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Los migrantes son dólares, no votos


Han sido sinónimo de vitaminas para la economía del país, pero sin voz ni voto. El Faro reunió a cuatro académicos, quienes emiten un pronóstico unánime: la situación no cambiará, gane quien gane las elecciones de 2009.

Por Rodrigo Baires Quezada

Juan José García, sociólogo y especialista en migración, lo dice sin inmutarse: las proyecciones demuestran que El Salvador se hizo adicto a la migración y a las remesas en las décadas de los 80 y 90. Una adicción que generó una economía de migración que incluye remesas, remeseros, encomenderos, turismo interno, mercado nostálgico y los miles de dólares que mueven los coyotes. Una adicción que exige que el fenómeno continúe como lo ha hecho hasta ahora.

“Para que este país funcione normalmente necesita de dosis cada vez más elevadas de migración y de remesas. Si no, este país colapsa en términos económicos”, sostuvo el sociólogo, durante el segundo debate electoral realizado por El Faro, “Migración y elecciones”, en el que participaron Carlos Lara Méndez, coordinador de la licenciatura de Antropología Cultural de la Universidad de El Salvador; Katharine Andrade Eekhoff, docente universitaria y consultora internacional en temas de migración, desarrollo local, exclusión social y desarrollo humano; y Jorge Colorado, antropólogo, investigador y catedrático universitario.

Los cuatro académicos concordaron en que el enfoque económico ha primado al momento de discutir el tema migratorio, más entre políticos y desde las políticas adoptadas por el gobierno; y aprovecharon el debate para darle un rostro humano al fenómeno. “Hay una tendencia a ver a las remesas únicamente como flujos financieros… las remesas son una relación social y sentimental que se establece entre el emigrante y el que se queda que aparece en una forma de dinero”, describió García.

De esa visión económica del tema saltó la primera crítica a la forma en que el Estado maneja el fenómeno migratorio: con un aporte económico que equivalió el año pasado al 18% del producto interno bruto (PIB), las políticas del país apuntan a que se quiere mantener ese flujo de dinero entrante pero no se han preocupado en establecer otro tipo de relación –social o política- con los migrantes salvadoreños. Incluso, la falta de aproximaciones actualizadas sobre cuántos salvadoreños intentan salir a diario del país y dónde residen, pareciera ser una muestra de que importa más lo que envían en remesas que las condiciones en las que viven y se desarrollan.

El mantener un flujo constante de remesas familiares implica necesariamente un flujo constante de personas emigrando, un fenómeno que también sirve al país como válvula de escape a problemas como el desempleo y la exclusión social. “Por eso es que la migración y las remesas son un fenómeno estructural para el país. Es decir, este país no es viable sin eso”, remató García.

La importancia del fenómeno de inmigración empujó al gobierno a la creación de un viceministerio para atender a los salvadoreños en el exterior. “Ese es el principal logro del gobierno de Antonio Saca”, dijo Andrade. ¿Y la extensión de TPS? Ella misma respondió: “Bueno, la extensión va a funcionar para cierto grupo de personas pero para el resto, cientos de miles, que son residentes, ciudadanos o indocumentados que no cumplen con los requisitos no les sirve”. ¿La posibilidad de una reforma migratoria en Estados Unidos? Los cuatro sostuvieron que es algo que, más allá de un trabajo de lobby, se sale de la capacidad de acción del gobierno.

Una visión compartida

Sin embargo, el principal logro de esta presidencia encierra la segunda crítica que hacen los cuatro académicos: el tipo de tratamiento que el Estado le da al fenómeno de la migración es unilateral. Por un lado, concordaron todos, el gobierno tiene una visión asistencialista hacia los migrantes, más preocupados por qué servicios le puede dar “allá” y no por lo que los salvadoreños en el exterior pueden aportar al país más allá de las remesas.

García habló de lograr establecer con los migrantes relaciones sociales, culturales y políticas más allá de las meramente económicas. “El problema no es únicamente verlos allá, sino ver los vínculos que pueden tener con los de acá”, dijo el sociólogo. Andrade sugiere el desperdicio de posibilidades que ocurre cuando no se trabaja esas relaciones. “Hay que ver cómo enganchar a la gente que está fuera y que ha estado expuesta a nuevas cosas, a nuevas ideas y nuevas maneras de ver las cosas. No necesariamente para que regresen al país, sino para que se pueda canalizar sus contactos, sus vínculos, sus conocimientos y crear puentes”, sostuvo Andrade.

Esta visión posibilitaría estrechar los vínculos de los salvadoreños que viajaron a corta edad y se desarrollaron en el extranjero, la llamada generación 1.5, y de los hijos de salvadoreños nacidos en el exterior, segunda y tercera generación, para aprovechar sus aportes al desarrollo del país. “Esto va mucho más allá de ver a un emigrante como un dólar. Estamos hablando del intercambio de conocimiento”, acotó Lara.

En ese sentido, al viceministerio le faltaría mucho por hacer. Lo primero, según Andrade, lograr que la migración entre en todas las carteras del gobierno y no sólo sea vista como un tema de relaciones exteriores, como es en la actualidad. Después, tratar de meter el tema a la agenda de integración de la región que obligue a las autoridades a tratar a los migrantes en sus países con la misma dignidad que exigen a México o Estados Unidos.

Lara y García aportaron una deuda más: incluir a la migración en una estrategia de desarrollo nacional. Andrade lo explicó: “El principal recurso de una nación es su gente. Y si esa nación está dispersa, el reto es cómo construir un país cuando tu nación está por todas partes. Ahorita estamos siempre pensando en el país territorialmente cuando ya la nación salvadoreña está muy dispersa”. En otras palabras, El Salvador necesitaría de la concurrencia de todos los salvadoreños, incluyendo a los que están fuera, si quiere realmente alcanzar mejores niveles de desarrollo.

La lista de deudas incluye ser más tajante en exigir que se respeten los derechos humanos de los salvadoreños en tránsito; la falta de un tratamiento adecuado a los familiares que se quedan en el país; y, no menos importante, institucionalizar los vínculos con la población migrante. “El gran reto es que los políticos entiendan que no se trata sólo de atender a los salvadoreños en el exterior, se trata de atender también a los salvadoreños que se quedan aquí y que tienen vínculos con los de allá”, dijo García.

El otro de los señalamientos que hacen los cuatro académicos es que creen que entre los diferentes partidos políticos mantiene esta visión unilateral del fenómeno migratorio. Según Colorado, dejar pendiente la aprobación del voto en el exterior demostró que los institutos políticos no toman en cuenta el derecho de los migrantes a incidir en la política nacional. Por eso, junto a los otros tres invitados, afirmó que el acercamiento con las comunidades de migrantes de parte de los partidos políticos tiene como principal interés la recolección de fondos para la campaña electoral.
La inclusión del voto en el exterior entró en la matriz de reformas electorales para las próximas elecciones presidenciales, legislativas y municipales. La propuesta llegó a la mesa de discusión de la Comisión Interpartidaria, a finales de 2006, pero nunca prosperó. Para los cuatro académicos, el temor de que la balanza electoral se incline en su contra hace que los partidos políticos dejen el tema fuera de una discusión real.

El ejemplo de ello está, al parecer, en las giras realizadas por los candidatos presidenciales de Arena y FMLN, Rodrigo Ávila y Mauricio Funes, respectivamente, donde se recogieron fondos de campaña. García va más allá y habla de la elección de Merlín Peña, inmigrante salvadoreña radicada en Nueva York, quien ha sido postulada a la vicepresidencia de la república por el PDC. “Se busca su apoyo electoral y económico (del migrante), pero sin el voto exterior ya se le dijo que ellos no pueden decidir, que no pueden votar”, dijo Lara.

De esta manera, al igual que lo hace el Estado, los partidos políticos seguirían viendo a los migrantes salvadoreños primordialmente por sus aportes a la economía del país. ¿No hay propuestas reales para los emigrantes? Todos concuerdan que sólo el FMLN, en mayor medida, y Arena hablan de propuestas concretas, toda vez que el resto de partidos no han hecho públicos sus planes o proyectos de gobierno; pero que estas siguen siendo meramente asistencialistas. “Hablan de un recibimiento digno a los deportados, de programas de vivienda en el país… Pero no se habla de cómo institucionalizar los vínculos con ellos o de programas para aprovechar sus experiencias”, sostuvo García.

Publicada el 17 de noviembre - Elecciones 2009 - El Faro.net
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1 comment :

  1. Si los inmigrantes aportamos en remesas de dolares un equivalente al 18% del PIB, por que no aprobar que la composicion de la asamblea legislativa refleje ese mismo porcentaje con diputados electos en el exterior? Si "la migracion y las remesas son un fenomeno estructural para el pais", los inmigrantes tenemos el derecho de estar representados en el organo legislativo para velar y luchar por nuestros intereses.

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