La Vieja Tienda de la Esquina
La caída del consumo, que no se sabe si podrá levantarse, está determinando el cierre de muchos pequeños comercios en Oriente.
Se deduce, a la vista de la cifra, que éramos un país de pequeños comerciantes, o sea, de gentes especializadas en escala menor en llevar algo desde donde había hasta donde faltaba.
Lo que llaman 'desaceleración económica' no consiste en avanzar menos, sino en andar hacia atrás. Es algo equivalente a lo que en los partes de guerra se denomina 'progresión hacia la retaguardia'.
El caso que quiero exponer es que los pequeños comercios de barrio donde se fiaba a los vecinos y se conocían, no sólo sus gustos, sino sus posibilidades de satisfacerlos, están llamados a desaparecer y no hay más remedio que atender a esa llamada. La oirán, sin duda, los grandes almacenes y los grandes centros comerciales que están apareciendo en Oriente, ya no digamos en el “downtown” San Salvador.
En tiempos decíamos “lo tienen en la tienda de la esquina", o en “la tienda de Tina Batre, la chelona”
Es curioso que a veces se sienta nostalgia de cosas que posiblemente no vayamos a añorar. Quizá sea porque forman parte de nuestra irreparable vida de recuerdos.
No las echamos de menos, pero tampoco las podemos echar en el olvido. Yo me he pasado una buena parte de mi infancia, en su fase inicial, yendo a esas tiendas. «Niño, tenés que hacerme un mandado». Mucho mandaban los mayores entonces. Ahora la juventud nos ha llevado por delante.
Recuerdo, siglos después, aquellas cuchillas para ralear bagres y bacalaos y los cilindros con émbolos por donde transcurría el pacífico aceite. También las pastillas de cuajo y aquel áspero jabón, como ladrillos para edificar la higiene de la I Guerra Mundial.
Había barriles náuticos, con arencas lineales, que eran como un retablo desconstruido. Viejas tiendas de barrio. Yo iba a la de Carmela, que me gustaba mucho. No la tienda, sino ella.
Se deduce, a la vista de la cifra, que éramos un país de pequeños comerciantes, o sea, de gentes especializadas en escala menor en llevar algo desde donde había hasta donde faltaba.
Lo que llaman 'desaceleración económica' no consiste en avanzar menos, sino en andar hacia atrás. Es algo equivalente a lo que en los partes de guerra se denomina 'progresión hacia la retaguardia'.
El caso que quiero exponer es que los pequeños comercios de barrio donde se fiaba a los vecinos y se conocían, no sólo sus gustos, sino sus posibilidades de satisfacerlos, están llamados a desaparecer y no hay más remedio que atender a esa llamada. La oirán, sin duda, los grandes almacenes y los grandes centros comerciales que están apareciendo en Oriente, ya no digamos en el “downtown” San Salvador.
En tiempos decíamos “lo tienen en la tienda de la esquina", o en “la tienda de Tina Batre, la chelona”
Es curioso que a veces se sienta nostalgia de cosas que posiblemente no vayamos a añorar. Quizá sea porque forman parte de nuestra irreparable vida de recuerdos.
No las echamos de menos, pero tampoco las podemos echar en el olvido. Yo me he pasado una buena parte de mi infancia, en su fase inicial, yendo a esas tiendas. «Niño, tenés que hacerme un mandado». Mucho mandaban los mayores entonces. Ahora la juventud nos ha llevado por delante.
Recuerdo, siglos después, aquellas cuchillas para ralear bagres y bacalaos y los cilindros con émbolos por donde transcurría el pacífico aceite. También las pastillas de cuajo y aquel áspero jabón, como ladrillos para edificar la higiene de la I Guerra Mundial.
Había barriles náuticos, con arencas lineales, que eran como un retablo desconstruido. Viejas tiendas de barrio. Yo iba a la de Carmela, que me gustaba mucho. No la tienda, sino ella.
Labels
Literatura
Comentarios
No comments :
Gracias por participar en SPMNEWS de Salvadoreños por el Mundo