El Salvador, la Amenaza del Cambio Climático

Cambio climático y la fuerza de las mujeres.
Por Carlos R. Ramírez, Ph. D. Y Ana Elizabeth Araniva, B.Sc.

El cambio del clima en El Salvador, ya no es global, es local y es muy peligroso. Si queremos saber qué se siente, vengamos a El Salvador y veamos la destrucción y la tendalada de muertos que una lluvia de cuatro horas logra hacer, visitemos el campo y platiquemos con la gente, especialmente con las mujeres, que son las que luchan al pie del canon contra los escombros que deja a su paso la furia de la naturaleza.

En todos los lugares que hemos estado, las que explican los problemas son ellas, las mujeres, y lo hacen sin pelos en la lengua y con lágrimas en los ojos. Las mujeres son las que están ahí cuidando lo que les queda, los hijos, los mayores, los cultivos, la familia (Foto Doña Crucita).

Doña Crucita, es una mujer fuerte, de esas con la cara quemada por el sol. Dice que vivir es una lucha continua y que las mujeres somos el sostén de la familia…”yo no me he ido (a Estados Unidos) porque tengo ya dos hijos jóvenes que no quiero dejar” una decisión muy inteligente pienso yo, aunque ella con lágrimas en los ojos nos dice: “mi esposo allá está y ya se iba a venir en Diciembre, pero ahora con esto..” .

Esto fue la tormenta IDA, que causó el desborde del Río Huiza, y se llevó todo lo que había logrado tener esta familia. En el proceso también se fue el segundo intento de terminar el Puente Melara, que ahora va a necesitar de un diseño diferente porque el tamaño del río ha cambiado.

Doña Crucita nos comenta que perdieron todo y que ella está organizando la ayuda, trabaja con una ONG y pone su tiempo en servicio de los demás. Hoy esperan las casitas de madera que un programa, con ayuda de muchos voluntarios, les está haciendo cerca de donde vivían. No es un proceso fácil, ha creado muchos problemas porque las casitas no van a resolver el problema para todas las familias, entonces es un proceso lleno de retos comunitarios que tienen a doña Crucita aun más preocupada. "Alguien tiene que repartir las pocas casas disponibles y mucha gente se quedará fuera del reparto" nos dice.

Sin embargo, el punto no es que miles se han quedado sin nada, la cosa es que según ella doña Crucita, ahora hay más gente que quiere salir corriendo hacia los Estados Unidos, aun cuando sus mismos familiares les cuentan que la situación allá está difícil y que el paso por México es peligroso.

Puedo imaginarme la situación que empuja a esta pobre gente abandonar su tierra, por un lado los hijos demandan comida, ropa y estudios y por otra el país cada vez es más propenso a estos eventos y más gente ahora lo piensa y la única vía de futuro que ven en el horizonte es la huida hacia el norte.

No están solos, hay más gente mudándose de su país de origen, más por razones climatológicas que por guerras internas y sinceramente El Salvador ya vive en una crisis climática y el país ya no puede con nada. Está en un grado de fragilidad de la cual ya no puede ni podrá salir si no es con la ayuda de la comunidad internacional. Es decir, El Salvador está a merced de lo que hagan los países ricos y de los que están en ruta de entrar en ese club. Es preciso decirlo de manera clara porque el cambio climático no es algo provocado por los países pobres sino por las potencias desarrolladas y las que crecen aceleradamente devastando las reservas naturales como China, India, Brasil, etc.

Dado el grado de riesgo, el Presidente Funes ha declarado que su gobierno no va a construir en zonas de riesgo, eso es un gran aviso, ya que lo que siempre ha sucedido es que las compañías constructoras tomaban el precio del terreno como única consideración, como ellos no iban a vivir ahí, poco les importaba. Este es un cambio de mentalidad que los defensores del medioambiente como yo hemos esperado ver toda la vida!!

En otra zona del país, en Cabañas, hay otras mujeres luchando por evitar perder su agua y su vida.

“Es que si una no lucha porque no le falte el agua, que es todo lo que nosotras necesitamos para vivir, de qué sirve. Yo les digo que si la minería prometiera hacernos una casa de oro, por decirlo así, de qué nos sirve, si no va a haber vida, si no va a haber agua, si no vamos a poder cultivar. ¿De qué sirve?” dice una mujercita salvadoreña que defiende el agua de su comuna como una gata recién parida defiende a sus cachorritos.
Si ya toda la tierra está sintiendo los efectos de la injustificada destrucción del medio ambiente y la minería es una de las actividades que más contribuye al trastorno climático, como lo he podido ver yo en Perú y Chile.

En minas de cielo abierto la deforestación causada no solo afecta el desplazamiento de las especies animales y vegetales, si no que cambia también los flujos de aire, agua, y causa un cambio directo en la escorrentía de los torrentes fluviales.

¿De qué sirve? Esa es la pregunta más importante. ¿De qué nos va a servir acumular avance, desarrollo y dinero en detrimento del espacio donde vivimos? Si nos quedamos sin agua, sin aire, sin un medio sobre el cual vivir, todo eso no sirve de nada.

Si empezamos con una intención a nivel personal de cuidar nuestra tierra, nuestro barrio, nuestras calles, nuestro espacio vital, influenciando a nuestra red cercana de amigos, familiares, colegas, vecinos, etc. tal vez todavía tengamos una oportunidad de revertir los efectos que nos esperan en el futuro.

Carlos R. Ramírez, Ph. D. Y Ana Elizabeth Araniva, B.Sc. son Co-presidentes, del Consejo Cientîfico, Académico y de Investigación de Salvadoreños en el Mundo.

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