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Carta al Señor Presidente Mauricio Funes

Carta de un ciudadano al Señor Mauricio Fúnes, Presidente de El Salvador,
Estimado Sr. Presidente:
Mis deseos de bien para usted distinguido señor;

Por el momento y como introducción, quisiera externar a usted, ciertas preguntas que repetidas veces me he hecho a mí mismo.

1- ¿ Cómo se le habla a un Presidente?.

2- ¿Cómo se puede saber si él quiere escuchar voces que vienen de fuera del círculo de sus allegados?

3- ¿Que hacer para vencer el círculo cerrado que no permite la comunicación abierta con el que es el primer ciudadano de un país?

Como no me es posible contestarme estas preguntas, tomé la decisión de investigar la respuesta a través de la experimentación, y heme aquí tomándome el atrevimiento de escribir, ante la imposibilidad de hablar, a quien por las experiencias vividas, se que está más allá del espacio físico y del alcance de audición que mi voz pueda tener.

El millón y medio de salvadoreños que perdimos el privilegio de vivir en nuestro país hace ya treinta y mas años, de vez en cuando necesitamos ser oídos y vistos por los ciudadanos representantes de quienes rigen los destinos de la Patria, máxime si se trata del que ostenta la más alta investidura ejecutiva en el gobierno.

El millón y medio de salvadoreños que emigraron en su gran mayoría sufriendo el calvario de la persecución, para afincarse en un suelo que generosamente y que en un momento dado de la historia, les dio refugio para poder, de allí en adelante, tender la mano a sus hermanos que se quedaron atrás y hacer que su gente, su país y su concepto de Patria sobreviviera, siente también que son patria y que necesitan y merecen ser oídos.

Han sido largos, tediosos y cansados los esfuerzos de esta comunidad por hacerse oír a lo largo de 20 años de desgobiernos; entendemos lo que esta comunidad ha significado para los gobiernos del pasado; la relación utilitaria y unilateral que aquellos han mantenido con la población inmigrante, han sido los síntomas históricos del valor que ella ha merecido a lo largo de las últimas décadas y se entiende que no podía ser de otra manera ya que los intereses de ambos grupos, gobierno y diáspora, han sido totalmente diferentes a lo largo de su historia.

Lo que se hace muy difícil de entender, y como consecuencia de aceptar, es que en el presente, el fenómeno se repita, que aun estemos hablando en voz alta y no se nos escuche, que ni siquiera se den señales de que el ruidos de nuestras voces y nuestro llamado llegan hasta las puertas de las oficinas de quienes se supone son responsables ante el gobierno actual de escuchar esas voces.

Creemos que usted Sr. Presidente, y dicho sea con el mayor de los respetos, está rodeado, no por voluntad propia, por un cerco humano que no permite que voces diferentes, lleguen a sus oídos, lo cual se hace evidente cada vez que un funcionario de estado visita a esta comunidad, porque ese muro no permite acercarse, mucho menos hablar de temas diferentes a los de la agenda oficial, que dicho sea de paso, también son importantes para la comunidad, como consecuencia, nos vemos obligados a escuchar solo lo que ellos desean que escuchemos, en la mayoría de los casos, temas que únicamente buscan eternizar la permanencia de nuestros compatriotas en este país.

Honestamente creo que muchos de los funcionarios que llegan por estos lados, desconocen las verdaderas necesidades e inquietudes nuestras, no nos conocen, y peor aún, no quieren conocernos, creen conocernos porque tienen la información que les dan los representantes consulares, quienes tampoco nos conocen, y peor aún, tampoco quieren conocernos; digo esto Sr. Presidente, porque de no ser así, los distinguidos visitantes, en este caso, usted, romperían el protocolo y buscarían acercarse y conversar con los auténticos líderes comunitarios y con los auténticos hombres y mujeres de empresa. Los funcionarios consulares no quieren conocernos Sr. Presidente, porque tampoco se acercan a su comunidad con una agenda abierta, sino con una agenda dictada por personajes que les pintan el cuadro comunitario obedeciendo a intereses personales o de grupos.

Creo, Sr. Presidente que usted debería de atender a las señales ominosas que pinta el horizonte de esta comunidad en cuanto a los lazos que la unen a la Patria; el 66 % de la presente población inmigrante, llegó a este país en tiempos de guerra; ese gran porcentaje de población que ha sido gran contribuyente en el sostenimiento del país por medio de las remesas económicas, somos en estos días, personas próximas a la tercera edad y cercana a la jubilación, ¿ no cree usted que estas personas ya no estarán en capacidad económica de ayudar al país?, los hijos de esta generación no conocen a su patria (los que hubieren nacido allá), porque no se les ha inculcado el amor a su tierra; aparte de algún conocimiento de cultura o tradición culinaria, no saben nada de su historia ni sus valores, además de que tampoco tienen los lazos afectivos que tuvieron sus padres; en estas condiciones ¿podemos esperar algo de ellos?.

¿Qué vendrán nuevos inmigrantes?, claro que si, vendrán otros soñadores a buscar el cofre del oro al final del arco iris, buscadores del sueño americano, algunos de los cuales, los que no logren sobrevivir en su jornada al norte, dejaran sus ilusiones marchitas en los desiertos, montañas y precipicios de México, en una tumba desconocida, y los que logren llegar al dorado horizonte, enfrentaran un ambiente invadido en gran medida, hoy más que nunca, por la xenofobia, por el sentimiento de odio por los que no tenemos la piel blanca, con escasos espacios de trabajo y desarrollo, situación determinada por un sentimiento hostil que se está regando como la peste, a lo largo y ancho de la unión americana.

Sr. Presidente, con todo respeto le digo, las remesas económicas no son el futuro de nuestro país, honestamente creemos que parte del futuro de nuestro país está aquí, en esta nuestra comunidad que desea trabajar de la mano con el país y sus autoridades, para forjar ese futuro.

Hay muchos, muchísimos inmigrantes que queremos ofrecer alternativas de solución a estos gravísimos problemas que ya están presentes; hay personas a las que los oficiales representantes de su gobierno en este país no quieren oír, y nuestras reiteradas invitaciones al diálogo no son escuchadas, y somos víctimas de la más irrespetuosa forma de indiferencia; en los foros convocados por estos representantes, somos ignorados; queremos dialogar con quien quiera oír sobre alternativas de cooperación de esta comunidad con los oficiales del gobierno de nuestro país, en este caso con usted, en estos momentos que tenemos el privilegio de su presencia.

Esos muchos inmigrantes a que hago alusión, somos personas integradas en organizaciones legales y reconocidas en este país, con extensa experiencia en la conducción de negocios, formulación de proyectos de inversión, afianzamiento y procuración de capital de trabajo; juntos acumulamos más de 100 años de experiencia comprobada y exitosa, tanto en la planeación, implementación y operación de negocios de éxito; pero sobre todo señor Presidente, estamos buscando desde hace tiempos, como poner este bagaje de experiencia al servicio de nuestro país, buscando alianzas para identificar oportunidades de negocios para nuestros hermanos de aquí y de allá y para colaborar aunque sea con poco, a generar proyectos que hagan a nuestro país independiente de las remesas económicas, a través de la generación de proyectos de inversión que den un valor agregado a lo que producimos, que saque a nuestra comunidades campesinas del oprobioso mal de la pobreza extrema; queremos, en síntesis, en lugar de darle el arroz a nuestra gente, enseñarle como cultivarlo y eso, señor Presidente creemos que nos ahorraría cien años luz hacerlo en alianza con nuestro gobierno.

Sr. Presidente, esta gran y noble comunidad necesita ser conocida por usted y sus funcionarios y para ello debe ser escuchada, merece hacer honor en ella a las palabras que un 15 de Sept. Usted pronunció en el parque Libertad de San Salvador, “ Patria es su gente: sus hombres y sus mujeres, por eso hemos elegido crecer con todos y no con unos pocos”; creo que usted está ante una oportunidad histórica de corregir errores recurrentes del pasado e iniciar con esta visita, una nueva era de alianzas con una sociedad que en este momento está pidiendo voltee la cabeza para verla.

Para concluir, solo me resta manifestarle mi respeto y admiración hacia su persona, tanto como hacia su investidura, tan ciertas son mis palabras que yo fui uno de los primeros ciudadanos en celebrar su triunfo y el del FMLN en las urnas, mi júbilo me llevó a escribir un libro, como un homenaje y celebración de un triunfo histórico; libro que en dos oportunidades puse en manos de colaboradores suyos para que lo hicieran llegar a usted, y que hasta este momento, no he tenido el honor de recibir acuse de recibo.

Su lectura a esta carta compromete mi más sincera gratitud…su respuesta, reafirmará mi admiración y confianza en usted.

Gracias Don Mauricio.

Los Ángeles, California Septiembre 5, 2010

Carlos A Aguilar
(un salvadoreño como tantos que aman a su patria)
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