Nicolas Shi, el artista chino-salvadoreño de la Diáspora

Por Gregorio Pineda*

Washington DC.- En este país se suele escuchar, en espacios comunes, que el hispano que habla ingles vale por dos. Esto es así por que tiene la habilidad de comunicarse con dos mundos coexistentes: Anglo y Latinoamericano. Entonces, siguiendo con esta afirmación popular, tendríamos que decir que Nicolás F. Shi, vale por cuatro.

Dejen que me explique: La ascendencia de Nicolás Shi es China puesto que sus abuelos y su padre nacieron en ese lejano país y, como es de imaginar, conservaron su cultura Oriental la cual impregnó fuertemente su medio ambiente y con el paso del tiempo nació, en este santuario de cultura milenaria, nuestro distinguido Pintor. Para Nicolás fue fácil convivir con esa mixtura de costumbres e idiomas por cuanto su existencia misma era producto de esa integración cultural: Su padre Chino y su madre Salvadoreña también descendiente de chinos.

Hasta su primera juventud Nicolás encarnó los valores regionales de El Salvador y de China. Luego vino a Estados Unidos y no solo se integró al Universo Angloamericano sino también clavó su bandera académica con los títulos de Arquitectura e Ingeniería Estructural.

Durante varios años Nicolás ejerció su profesión y logró forjarse un lugar de respeto y estabilidad material en este país. No obstante esos logros alcanzados, Nicolás sentía, ya desde su vida en El Salvador, un impulso vital que lo llevaba a explicarse su existencia y su razón de vivir a través del color, la luz y la perspectiva mil veces ensayada en bocetos que fueron expuestos en la mañana de su vida a sus queridos padres, quienes lejos de alegrarse y alentar al incipiente pintor, optaron por persuadirlo a que “de verdad” aprendiera algo útil y de provecho para el “Buen Vivir”. Esta reacción familiar es comprensible en países en donde la lucha y sobrevivencia diaria es la acreedora de todo esfuerzo y devoción. Nicolás era un joven obediente de sus padres y quiso complacerlos en lograr una carrera académica.

Pero Nicolás ya estaba predestinado a ser un pintor y por ese motivo es que, en la paz de su estabilidad profesional y laboral, arreciaron las urgencias de expresarse y expresar su medio ambiente a través del pincel y el lienzo. Fueron años de extrema disciplina para vivir haciendo lo que debía hacer y en horas robadas a la rutina, hacer lo que quería hacer: Pintar.

Sabemos a través de múltiples noticias y artículos publicados en revistas culturales y en periódicos de diferentes países que Nicolás tuvo que enfrentarse a su Destino y tomó la decisión –en extremo delicada- de abandonar el ejercicio de su profesión y dedicarse, profesionalmente, a la Pintura.

Sería, a partir de ese momento: Artista a tiempo completo y desde entonces Nicolás ha venido cosechando triunfos en contiendas nacionales e Internacionales de Pintura. Ha expuesto en diferentes Galerías de Arte, en el Museo de Arte de Las Américas, Museo David J. Guzmán, Centro de Artes de Miami, New York, Maryland, Virginia y sobre todo en una participativa vida artística en Washington DC, lugar de su domicilio. Últimamente su obra ha sido expuesta en varias ciudades de Alemania y la crítica especializada ha sido generosa en elogios y aprecio a la obra de nuestro compatriota.

Y a la fecha nuestro pintor se ha logrado establecer muy bien con su Estudio Artístico en la esquina formada por la 15º St y la P St de la Capital de Estados Unidos de America y desde allí comunica al mundo su visión de la vida a través de sus ya bien cotizados lienzos. Su técnica es rigurosa pero su estilo es ecléctico por cuanto tiene influencias estilísticas quizá provenientes de su vertiente Asiática, salvadoreña y norteamericana.

Por eso decía que Nicolás Shi vale por cuatro. Porque su obra no es ni salvadoreña, ni americana ni asiática. Es, sin lugar a dudas, Universal. El Arte es Universal. Su autor, el maestro, nuestro pintor es Salvadoreño pero su Destino lo ha venido forjando para que se perfile y proyecte, a través de su Don de Artista, como una persona universal y por eso no nos debe de extrañar ni sorprender que dos de sus obras hayan sido incorporadas, como “Obras Maestras” en el Libro Homenaje a la Princesa Diana de Inglaterra, quien a su vez ya es un ícono de belleza femenina, bondad y humildad recordada y querida como Lady Di.

Nicolás, en su condición de persona nos representa como salvadoreños. Representa a sus ancestros Chinos. Es reflejo, en múltiples maneras, de los norteamericanos. Nos comunica el mundo Artístico y trasciende en las artes plásticas como un Comunicador Universal.

Gregorio Pineda es escritor residente en Washington DC - La Diáspora Opina.

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