Audaz arquitecto salvadoreño genera nuevos conceptos de vivienda urbana

Un innovador arquitecto salvadoreño en EE.UU.
Audaz diseñador genera nuevos conceptos de vivienda urbana
Por Rolando Monterrosa

La integración de espacios comerciales y de vivienda con la naturaleza (edificios verdes), formas provocativas, empleo de tecnología de punta y uso de nuevos materiales son, entre otros, los conceptos que ocupan la mente creativa del arquitecto salvadoreño-americano David Salazar, de 32 años.

En entrevista con El Diario de Hoy, David afirmó pertenecer a una joven generación de arquitectos que pone distancia entre ella y las grandes compañías urbanizadoras apegadas a las formas tradicionales y que tienen como prioridad diseños que ahorran presupuestos, antes que la innovación.

En 2003, después de trabajar en la empresa de la mundialmente famosa arquitecta iraquí Zaha Hadid, con sede en Londres, David, asociado con otro veterano de la misma compañía, Markus Dochantschi, fundó en Manhattan, Nueva York, la empresa "Studio MDA", que agrupa en un solo concepto el diseño creativo y el desarrollo urbano de bajo costo.

En los últimos años ha participado en megaproyectos, entre ellos, el Museo de la Ciencia, en Wolfsburg, Alemania, la construcción de una torre residencial en Chelsea, Nueva York y el diseño del Museo del Holocausto Camboyano, en memoria de las víctimas de régimen comunista de Pol Pot. También realiza trabajos de investigación social, económica y de ambientalismo sostenible para proyectos residenciales costeables.

Desde 2007 trabaja en el diseño de un centro cultural en el corazón de Brooklyn que costará 100 millones de dólares, el cual incluye un edificio residencial para personas de recursos limitados. Este consiste en módulos superpuestos, de seis a 14 pisos cada uno, con amplios jardines alternantes que, según David, mantendrán a cada residente de la torre a una distancia de seis pisos de estos espacios de uso colectivo.

Uno de los propósitos de este concepto es el estimular la sociabilidad entre los residentes y dotarlos de zonas verdes de esparcimiento, lo cual es imposible lograr en edificios destinados por completo a apartamentos donde las áreas verdes más cercanas son los parques públicos. En cambio, en el edificio concebido por David, los padres podrán ver a sus hijos jugar desde las ventanas de sus apartamentos.

El padre de David

David Salazar es hijo único del emigrante salvadoreño Julio Ramón Salazar, quien después de su bachillerato en el Colegio García Flamenco, llegó a San Francisco, California, en 1963, con 20 dólares en el bolsillo. Al principio se ocupó en los oficios más elementales: comenzó como ayudante en la construcción, luego fue asistente de camareros y camarero en un restaurante. Realizó muchos otros trabajos que ejercía en jornadas de hasta tres turnos al día. Con los años escaló nuevas y mejor remuneradas posiciones laborales. Actualmente está retirado.

Relata que apenas disponía de unas cuantas horas para comer y dormir, pero que siempre hizo el tiempo para dedicarle calidad de compañía y orientación a su hijo. David compensó con creces los esfuerzos de su padre, a quien, dijo, le debe su formación espiritual y moral, así como su amor por la naturaleza y su visión estética innovadora.

Hace algunos años, en un ensayo que le exigían como requisito de ingreso a la Universidad de Berkeley, David describió su vida con su padre y comenzó así: "Papá, una palabra de apenas cuatro letras pero es la más poderosa de mi vocabulario; es mi fuerza formativa, mi constante apoyo, mi alegría y mi orgullo".

Fuente: EDH 1/2/2009

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