS INGENUOS, QUE EL USO DE LA FUERZA BRUTA NO ES LA ULTIMA SOLUCION A CONFLICTO GENERADO POR BELIGERANTES SIN EMBARGO ES UNA DISUACION NECESARIA PARA LA CREACION DE MUTUO ACUERDO.
Las mara y su origen no fue dentro de las estructuras criminales sino tardiamente se sumaron a estructuras criminales y hay que combatir el crimen!
El uso de la fuerza ahora es necesario; pero nos queda la tarea ciudadana de crear ambiente entre los jovenes hacia la oferta de oportunidades que sin duda alguna, disminuiran las alternativas de delinquir y asi no usar mas la fuerza bruta como final y unica.
SR GARCIA: LA TAREA ES GRANDE YA QUE CON UN REGIMEN DEL PASADO QUE SOLO RECETO: LA GUARDIA, LA POLCIA DE HACIENDA Y DEMAS AGENCIAS ESTATALES CONOCIDAS ANTERIORMENTE COMO "CUERPOS DE SEGURIDAD" PARA REPRIMIR A SU PROPIA POBLACION, ENTONCES, LA TAREA ES MAS SOCIAL QUE MILITAR!
TAMPOCO SERA LA TAREA DESMEDIDA EMPRESARIAL QUE TODO VENDE SIN MEDITAR EN VALORES ETICOS-MORALES.
EL CRIMEN SE COMBATE CON OPORTUNIDADES DE OFERTA EN LA FUERZA LABORAL, OPORTUNIDADES DE INVESTIGACION CIENTIFICA, CRECIMIENTO ACADEMICO Y LAS DEMAS AREAS DE CONOCIMIENTO TECNICO QUE SIN DUDA ALGUNA, NUESTROS JOVENES ESTAN DESEANDO EN GRAN MANERA!
Jose Matatias Delgado Y Del Hambre.
Si partimos de las propias acciones criminales de las maras, inevitablemente se llegara a la conclusion de que son ENEMIGOS DEL PUEBLO. Solo alguien que es enemigo del pueblo hace lo que ellos hacen con total impunidad. No hay nada mas que brutalidad y salvagismo detras de sus acciones, pues no tienen ideologia ni ideas que puedan beneficiar al pueblo. La guerrilla si tuvo principios y las combatieron, ¿pero porque no a estos salvages? Ha llegado la hora pueblo Cuzcatleco!
ReplyDeletePara enfocar y resolver paulatinamente el problema de las maras se necesita de un equipo multidisciplinar enfocado solamente en esa tarea en el encuentro de soluciones.
ReplyDeleteUna vez que nuestra fuerzas policiales se encuentran despreparadas, anticuadas, sin recursos suficientes y sin amparo legal para ejercer un trabajo apropiado, ese equipo multidisciplinar puede encontrar respuestas que disminuyan y hagan desaparecer la amenaza y perjuicio que las pandillas juveniles ocasionan.
Rehabilitarlos es la premisa vital ni que se lleve todo el tiempo necesario. No dejarlos que se quedan rascando su desidia en las prisiones y llevarlos a plantar el campo, a hacer trabajos de bien comunal y compenetrarlos en actividades productivas sociales para que tengan contacto con la realidad y lo que cuesta vivir con dignidad.
Hacerles chequeos sanitarios con uso de rayos X para detectar posibles aparatos o chips colocados en sus cabezas u otros lugares del cuerpo que les altere el comportamiento para el mal. De igual manera como ellos han sido lavados en su raciocinio, que se les reprograme para ser ciudadanos y padres responsables. Es una guerra por lo bueno y sin tregua. No hay otro camino.