Entrevista a Elisabeth Araniva, dirigente del futuro Consejo Científico y Educativo de la Diáspora salvadoreña en el exterior

Perfil
Profesión: Bióloga.

Cargo: Gerente regional para Latinoamérica de Visión Mundial.

Experiencia: Trabajó con USAID en El Salvador.

Participación: Colabora con temas de género y medio ambiente con Salvadoreños en el Mundo.

“En los últimos años nos hemos ido profesionales”
La compatriota aseguró que el país debe tomar medidas para evitar la fuga de cerebros, y exhortó a los salvadoreños a ser solidarios con sus connacionales en el exterior y en su país.
Escrito por Joyce Álvarez*

Elizabeth Araniva emigró a Canadá hace cuatro años, pero mantiene el interés por ayudar a su país, que, según su experiencia, está dejando escapar cada vez más a profesionales. La bióloga salvadoreña se desempeña como gerente regional para Latinoamérica de Visión Mundial y forma parte de los organizadores de la VI Convención de Salvadoreños en el Mundo (SEEM), cuyo tema central fue el capital humano de la diáspora. Esta es su visión al respecto.

¿Cómo define el capital humano?
Es el capital, no en dinero, de un país, la masa crítica, la población pensante que puede proveer de ideas de desarrollo, enriquecer el crecimiento cultural, artístico. Eso, para mí, es el capital humano. Esa población que está deseosa de ayudar, de dar lo que ha logrado obtener con educación o experiencia. Me pregunto, ¿cómo puede un país darse el lujo de perder este capital humano? ¿Cómo puede un país no brindar ni la seguridad, ni las oportunidades a sus profesionales de quedarse trabajando? El país tiene que pensar realmente lo que está pasando con una población que pierde el interés de seguir aquí.

¿Qué elementos intervienen en el desarrollo del capital humano?
He visto en los últimos años que nos hemos ido profesionales. Creo que, en parte, debería haber una mejor oferta técnica-científica de las universidades, y tiene que haber una diversidad de fuentes de trabajo. Si no hay una buena oferta laboral, la gente se ve forzada a buscarla en otro lado. La gente se va a ir cuando busque un trabajo y no lo encuentre en este país. Si existe la capacidad de irse uno va a irse. Yo estaba feliz en mi trabajo, pero me puse a pensar en qué oportunidades iban a tener mis hijos, cuando vi que sus sueños yo no se los podía cumplir aquí tuve que buscar en otro lado. Son varios actores los que tienen que participar en esa evaluación de por qué la gente se va, en el caso de nosotros, los profesionales.

¿Qué políticas públicas impulsa Canadá para facilitar las oportunidades laborales?
Canadá tiene programas que lo ayudan a uno a insertarse cuando uno llega de inmigrante: hay clases de inglés, de francés, de cómo preparar su currículum, cómo preparar su entrevista. Hay mucho apoyo a los que vamos llegando para insertarse en el mercado laboral. No es fácil, pero el Gobierno da el dinero. Allá uno tiene el seguro del empleo. Hay políticas que mientras está trabajando uno cotiza, y si uno pierde el empleo, por un tiempo este fondo te da tu sueldo y el Gobierno te pone una trabajadora social para insertarte de nuevo en el campo laboral.

¿Cuáles son los mayores avances en capital humano en Canadá?
En Canadá hay miles de opciones de estudio, eso estimula. Pero aún así los salvadoreños que están allá no van a la universidad, se quedan trabajando, es una cosa negativa que yo veo. Como es caro, como la vida es cara los papás prefieren mandar a los hijos a trabajar y “después estudias”, pero la verdad es que el tiempo de estudiar es cuando salís del colegio, después ya no dan ganas.

¿Cuál sería su diagnóstico de El Salvador sobre el arraigo de los profesionales al país?
Yo veo que más gente se quiere ir. Yo me fui en 2004, y yo he visto más gente yéndose, más gente que me escribe y me dice que se quiere ir, eso es importante. En la medida de lo posible, siento que la solidaridad con los que van llegando es importante mantenerla como salvadoreños y a veces eso no lo ves. Hay que ayudar y ser solidario siempre.

¿No influirán los programas migratorios que hay establecidos entre El Salvador y Canadá?
Aunque Canadá tiene la categoría de profesionales independientes, no los aceptan a todos, yo he visto a gente que no la han aceptado. Es difícil. Que no piense la gente que es fácil. Es costoso, requiere dinero, pero la gente sigue con ganas de irse.

¿Cuál podría ser el principal aporte de la diáspora y cómo podría beneficiar al país?
Tenemos un compromiso, como salvadoreños viviendo fuera, de informar a nuestros nuevos países, y mucha gente no tiene ese interés. Tenemos el derecho a pedir el voto en el exterior. Muchos todavía seguimos pensando en el país, queremos eso. Ecuador, Colombia, Venezuela, todos (sus ciudadanos) en Canadá van a votar y nosotros no. Tenemos que estar conocedores de lo que pasa y debemos tener un compromiso de, en el lugar donde nos toque estar, ser embajadores de un país y mostrarnos solidarios, de ser un país solidario. Eso lo puede hacer uno trabajando en una oficina de gerente de proyectos, así como una de cajera de un banco.

¿Cuáles son los principales retos para potenciar el capital humano de El Salvador?
Que no cierren las oportunidades. Uno, al pensar qué trabajos pueden haber y que no encuentra es cuando uno empieza a pensar “mejor me voy, para que mis hijos tengan un mejor futuro”. Entonces, si de verdad hay interés de que la gente se quede, debe haber un pensamiento de cómo van a invertir. Pero no van a ser las maquilas las que detengan a los profesionales, es otro tipo de trabajos.

Publicación La Prensa Gráfica 28/11/2008

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